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Luego del paro del 24E la CGT volvió a su larga siesta

            El paro del 24 de enero, convocado por las centrales obreras, tuvo un alto impacto en la situación política argentina, demostrando una vez más la fuerza de la clase trabajadora. Se calcula que en Buenos Aires y en las principales ciudades del país hubo 1,3 millón de manifestantes, desafiando el “Protocolo Antipiquetes” de Patricia Bullrich, que no pierde oportunidad de usar su circo represivo para reprimir las justas protestas.

            En cada movilización, las masas le pasan por encima a las bravuconadas de la ministra, aún a costa de heridos y detenidos, como pasó durante las jornadas frente al Congreso cuando se trató la “ley ómnibus”.

            El 24E fue una jornada de lucha en unidad, convocada por la CGT y acompañada por las CTA: de los Trabajadores (Hugo Yasky) y Autónoma (“Cachorro” Godoy), además de gremios, movimientos piqueteros, organizaciones sociales, culturales, de derechos humanos, feministas, ambientales y partidos políticos de izquierda. Estos aportaron fuertes columnas, demostrando la fuerza que venía de la movilización del 20 de diciembre, a 10 días de asumido el gobierno de La Libertad Avanza, cuando muchos decían que había que “esperar” y “no apresurarse”. Ese día, luego del discurso de Javier Milei presentando el DNU, las cacerolas comenzaron a sonar en las calles de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y otras ciudades. Se demostró que no fue “apresurado” convocar a movilizar y el 24E fue una nueva demostración de la justeza de llamar a parar y salir a las calles. El frustrado candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, fue uno de los que consideró “prematuro” el paro. 

            La adhesión a la medida fue grande, más en la industria que en los servicios y el comercio, en este último caso tuvo mucho que ver la conducción del impresentable burócrata Armando Cavalieri, el mismo que apoyó al Fondo de Cese propuesto en el DNU, que busca reemplazar el sistema de indemnizaciones por despidos de la Ley de Contrato de Trabajo.

            El gobierno montó una feroz campaña para amedrentar a los trabajadores que querían parar, con amenazas de descuentos y quitas de programas sociales. Pero la contundencia de la movilización echó por tierra esas provocaciones.

            La crisis del gobierno es palpable a solo dos meses de asumido, y en eso mucho tuvieron que ver tanto la jornada del 20D como el paro del 24E. Eso más los cacerolazos espontáneos y organizados, prepararon el terreno para que la “ley ómnibus” en Diputados, tuviera una fuerte repercusión en las calles. Se rechazó ese engendro legislativo con el que se pretendía entregar la soberanía, eliminar derechos laborales, reformar y derogar cientos de leyes y otorgar al presidente facultades extraordinarias para poder gobernar sin el “molesto” Congreso. Es que aún con las limitaciones propias de la democracia burguesa, el Parlamento puede funcionar como un freno a las políticas de ajuste desenfrenado que pretende el gobierno de LLA.

            Pasado el paro y con la estrepitosa derrota legislativa del gobierno, es el momento para continuar con un Plan de Lucha, y tratar de imponer la agenda popular para enfrentar el mazazo de ajuste, devaluación, inflación, tarifazos y un largo etcétera, que Milei y sus aliados del PRO están lanzando contra trabajadores formales e informales, sectores más pobres e incluso contra las capas medias, y pequeños y medianos productores y comerciantes.

            Pero en lugar de convocar a ese necesario Plan de Lucha, la CGT vuelve a dormir su larga siesta, la misma que la tuvo paralizada durante los cuatro años de gobierno del Frente de Todxs, cuando no hicieron ni un solo paro a pesar del ajuste contra el pueblo trabajador, sobre todo a partir de la aprobación del Acuerdo con el FMI en marzo de 2022.

            El fracaso de la “ley ómnibus” no fue solo porque no había acuerdo entre el gobierno y la “oposición dialoguista” en el tratamiento en particular. Lo reconoció Miguel Pichetto cuando dijo que la actitud del gobierno había sido “una tontería”. En realidad fue una gran derrota y tuvo mucho que ver lo que ocurrió en las calles, fuera del palacio legislativo.

            Lo dijo la diputada del FITU Myriam Bregman: “El factor fue la calle, que todos estos días haya estado la movilización afuera fue importantísimo. Aquellos que se movilizaron son la avanzada más valiente, más activa, pero que demostraban que hay un descontento mucho mayor … (hubo) trabajadores que volvían a su laburo al día siguiente y decían ‘estuve frente al Congreso’ y eran muchos los que decían ‘me hubiese gustado estar, no pude’”.

            Desde las Agrupaciones de Base Clasistas, participamos activamente del paro y movilización del 24 de enero, porque entendemos que es imprescindible la Unidad, aún con la burocracia sindical (cuando convoca al paro), pero fundamentalmente con los sindicatos y agrupaciones combativas, las organizaciones piqueteras, las asambleas y la izquierda que se planta en las calles, contra el ajuste y la entrega de este gobierno y la oposición de derecha.

            Son esas instancias, más el trabajo en las bases, los que impulsarán nuevas movilizaciones, forzando a las centrales obreras a convocar no solamente a un nuevo paro, sino a un Plan de Lucha sistemático y en ascenso, que no pare hasta derrotar al gobierno. Desde abajo, hay que hacer sentir la bronca, agitando consignas concretas sentidas por la gente y a la vez politizándolas, para aclarar las confusiones de los que votaron por Milei siendo parte del pueblo.

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