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No todos los políticos somos lo mismo

            En la profunda crisis que atraviesa la Argentina, el oficio de la política está  desprestigiado. En principio ese sentimiento popular de denostar a la política y los políticos tiene una base de sustentación porque serían los responsables, claro que no los únicos, del pésimo estado de cosas que vive la población.

            Hoy son 17 millones los argentinos y argentinas pobres e indigentes, según la última medición de la pobreza realizada por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. El 43,1 por ciento, que sería el 50 por ciento de no mediar planes de ayuda social del Estado, por ejemplo el 1.3 millón de Potenciar Trabajo.

            De todas maneras, esa descalificación de la política en general es errónea. Entre otras cosas porque deja afuera de toda culpabilidad a los actores económicos privilegiados que son los grandes responsables de la crisis. Los popes de la Unión Industrial y el empresarial Grupo de los 6, con la Suciedad Rural, la Cámara de la Construcción, la Cámara de Comercio, la Bolsa de Comercio y la Asociación de Bancos, han ganado fortunas, generando esa pauperización y el endeudamiento del país.

            Los grupos concentrados del rubro alimentación son responsables de la remarcación de precios al ritmo del valor de los precios internacionales en dólares, en detrimento de los argentinos que cobran sueldos y jubilaciones inferiores y en pesos.

            Entonces no se puede insultar a un político sin hacer lo propio con Rocca (Techint), Magnetto (Clarín-Telecom), Funes de Rioja (UIA), Gabbi (Bolsa de Comercio), Pereda Born (Cicyp), Weiss (Construcción), Urquía (AGD), Pérez Companc (Molinos), Brito (Banco Macro), Midlin (Pampa Energía), Madanes (Aluar-FATE), etc. Y por supuesto no se trata de un mero insulto sino de luchar para exigir medidas concretas contra esos monopolios, controlando precios y estatizando algunas empresas estratégicas.

            Esos poderes económicos tienen a muchos políticos a su servicio y también a  actores importantes del Poder Judicial, los grandes medios de desinformación y, en última instancia siempre listos para acudir a su servicio en caso de emergencia, el aparato policial y militar represivo.

No son todos iguales

            Hecha esa salvedad importante, sobre la asociación de los pulpos monopólicos con los malos de la política, hay que volver sobre esta última. La generalización de que “los políticos son todos chorros, son todos corruptos, son todos iguales”, es equivocada. Y no sólo eso, con esa descalificación la gente puede comerse el amague de viejos políticos que en forma demagógica simulan ser “lo nuevo” en política, por oposición a “la casta”, y en realidad son aún peores que los que ellos acusan.

            ¿Mauricio Macri puede acusar a algún político, habiendo asumido en 2015 con decenas de causas judiciales por diversos delitos, sobre todo de corrupción, espionaje ilegal, etc? Además, a lo largo de esos cuatro años de gobierno empobreció a los argentinos, endeudó al país en 100.000 millones de dólares fugados por sus amigos empresarios, etc.

            Javier Milei se hace el nuevo, nacido de un repollo, siendo un político con ideas neonazis que fue directivo de grandes empresas como la Corporación América de Eurnekian y asesor del genocida Antonio D. Bussi. El tipo quiere dolarizar la economía y eliminar el peso, dinamitando el Banco Central. ¿Y a eso lo llaman “nuevo”?

            Tampoco es una propuesta nueva la de Sergio Massa, uno de derecha que empezó con los Alsogaray y siguió con Menem y Duhalde, recalando luego con los Kirchner por breve lapso hasta que en 2009 se alejó y rompió formalmente en 2013. Hoy es el abanderado de los dólar soja I y II, y de pagar religiosamente al FMI, con ajuste, la deuda contraída por Macri y convalidada por el Frente de Todos (ver nota aparte “El prontuario de Sergio Massa”).

Políticos que valen la pena

            Aquella runfla de políticos sirvientes del gran capital y la oligarquía no merece el apoyo popular en ninguna de sus formas: ni afiliarse a esos partidos ni votarlos, ni siquiera como “mal menor”. Hay que romper con ellos. Como se cantaba en las calles del Argentinazo de diciembre de 2001, “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.

            Al hacerle la cruz a esos personajes y la política burguesa, no termina ni mucho menos la tarea. Es sólo el comienzo porque de lo que se trata es de construir una nueva alternativa política, popular, democrática, sanmartiniana y antiimperialista.

            ¿Hay con qué? Sí, porque como dice el título de esta nota “no todos los políticos somos lo mismo”. Hay dirigentes y militantes de un variado espectro, que deberían confluir en un frente de aquellas características o al menos en una coincidencia de menor alcance, en la acción y para salir de la crisis.

            Alicia Castro es honesta y renunció a la embajada en Moscú; Gabriel Mariotto también y mostró su valor en la ley de medios; ambos son de Soberanos. Fernando Esteche y Julio De Vido son de Encuentro Patriótico. Irina Santesteban, Sergio Ortiz y Jorge Artacho son del PL. Eduardo Soares y Laura Taffetani son de Convocatoria Segunda Independencia. Facundo Molares y Leo Juárez militan en Movimiento Rebelión Popular. Julio Gambina es de Corriente Política de Izquierda. Sonia López es del PC de Corrientes. Claudio Lozano, de Unidad Popular. Nora Cortiñas, Adolfo Pérez Esquivel y Beverly Keene son de Autoconvocatoria por la suspensión de pagos de la deuda externa. Moira Millán es una referente mapuche. Gustavo Franquet es de la Gremial de Abogados que defiende a mapuches y presos políticos. Están los luchadores obreros del SUTNA y de movimientos piqueteros.

            No es una lista taxativa. Son algunos nombres y organizaciones que junto a muchos más deberían confluir en un frente, sin perder sus orgánicas. “Argentinos, a las cosas”, dijo Ortega y Gasset.

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