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La inflación y los monopolios formadores de precios

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   Según un relevamiento del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ICEPCI), en febrero los precios de la Canasta Básica de Alimentos aumentaron un promedio de 9,8%. Las frutas y verduras subieron 10,37% y las carnes 9,7%. Cuando asumió el gobierno de Alberto Fernández el valor de la Canasta Básica de Alimentos alcanzaba los 14.541 pesos y luego de de 26 meses el mismo conjunto de productos costó 36.981 pesos, o sea que tuvo un incremento de 154, 34 %. Es muy probable que la mayoría de la población desconozca estas estadísticas y estos índices. Seguro que registra que su salario no se incrementó de la misma manera y que cada día compra menos con él.

   La inflación es el gran problema que tienen los argentinos y las argentinas dijo Alberto Fernández en la apertura de las sesiones del Congreso el 1 de marzo, Y habló de la “multicausalidad” que la explica: estructura productiva primaria y poco diversificada, desmedidas expectativas inflacionarias en la población, emisión monetaria por encima del crecimiento de la economía, estructura de la producción y comercialización altamente concentradas. En un intento de explicar las subas expresó que: “el productor de carne tiene la posibilidad de vendérsela al carnicero o a China a un precio enorme. Yo necesito que ellos exporten porque necesito que entren dólares. Pero lo que no pueden es trasladar a los argentinos los precios internacionales porque no producen en precios internacionales. Ellos no producen en dólares”. Buena definición de una política económica que no define responsabilidades ni enfrenta a los responsables.

   ¿Quiénes son los formadores de precios? Para David Mazzo, economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), “el campo no es formador de precios porque el productor es un tomador de precios, lejos de formarlo, toma el que le da el mercado” . Y pone como ejemplo a YPF: aumenta los combustibles y las otras empresas esperan para hacer lo mismo. En el caso de la carne explica que es muy difícil hablar de un solo formador de precios porque hay miles de productores, cientos de frigoríficos y miles de carnicerías  y ninguno de esos actores tiene poder sobre el mercado. Y en el caso de los granos, hasta Argentina es tomador de precios, porque los precios se definen por la oferta y demanda en Chicago. Luego se genera un precio de referencia internacional que define el precio de referencia FOB de Argentina. (FOB es el valor de la mercancía puesta a bordo de un transporte marítimo y abarca tres conceptos: costo de la mercancía en el país de origen, transporte de los bienes y derecho de exportación).

   Para el director del Departamento Económico de la Confederación Rurales Argentinas (CRA) la presión tributaria y la inflación son los formadores de precios. “La principal participación en la cadena la tiene el Estado y cada eslabón de la cadena tributa impuestos nacionales, provinciales y municipales a lo que se suma la inflación”. Y concluye que “no tienen la culpa los industriales, los productores, los trabajadores ni el comercio porque todos somos aportantes a través de los impuestos”. Como en el juego del Gran Bonete, nadie es responsable de la descontrolada suba de los precios.

   Desde que ya en 2007-2008 comenzó una fuerte presión al alza de los precios de los alimentos, se puso en discusión la seguridad alimentaria de la población mundial. Y se puso en claro algo que ni el presidente ni los representantes de la agroindustria visibilizan: la especulación financiera en los mercados mundiales de commodities y la injerencia de las multinacionales que a través de los monopolios, oligopolios y carteles manejan el negocio. Cargill, Nidera, Nestlé, Cofco, AGD, Louis Dreyfus, entre otros manejan el comercio exterior de granos y carnes, determinan precios en la “timba financiera internacional” y dirimen demandas en los tribunales de Estados Unidos.

   La concentración económica es una de las causantes principales de la alta inflación. Los mercados de cada producto se encuentran en muy pocas manos y eso les permite subir los precios por la escasa competitividad. Por ejemplo: en el rubro aceites concentran el 90,5 % de la facturación, en leche una sola empresa vendió el 69 %.

   Si el gobierno nacional realmente quiere frenar la inflación y el aumento de precios de alimentos debe intervenir activamente en la estructura de comercialización concentrada, oligopólica que va en desmedro del pueblo y de los pequeños y medianos productores, reducir los márgenes de rentabilidad a través de impuestos progresivos, nacionalizar la Hidrovía y  recrear la Junta Nacional de Granos.

            Consciente que así perderá las próximas elecciones, Fernández dijo que el viernes 18 empezaba la guerra contra la inflación. Los monopolios tiemblan de miedo…

ELENA RIVERO

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