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Límites semicoloniales del modelo agrosojero, extractivista y exportador

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            En un país donde ⅔ de lxs niñxs son pobres (datos de UNICEF), el gobierno pone como máxima prioridad a las exportaciones, con el principal objetivo de pagar una deuda externa ilegítima. Beneficia a los mismos sectores que ganaron con el endeudamiento, renuncia cada vez más a la soberanía y condena a la mayor parte de la población a condiciones de vida cada vez peores.

            Los datos oficiales reflejan un importante aumento en las exportaciones en casi todos los rubros, en los que el sector oleaginoso y el cerealero concentran casi el 50% del total. A pesar de ese éxito, lxs trabajadorxs argentinxs ven sus ingresos cada vez más licuados frente a la inflación, mientras el gobierno recorta la cantidad de planes y programas sociales que apenas brindan un alivio a los sectores más necesitados.

            Esas exportaciones favorecen a un sector muy concentrado de la economía, donde firmas extranjeras juegan un papel preponderante. El perfil de lo que se vende al exterior muestra el crecimiento en la proporción de productos primarios, es decir, bienes que se extraen directamente de la naturaleza sin modificarlos en el proceso. No incorporan trabajo nacional. Según datos del INDEC, esta exportación reúne el 28,19% del valor total de exportaciones.

            También aumentaron las ventas al exterior de manufacturas de origen agropecuario, que sumadas a las de productos primarios explican más del 60% del valor del total de las exportaciones. Se trata de otro rubro dominado por la concentración y la extranjerización.

            En cambio, las exportaciones de origen industrial han ido disminuyendo su importancia.

            La producción primaria está vinculada a la propiedad de la tierra en un país donde el 0,89% es dueña de más de un tercio de las tierras rurales y donde individuos y firmas extranjeras poseen 11,7 millones de hectáreas.

            Pero además, el 80% de la exportación de granos está en manos de 9 empresas: las norteamericanas ADM, Bunge y Cargill, la suiza Glencore, la china COFCO y la francesa Dreyfuss, junto a las “argentinas” ACA, Molinos Agro y Aceitera General Deheza.

            Los números muestran que el éxito de estos grupos no redunda en mejoras para el país, ni siquiera en los términos en los que el gobierno plantea. Entre soja, maíz, carne y cuero bovinos, y trigo, se vendió al exterior más de u$d 45.000 millones en 2022 (según el informe de Complejos Exportadores del INDEC). Sin embargo, las reservas internacionales del Banco Central sólo aumentaron u$d 5.000 millones, para lo cual debió otorgar beneficios como el “dólar soja”. Ese escaso logro -que las autoridades nacionales exhibieron ante el FMI- es, además, efímero: en enero cayeron u$d 670 millones, muy por debajo de lo que le exige el organismo internacional.

            Los números no le dan bien al gobierno, pero peor le va a la población, que sufre las consecuencias del modelo que favorece la exportación de bienes que tienen fuerte impacto en el mercado interno pues los precios locales tienden a seguir el precio internacional. Esto empuja la inflación interna ante el deterioro de nuestra moneda. Cuando sube el dólar, se disparan los precios del trigo, el maíz, aceites y de los productos en cuyas cadenas de valor inciden.

            La apuesta exportadora también abarca a los hidrocarburos y sus derivados, así como a la producción minera. En ambos casos, la producción está fuertemente controlada por monopolios extranjeros, que exportan sin controles ni sobre los volúmenes de exportación ni sobre los efectos nocivos sobre el ambiente.

            Los ganadores en la minería muestran una fuerte composición foránea. Las canadienses Barrick Gold y GoldCorp, la ya mencionada Glencore y AngloGold (de origen sudafricano) son actores principales, con algunos capitales de origen argentino en papeles de reparto. En la producción energética, en tanto, lideran YPF y Pan American Energy. La primera tiene mayoría estatal, aunque el mega pulpo (y acreedor externo) BlackRock tiene un buen puñado de acciones.

            En resumen, el gobierno del Frente de Todos busca dólares para pagar la deuda, pero para ello dispensa ventajas en favor de poderosos que también fueron los que adquirieron dólares baratos merced al endeudamiento macrista y los fugaron. Les concede mejores precios para el dólar, no ejerce control sobre sus actividades, mantiene bajas las retenciones (herramienta que permitiría amortiguar el efecto de las exportaciones en los precios internos), se hace cargo (con los recursos de todos) de pagar la deuda que los mismos sectores aprovecharon y subordina todo su plan al recetario económico del FMI.

            La concentración y extranjerización del comercio exterior y la producción ligada a ella impulsan la inflación en el mercado interno, al tiempo que regalan recursos naturales, limitan la soberanía y destruyen el medio ambiente. Esto tiene muchos visos de semicolonia, no de un país independiente.

JORGE RAMÍREZ

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