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El MAS profundiza sus divisiones internas

            Lamentablemente en lo que va del año se han agudizado las diferencias dentro del gobernante MAS boliviano, entre dos sectores cada vez más opuestos. Uno se nuclea en torno al presidente en funciones Luis Arce, acompañado del vicepresidente David Choquehuanca; el otro sector está alrededor del ex presidente Evo Morales y otros dirigentes del movimiento.

            No se trata de una pelea aislada de unos pocos dirigentes sino que ambos grupos tienen fuerte apoyo político e institucional así como de movimientos de masas, obreros, campesinos, indígenas y de mujeres. La pelea tiene también un fuerte componente político electoral, porque en un congreso del sector Morales, realizado el 10 y 11 de octubre en Lauca Ñ, Cochabamba, se proclamó a Evo como su candidato presidencial para las elecciones de 2025. Allí se decidió la “autoexpulsión” del partido de Arce y del vicepresidente Choquehuanca, por no haber concurrido a esa asamblea del MAS, así como de unos 20 legisladores y dirigentes.

            En ese cónclave cochabambino hubo muchos delegados y de organizaciones de masas, entre ellos los dirigentes de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba (una poderosa organización de productores cocaleros) cuyo líder es Andrónico Rodríguez (34 años), vicepresidente de la Federación de Cocaleros del Trópico de Cochabamba y al mismo tiempo el presidente del Senado boliviano.

            Por otro lado Arce y Choquehuanca cuentan con el apoyo de buena parte del aparato del MAS ejerciendo funciones de gobierno y estatales desde 2020, luego de ganar las elecciones convocadas por el efímero golpe de Estado de Jeanine Añez, que había derrocado a Morales en noviembre de 2019. El aval al presidente actual se nutre también de varios de los organismos de masas, como la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (Cscib) y la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa (Cnmcidob-“B.S.”). La Confederación Obrera Boliviana (COB) se mantiene relativamente neutral, aunque parece más cerca de Arce-Choquehuanca. Y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos (Csutcb), la «entidad matriz» de los campesinos bolivianos, hizo un congreso el 20 de agosto pasado en El Alto. El mismo se dividió, con fuertes peleas entre sus delegados. Según Evo Morales, “por instrucción del presidente Luis Arce, operadores políticos del gobierno y la policía han perpetrado un atentado criminal contra el congreso campesino”. Obvio que el gobierno rechazó esas acusaciones.

            Frente al congreso de Evo en la zona cocalera de Cochabamba, sus adversarios realizarán un evento diferente el 17 de octubre en El Alto, donde dicen que juntarán más de un millón de asistentes. El objetivo es organizarse para que en las primarias de 2024 puedan llevar sus propios candidatos. Esto presupone una pelea judicial por la personería del MAS-Instrumento Político por la Soberanía Popular, que tendrá que resolver primero el Tribunal Constitucional y en definitiva el Tribunal Electoral.

            Esta pelea interna es negativa e inoportuna porque pone en riesgo la orientación política de Bolivia, cuando había sido derrotada la derecha golpista de Añez y del santacruceño Luis F. Camacho, ambos líderes presos por su participación en el golpe de 2019 y otras acciones violentas reaccionarias. La partición del MAS puede abrirle la puertas a que la derecha crezca, con otros dirigentes y siglas, siempre con el apoyo de la oligarquía y el imperialismo.

            Muchas veces las diferencias políticas hacen necesarias las polémicas y aún las divisiones, pero deben ser claramente planteadas. En cambio en la trifulca boliviana no se ven con claridad cuáles son esas diferencias, donde los partidarios de Evo parecen cuestionar que Arce no vuelve a los cauces de un proceso indigenista y los militantes de Arce dicen que los de Evo quieren la dedocracia. Y lo que han hecho son denuncias mediáticas y judiciales por supuestos hechos de corrupción de los hijos de ambos contrincantes; el hijo de Arce, Marcelo, fue acusado con audios de haber intervenido para favorecer a dos empresas rusas, Lilac Solutions y Uranium One, en una licitación para la extracción de litio.

            Alvaro García Linera opinó en favor de la unidad de los dos líderes hoy enfrentados, lo que le valió una fuerte crítica de Evo, descalificándolo como un “falso analista” y como “un enemigo más”. Dijo eso a pesar que el ex-vicepresidente criticaba más a Arce por no darles prioridad a los indígenas en el próximo periodo político, sintonizando más con Evo en la necesidad de volver a la raíz indígena.

            Tal como están planteadas las posiciones, parece una pugna por espacios de poder y disputas de líderes, con muchas consecuencias negativas. Habrá que ver si por fin estos dirigentes blanquean cuáles son sus diferencias políticas y de proyectos, si las hay, para poder conocer y tomar una posición más precisa en ese diferendo que nos preocupa en Argentina.

DIEGO ZAPATA

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