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¿Salida electoral o rebelión popular?

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Hoy los trabajadores han perdido buena parte de la capacidad adquisitiva del salario; se estimaba entre un 6 y 10 por ciento entre 2016 y 2017, y ahora se profundiza. El ejemplo concreto se ve en que el sindicato que había conseguido mejor aumento, Camioneros, del 25 por ciento. Se calcula que la inflación será del 40 por ciento o más. Hasta la quinta semana de huelga en las 57 universidades el gobierno nacional estaba firme en su provocación de ofrecer un 15 por ciento a los docentes, a pagar en 3 cuotas. Ahora aflojó un poquito la mano, nada fundamental.

El costo de la vida es tremendo. En julio de 2018 según el Indec la Canasta Básica Total alcanzaba los 21.176 pesos. ¿Cómo hace para vivir la mayoría de los argentinos que cobran menos que eso y se van a la lona de la pobreza, incluso de la indigencia?¿Cómo hacen para vivir los jubilados que perciben la mínima, de 8.200 pesos, con los precios de los medicamentos manipulados por laboratorios extranjeros?

Todo eso impacta en una pobreza creciente, que supera el 30 por ciento de la población y el 62 por ciento de los niños. Allí se puede apreciar el doble discurso cínico de los partidarios de “las dos vidas”: no defienden ninguna. Empujan a la madre, al padre, a los niños y a los abuelos bajo de la línea de pobreza. Y eso no es vida.

Los puestos de trabajo que se pierden son miles cada mes, tanto en la órbita privada como en el Estado. Algunos de esos flamantes desocupados cobran unos pesos de subsidios y en el mejor de los casos logran un puesto precario, con menores salarios y peores condiciones que antes.

La recesión en 2018 será de 2 puntos del Producto Bruto Interno. Por eso el gobierno de Macri no pudo seguir mintiendo con los supuestos “brotes verdes” de la economía. Acá el único brote verde que hubo fue del billete norteamericano, que tocó los 42 pesos, secó gran parte de las reservas del Banco Central y en cualquier momento reanuda su carrera.

Por fin se están yendo los fríos extremos del invierno, donde las tarifas de gas impedía prender estufas y calefactores. A no cantar victoria, que con el calor se sufrirán las tarifas de la luz y el agua. Salimos de Guatemala y caemos en Guatepeor.

No hay luz al final del túnel. Con los acuerdos de ajuste tomados de común acuerdo por las dos cabezas del gobierno, Macri y el FMI, lo que viene es aún peor en cuanto al achique del gasto público, los recortes de subsidios y despidos de personal.

Tales “ahorros” del gasto, en caso que lo logren, irán todos a pagar la deuda con el FMI y demás prestamistas de esta impagable deuda externa. Por la Constitución, el Congreso debe entender en los asuntos de la deuda externa, pero Macri viola la ley y toma deuda directo entre él y Christine Lagarde, al margen del Congreso.

En cuanto sectores populares salen a protestar, los reprimen con Policía, Gendarmería y otras fuerzas, como ocurrió en diciembre pasado para aprobar el afano a los jubilados. Este gobierno no tiene límites democráticos ni morales. Es capaz de tener presa casi tres años a Milagro Sala sin condena, en Jujuy; de invadir la comunidad mapuche de Pu Lof en Chubut y desaparecer a Santiago Maldonado, a balear y matar al joven Rafael Nahuel; de golpear a los despedidos de Agroindustria y mediante decretos buscar la intervención de las Fuerzas Armadas en la represión del conflicto interno.

Cuando las dos Cámaras votaron alguna ley interesante, como la que prohibía los despidos en 2016, Macri la vetó; igual hizo en mayo de este año con la que ponía límites a los tarifazos.

Es verdad que el presidente asumió tras ganar por menos de dos puntos los comicios de noviembre de 2015. Tan verdad como que en los casi tres años transcurridos no ha dejado piedra sobre piedra de las conquistas laborales, sociales, democráticas y de soberanía nacional.

Por eso el Partido de la Liberación se ubica en el campo de los indignados por la acción depredadora del PRO-Cambiemos-FMI y reclama la renuncia del presidente y sus ministros y la convocatoria a elecciones a Asamblea Constituyente (ver editorial).

No tiene sentido seguir esperando cambios que no llegarán. Al contrario, lo que viene, con los acuerdos vergonzosos con el FMI, llevará el ajuste a una crisis total, con pobreza masiva, parate económico, desbande político y demanda brusca de quienes no tienen un plato de comida.

Si bien los responsables máximos son Macri, sus ministros y el FMI, junto con los bancos de la Patria Financiera y los monopolios de la exportación, todos los cuales tienen sus cuentas offshore en guaridas fiscales, no es menor el rol de cómplices de la burocracia sindical de la CGT y buena parte de los gobernadores, legisladores y dirigentes del PJ-FpV. Estos en el mejor de los casos hacen críticas verbales leves a Macri, tras haber sido sus socios y apoyos en numerosas leyes y decisiones del ajuste.

Estos peronistas de derecha, parecidos a Macri, no quieren rebelión popular sino seguir esperando su turno hasta fines de 2019. En el mientras tanto será el pueblo quien reciba más ajustazos, mazazos y balazos por la cabeza.

El PL ratifica su consigna de 2001: “Si la entrega, el ajuste y el hambre son ley, la Rebelión será justicia”.

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