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Reforma tributaria a favor de los ricos

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El gobierno giró un proyecto de reforma tributaria que complementa lo que viene realizando desde su asunción. Apunta a reducir gravámenes a los sectores económicamente más poderosos, al tiempo que sostiene y amplia la carga sobre la gran mayoría de la población.

El sistema tributario argentino estaba lejos de ser “progresivo”, dado que un impuesto que golpea más a los sectores de menores ingresos (como el IVA) constituye una fuerte fuente de ingresos para el fisco. Por otra parte, el impuesto a las Ganancias ya afectaba a una parte de los trabajadores. Desde la asunción del gobierno de Macri, la regresividad se profundizó; los cambios que se plantean ahora van en el mismo sentido, más allá de la incorporación de un suave impuesto a rentas financieras.

Antes el gobierno había dispuesto la eliminación de retenciones a la exportación (primero para los productos agrícolas -excepto la soja, que disminuyó paulatinamente- y luego para los industriales). Este cambio implicó que el Estado dejara de recibir casi 70.000 millones de pesos anuales, según el cálculo del Centro de Estudios de Política Argentina (CEPA). Esto significó una merma en los gravámenes percibidos de un sector con grandes ganancias.

A esa medida siguió la disminución de los porcentajes y el aumento de los montos imponibles para el Impuesto a los Bienes personales, que pasó de 1,25% en 2015 a 0,50% en 2017. Para 2018 ese porcentaje bajará aún más, llegando apenas al 0,25%. Este cambio fue introducido con la misma ley que habilitó el blanqueo de capitales sin obligación de repatriarlos, blanqueo que comprendió también a inmuebles y otros activos en el exterior. Gracias a esa ley los sectores más ricos (incluidos familiares y amigos del presidente) reconocieron poseer en conjunto más de 116 mil millones de dólares. De esa manera se les perdonaron las deudas fiscales que tuvieran por esos bienes, y de paso se les redujo lo que tendrían que pagar por éstos en concepto de bienes personales. Según la estimación de CEPA, las reducciones en este impuesto le privaron al Estado del ingreso de unos 20.000 millones de pesos.

La reforma que ahora se presenta no modifica estos puntos, y al mismo tiempo profundiza la regresividad.

A favor de los sectores más concentrados, la nueva ley disminuye el porcentaje del impuesto a las ganancias para las utilidades que fueran “reinvertidas”. Antes tenían que pagar un 35% sobre las utilidades, mientras que lo puesto en consideración del Congreso lo reduce al 25%. CEPA desconfía de que se cumpla con la mentada reinversión, ya que las empresas extranjeras tienen muchas más facilidades para remitir sus ganancias a las casas matrices y porque estos sectores cuentan con los mejores recursos para evadir impuestos.

En cambio, el proyecto no avanza en la promesa electoral de Cambiemos de eliminar el impuesto sobre los salarios (la Cuarta Categoría del gravamen). No sólo eso: aumentará la cantidad de asalariados que pague el impuesto y los que ya pagan tendrán una carga mayor.

En efecto, el proyecto propone eliminar todas las excepciones previstas por leyes anteriores, salvo la que establece una serie de ítem que pueden deducirse del monto imponible para los trabajadores petroleros. Los demás trabajadores pierden cualquier ventaja lograda en ese terreno. También elimina los regímenes que favorecían a los asalariados de La Pampa, Río Negro, Chubut, Neuquén, Santa Cruz y Tierra del Fuego, quienes verán incrementadas sus cargas.

Pero esto no es todo: el monto imponible ahora contemplará viáticos, movilidad, bonificaciones especiales, riesgo profesional y otros adicionales que actualmente no se cuentan para calcular el impuesto.

Mientras se propone reducir impuestos a las empresas con fines de lucro, el proyecto decide gravar a las asociaciones, fundaciones, cooperativas y entidades civiles y mutualistas.

Los aumentos de algunos impuestos internos, como los de las bebidas azucaradas o el cigarrillo, si bien se justifican en razones de salud, son regresivos como todos los impuestos al consumo

El único rasgo positivo del paquete, y que seguramente le servirá al massismo y otros sectores para justificar su apoyo, es la incorporación de gravámenes a las ganancias de algunas actividades financieras. Sin embargo, se estima que su impacto real será muy bajo. CEPA calcula que sólo recaudarán 50 millones en 2018 por los impuestos percibidos de grandes depósitos bancarios. Esa hoja de parra no disimula la bestialidad de la reforma macrista.

JORGE RAMÍREZ

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