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Macri es chequera para pocos y garrote para muchos

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Ante el descontento social y las manifestaciones en aumento, el gobierno nacional endureció aún más su discurso y accionar, y pasó de la violencia verbal y mediática, a la explícita en los hechos, aplicando represión pura y dura.

Luego de sostener un enfrentamiento con los gremios docentes (particularmente con Suteba de Roberto Baradel), planteado en términos de guerra en medios de comunicación, el macrismo redobló la apuesta, y el domingo 9 de abril por la noche en la Plaza del Congreso, ordenó a la policía Federal una fuerte represión con palos y gas pimienta, en la que cuatro docentes terminaron detenidos.

Esa noche los docentes montaban una estructura para una “carpa blanca” donde funcionaría una escuela itinerante, como medida de protesta, para la cual habían solicitado la autorización. En clara muestra de creatividad en la acción, los compañeros trabajadores de la educación, respondían así a las exigencias de abandono, infundadas críticas e intento de deslegitimación por parte de la coalición Cambiemos del ejercicio del constitucional derecho a huelga.

Frente a la virulencia de los ataques mediáticos y amenazas del gobierno y algunos de sus esbirros (especialmente graves, de muerte, a Roby y su familia), los docentes sostienen una dignísima lucha, con importantes medidas de fuerzas y movilizaciones masivas, en las que sufren constantes agresiones y provocaciones de las fuerzas de “seguridad”. Pero lo sucedido en la Plaza frente al Congreso de la Nación supera los límites, excede la imaginación y previsión de hasta el más pesimista. ¡A los maestros NO SE LES PEGA Macri!

El presidente y sus muchachos no son neófitos en la materia de represión. Si repasamos su “prontuario”, lo primero que se nos viene a la cabeza es la brutal represión a los trabajadores de Cresta Roja recién iniciado su mandato; o cuando siendo Jefe de Gobierno de la CABA mandó a la patota Metropolitana a reprimir a trabajadores y pacientes del Hospital Borda; o más recientemente el violento desalojo de la Gendarmería a los cortes durante el paro nacional del 6 de abril, particularmente en Panamericana, donde hubo corridas, balas de goma, carros hidrantes y demás prácticas represivas, con el saldo de manifestantes detenidos, golpeados y heridos.

Es importante recordar que recientemente salió a la luz el pedido de compra de gran cantidad de armamento y equipamiento bélico y represivo (ver nota en este número de LIBERACIÓN), entre lo que se incluye pistolas Taser (descargan 50.000 voltios sobre la persona objetivo), insistiendo Macri en un elemento de tortura que ya había intentado adquirir para la Policía Metropolitana de la CABA. Eso motivó una denuncia del CELS y organismos de DDHH, aceptada por la Comisión Interamericana de DDHH.

Nos encontramos ante una escalada de violencia de las fuerzas de “seguridad” del Estado, que reciben órdenes explícitas y avales implícitos de los funcionarios del PRO-Cambiemos y sus socios gobernadores de provincia. Junto a ello viene aparejado un incremento de la intolerancia y sed de sangre de algunos sectores de la sociedad, que exigen “mano dura”, represión, palos y hasta en algunos casos “exterminio” o eliminación de manifestantes, huelguistas, sindicalistas, piqueteros y sectores populares. Eso se vio en consignas en la marcha oficialista del 1A, o trágicamente con la muerte de un manifestante, ocasionada por un camionero que atropelló a varias personas para atravesar un corte de ruta en San Lorenzo.

El gobierno nacional, que decía venir a “unir a los argentinos”, “cerrar la grieta” y demás falacias de campaña, acentúa su perfil reaccionario, provoca una división cada vez más profunda y marcada, y genera una ruptura del entramado social que será muy difícil recuperar. En complicidad con los medios hegemónicos de comunicación, socios en sus negociados, deslegitiman y demonizan la protesta social, la militancia política y sindical, además de bajar una línea de violencia e intolerancia al núcleo duro de sus votantes y adherentes, camuflados en un discurso falso de moral y corrección política.

Hoy nos gobiernan los civiles de la dictadura. Aprenden de sus “errores” y no están dispuestos a que ocurra otro 2001, pero su modelo de ajuste salvaje y saqueo al Pueblo, no cierra sin represión. Todas las organizaciones del campo popular debemos trabajar en unidad de acción y de manera coordinada en las calles, acompañándonos y cuidándonos entre todos, denunciando los atropellos de este gobierno desbocado y buscando un frente por la liberación de nuestra Patria y la segunda y definitiva independencia.

EMI STORANI

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