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Luces y sombras sobre una experiencia memorable

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He leído con mucho interés y atención el libro “La CGT de los Argentinos, historia de lucha y resistencia”, escrito por doce autores y con prólogo del gran Rodolfo Walsh, de una colección dirigida por Marco Rosetti.

En líneas generales es un buen libro, sobre todo en la parte donde se cuenta la historia de esa CGTA dirigida por Raymundo Ongaro, Agustín Tosco, Jorge Di Pascuale, Alfredo Ferraresi y muchos más. Que las nuevas camadas de dirigentes y activistas conozcan esa experiencia es algo muy necesario.

Desde el punto de vista marxista-leninista son importantes estas experiencias obreras aún cuando hayan tenido una vida limitada, de dos años, una brevedad que en el libro no es profundizada. A la hora de las victorias se escriben muchas cosas, en las que terminan en derrotas es más extraño, de allí lo valioso de este texto.

A lo largo de las 170 páginas los lectores se familiarizarán con el Congreso “Amado Olmos” de marzo de 1968 donde Ongaro ganó la mayoría, fundándose esta etapa. También sabrán de su orientación hacia un sindicalismo de liberación, por los discursos de sus dirigentes, pero sobre todo por hechos prácticos promovidos en todo el territorio nacional, desde el norte santafesino hasta Tucumán, desde Fabril Financiera hasta Corrientes, desde Rosario hasta el Cordobazo,etc.

“Unirse desde abajo, organizarse combatiendo”, “más vale honra sin sindicatos que sindicatos sin honra”, “la rebelión de las bases”, son algunas de las ideas fuerza. Ese gremialismo no luchaba solamente por salarios y colonias de vacaciones sino por un proyecto político de liberación, ese fue un legado para el presente donde Argentina viene siendo conducida otra vez a una degradación semicolonial, Macri mediante.

Entonces había una burocracia sindical muy traidora, que Amado Olmos, dirigente de Sanidad, definía muy bien como “hijos del capitalismo, sindicalismo amarillo, imperialista”.

La pléyade de dirigentes combativos es altamente rescatable, igual que su programa del 1 de Mayo de 1968, redactado por Rodolfo Walsh, de tanto valor literario y político como su “Carta de un escritor a la Junta Militar” de marzo de 1977.

En 1966 se había impuesto el golpe militar. El dictador Onganía y Krieger Vasena, ministro de Economía, venían aplicando un libreto totalmente favorable a los monopolios extranjeros y nacionales, y abriendo las puertas al FMI y Banco Mundial. Un notable parecido con lo que hace hoy Macri, con su dictadura civil del gran capital monopolista y sirviente del imperialismo.

Como si fuera hoy, el programa de la CGTA denunciaba: “es el Fondo Monetario Internacional el que dicta los presupuestos del país y decide si nuestra moneda se cotiza o no en los mercados internacionales”.

 

LAS SOMBRAS

Los enfoques erróneos de los autores tienen que ver con su peronismo acrítico. En consecuencia, presentan a un general Perón visionario y revolucionario que apoyó a Ongaro. Así omitieron la primera etapa, de su “desensillar hasta que aclare”, cuando Perón apoyó la táctica traidora de Vandor y el participacionismo, de asistir a la asunción de Onganía y ministros como Rubens Sansebastián. Y omitieron también la etapa posterior, cuando Perón quita apoyo a Ongaro, muchos gremios abandonan la CGTA y vuelven a Azopardo 802, y eso termina con José Rucci como secretario de CGT. Esa historia es ocultada, como si el participacionismo hubiera sido un fenómeno ajeno al General.

Coherente con ello, Juan Carlos Jara y otros autores escriben que “el 30 de junio de 1969 es asesinado en su despacho Augusto Vandor”. Para los marxistas ese fue un ajusticiamiento, como el de Rucci en 1973, independientemente de los momentos y conveniencias. Para estos autores, Vandor y Rucci eran “compañeros”.

Muchos peronistas suelen ser sectarios para con la izquierda. Y en el libro hay dos botones de muestra, de diferente tamaño. Al hablar del periódico de la CGTA se mencionan a casi todos sus integrantes y colaboradores, excepto a Emilio Jáuregui, un marxista revolucionario que culminó militando en Vanguardia Comunista, actual PL, y fue asesinado en junio de 1969. Por algo Emilio, secretario general de la Fatpren (prensa) fue velado en el local de Paseo Colón 731 y llevado en movilización hasta la Recoleta, donde hablaron Roberto Cristina por VC, Ricardo de Luca por la CGTA y Eduardo Jozami por los amigos.

Se dirá que fue un olvido de los 12 autores. Hubo otro acto más grave de sectarismo: haber omitido de la historia de lucha y programas al Sitrac-Sitram (1970- 1971). Lo desaparecieron en el texto y en el apéndice documental donde están los programas de La Falda, Huerta Grande, CGTA, el de la CGT de Saúl Ubaldini en 1986 y el de la Corriente Federal de Trabajadores de 2016.

Es una falla fundamental de la corriente sindical y política que se expresa en este buen libro histórico. Al amputar esa parte clasista de su racconto, termina limitando su edición a un justo homenaje pero que no propone hoy a los trabajadores y el pueblo un programa y dirigentes que sean dignos continuadores de Ongaro, Tosco y los suyos.

¿Ricardo Pignanelli del SMATA lo es? En absoluto. El programa de los 27 puntos de la Corriente Federal es progresista, pero a diferencia del de 1968 no plantea nacionalización de la banca y el comercio exterior, reforma agraria, expropiación de los monopolios y otros puntos fundamentales y súper necesarios. Suena ridículo en este marco su punto 12: “Nueva ley de inversiones extranjeras que ofrezca seguridad jurídica al capital”. Lo suyo es tibio. La CGTA era sindicalismo de liberación.

SERGIO ORTIZ

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