SÍGANOS EN

Breve Historia del PL

La lucha de TUPAC en las universidades argentinas

Publicado

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por Gonzalo Pedano

Historia y fundación de TUPAC

 

TUPAC (Tendencia Universitaria Popular Antiimperialista Combativa) es la corriente estudiantil orientada por la organización Vanguardia Comunista, hoy PL, fundada en 1969 por “Lelel” Horane y Jorge Montero, desaparecidos por la dictadura en 1978.

La tendencia nace en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, pero se extiende a diversas universidades del país: Santa Fe, Córdoba, Tucumán, Mar del Plata, Mendoza, etc.  Es así que alcanza un importante desarrollo llegando a ser junto al FAUDI (Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda) la principal fuerza de la  izquierda revolucionaria en el frente estudiantil, en los primeros años de la década del ´70. Fue precisamente dicha relevancia para el movimiento estudiantil, lo que constituyó a TUPAC en un blanco central de ataque para las fuerzas represivas parapoliciales y militares.[1]

Una historia de la disidencia estudiantil y una memoria de los enfrentamientos universitarios, necesariamente deberá tener presente a la Tendencia. Como sostenía el sociólogo francés Pierre Bourdieu: “[…] en cualquier campo encontraremos una lucha, cuya formas específicas habrá que buscar cada vez, entre el recién llegado que trata de romper los cerrojos del derecho de entrada, y el dominante que trata de defender su monopolio y de excluir a la competencia”[2].

Durante la década del 70’, TUPAC no sólo consigue romper con el cerrojo de una Universidad de “élite”, sino que junto a otras fuerzas políticas y estudiantiles pone en jaque al conjunto de prácticas pedagógicas hegemónicas funcionales a las desigualdades de clase.

Una consideración de sus propuestas políticas, desde su aparición hasta la actualidad, conjuntamente con un estudio de los proyectos pedagógicos de relevancia académica de los que formó parte –caso del “Taller Total” de Arquitectura de Córdoba-, permite elaborar los trazos de una impugnación a esa Universidad cuyos intelectuales adherían a los intereses de la clase dominante y los reproducían.

Sin embargo, no sólo la Universidad respondía a esos intereses, la misma se enmarcaba en un contexto histórico, político y económico de signo particular. El golpe militar que derrocó a Arturo Illía el 28 de junio de 1966, autodenominado “Revolución Argentina”, en su Estatuto establecía que el Presidente de la Nación no tenía carácter provisional; que los interventores provinciales serían considerados como gobernadores y que los jueces y otros altos funcionarios debían jurar primero al asumir por el Estatuto y después por la Constitución. Como Presidente de facto designado por los tres comandantes en jefe de la Junta Militar, Juan Carlos Onganía designó una nueva Corte Suprema, disolvió los partidos políticos y el Poder Legislativo e intervino las universidades del país. Terminó así con la autonomía de las mismas y con la libertad de cátedra, en el marco de un estricto control de los contenidos pedagógicos.

Según Sáenz Quesada: “la Cámara Argentina de Comercio, la Bolsa de Comercio, la Unión Industrial, la Sociedad Rural, CARBAP, la Asociación de Bancos y ACIEL (Instituciones Empresarias Libres) apoyaban la dictadura: ese régimen aséptico y “apolítico” les garantizaba que sólo los militares y las grandes empresas accederían al poder”.[3]

Es importante destacar, que a raíz de esta fuerte intervención de las Universidades, el 29 de julio de 1966 se produjo un violento episodio conocido como “La noche de los bastones largos”, en el que la Policía reprimió duramente a estudiantes, docentes, visitantes extranjeros y autoridades de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires por hacer una asamblea desafiando el edicto restrictivo de las reuniones públicas.

Esa noche hubo cerca de 200 detenidos y numerosos heridos más. En los meses siguientes, cientos de docentes e investigadores fueron despedidos, cesanteados, expulsados y forzados a abandonar el país.[4]

Es precisamente en el marco de este contexto histórico general de nuestro país y en el contexto específico universitario, que hay que situar la aparición y la participación de TUPAC.[5]

Posteriormente, la dictadura militar de 1976 profundizará radicalmente la persecución política y directamente el exterminio de los militantes de diferentes organizaciones populares, en el marco de aplicación de una mecánica de aniquilamiento nunca antes vista. El 25 de marzo de ese mismo año, la Junta Militar “disolvió” por decreto–ley el Partido, que por entonces ya no se llamaba más VC, sino Partido Comunista (marxista- leninista), y en 1978 recrudeció todavía más la campaña de aniquilamiento contra el mismo.

A lo largo de junio, julio y agosto de ese año logró capturar a muchos dirigentes y militantes. La mayor parte de los compañeros de TUPAC será vista en “El Vesubio”, Centro Clandestino de Detención bajo jurisdicción del I Cuerpo de Ejército y el general Guillermo Suárez Mason. La participación y el compromiso de nuestros compañeros con el movimiento estudiantil de aquel entonces y con diferentes experiencias pedagógicas desarrolladas, convirtió a la Tendencia en un objetivo a desarticular y eliminar por parte de las fuerzas represivas de la contrarrevolución.

Sin embargo, con las fuerzas severamente reducidas, el Partido desestructurado y TUPAC casi desmembrado, en 1979 se publicaba un nuevo número de la Revista “No Transar”, órgano por entonces de la organización, que en su tapa decía: “El Partido no se rinde”. [6]

Sin aparato, sin finanzas y con una derrota a cuestas, comenzaba la dura tarea de la reconstrucción. La misma fue encabezada por Mario Geller, a cargo hasta ese momento de la regional noroeste y Sergio Ortiz, secretario político de la regional Córdoba y proveniente de TUPAC. Eran los únicos dos miembros plenos sobrevivientes del Comité Permanente del Comité Central. También participó de la reconstrucción Carlos M. Malvicino, miembro por entonces del Comité Central.[7]

Habrá que esperar hasta octubre de 1983, para que el partido celebre en Córdoba su III Congreso Nacional, realizado en la legalidad por primera vez, en su local de calle La Rioja 49. A partir de dicho congreso el Partido asume su nombre actual. Es también en diciembre de 1983 cuando se descubren las ruinas de lo que había sido el “El Vesubio”. Se hizo una conferencia de prensa en la Capital Federal, se llevó al periodismo hasta el lugar y se encontraron restos de pisos de mosaicos, botones de uniformes de fuerzas de seguridad, utensilios, restos de medicamentos con sello de IOSE (Instituto Obra Social del Ejército), etc., que confirmaban totalmente las denuncias previas de los sobrevivientes.

Comenzaba así la difícil reconstrucción de lo sucedido con los compañeros de TUPAC y de VC. Para ello, se participó activamente en la creación de la Asociación de ex Detenidos–Desaparecidos, cuyos testimonios serán fundamentales para la realización del Juicio a las ex Juntas Militares en 1985. El ex camarada Jorge Watts fue el primer presidente de la flamante AEDD, cuyas conferencias de prensa denunciando los crímenes de “El Vesubio” y las acciones judiciales emprendidas, con Luis Zamora como letrado, se hicieron en el local central del PL en Avenida Corrientes al 1049, Capital Federal. La Asociación funcionaba todas las semanas en el departamento de Antonia Alvarez de Cristina, la mamá de Roberto, en Avenida Rivadavia y La Plata.

La dictadura dejó un movimiento estudiantil diezmado y con lo mejor de su base militante víctima de esa represión que marcó un periodo de poca actividad y participación política de los estudiantes, salvo por cuestiones meramente académicas y de defensa de los Derechos Humanos. Desde los ´90 el movimiento ha comenzado a recomponerse, vinculando sus intereses a los del pueblo: apoyando a los trabajadores desocupados, luchando contra la Ley de Educación Superior, piquetes y cortes de rutas. TUPAC es parte de esa reconstrucción.

Tenemos la certeza de que esa reconstrucción implica, quizás como una de sus tareas más importantes, la de continuar el camino que emprendieron nuestros compañeros asesinados y desaparecidos. El estudiante de TUPAC que luchaba en la Facultad, se solidarizaba con las luchas populares de las que era parte, tenía una concepción dialéctica del conocimiento y una práctica revolucionaria de su transmisión. Es decir que enseñando y aprendiendo del pueblo buscaba constituirse en sujeto transformador de la realidad. Así se aportaba a la unidad obrero-estudiantil, se enfrentaba a las dictaduras y se trabajaba por una Universidad al servicio del pueblo.

En este sentido, la tarea de reconstruir la historia de TUPAC y de los jóvenes militantes que le dieron fuerza, se debe para nosotros al intento de evitar uno de los peores errores políticos que se pudieran cometer: el de no saber quienes nos precedieron en la lucha.  [8]

 

 

Propuestas Políticas

 

Es imprescindible, para una comprensión acabada de los aportes de TUPAC, tener presente el contexto histórico referido al movimiento universitario, las instituciones universitarias y las condiciones políticas y económicas del país. Precisamente, una de sus consignas más destacadas insistía en la necesidad de no aislar a la Universidad de los problemas sociales, económicos y políticos de la sociedad argentina. “Me parece que el proceso que vive la Universidad, y en este caso de Córdoba, donde yo estuve desde 1969 hasta 1974, no se puede separar del proceso que vivía la provincia, el país y el mundo prácticamente, sobre todo en el aspecto político”, señalaba Sergio Ortiz.[9]

“Córdoba había sido el epicentro de la primera resistencia estudiantil a la dictadura de Onganía cuando, una fecha bastante olvidada en los últimos años, el 12 de septiembre de 1966 matan a Santiago Pampillón aquí en la Avenida Colón frente al Cinerama, en protesta contra la intervención de las universidades […]. O sea que acá había una tradición de lucha  que seguramente partía de sus raíces más profundas y más viejas con la Reforma del 18. Pero ya en los años ´60  y casi los ´70 como fue el Cordobazo, esa lucha estudiantil  no sólo se hizo más fuerte desde el punto de vista del número y la cantidad, sino que superó un problema político que la había inhibido”. En efecto, Ortiz señala que el movimiento estudiantil comienza a estrechar fuertes lazos con los obreros, superando el problema político del aislamiento y las luchas parcializadas, cuando no del espíritu pequeño burgués de “la isla” o, peor aún, del gorilismo antipopular.

TUPAC será, así, una de las agrupaciones que actuará consecuentemente con la consigna de la unidad obrero–estudiantil. “Obreros y estudiantes, unidos y adelante” era el lema de muchos en ese tiempo.

El entrevistado comenta que, fruto de esa unidad, él y otros compañeros de TUPAC fueron a apoyar una huelga de hambre realizada en diciembre de 1970 por los obreros de SITRAC despedidos de la empresa FIAT de Córdoba, siendo detenido por la Policía de la Provincia y condenado a dos años de prisión por aplicación de la Ley Anticomunista Nº 17.401. A raíz de esta detención y otras sucedidas, en marzo de 1971 una movilización popular fue por primera vez a rodear una cárcel donde estaban los presos políticos en Córdoba. TUPAC había sido uno de sus impulsores y unas 2.000 personas llegaron hasta Encausados. Desde sus celdas hablaron a los manifestantes Ignacio Vélez (Montoneros), Domingo Menna (PRT-ERP) y el propio Sergio.

De esta forma, TUPAC hacía hincapié en la necesidad de no aislar los reclamos estudiantiles de las luchas políticas más amplias y en el vínculo con la clase obrera. Es así que los reclamos por el libre ingreso de estudiantes y la anulación del examen de ingreso eliminatorio, la lucha por un presupuesto universitario mayor y por una Universidad al servicio del pueblo, venían articulados con las luchas políticas contra la dictadura del general Onganía, con los obreros combativos y las organizaciones de solidaridad con los presos políticos. Jorge Weisz, estudiante de Ingeniería de Buenos Aires, fue a trabajar como electricista al ingenio Ledesma en Jujuy, propiedad de la oligárquica familia Arrieta-Blaquier. Rubén Kriscautsky fue a Córdoba –“el corazón rojo de la Patria”-, atendiendo a los contactos del IME-Fábrica Militar de Aviones. Elías Seman vivió en Saladillo, un barrio obrero de Rosario ligado al Frigorífico Swift.

Aunque en los hechos se había formado TUPAC en una reunión anterior en Santa Fe, organizada por Lelel Horane, fue en agosto de 1971 que se realiza en Córdoba el Primer Congreso Nacional de la Tendencia, bajo el liderazgo de Jorge Montero. Allí se llama a los integrantes de los tres claustros (docentes – no docentes y estudiantes), al FAUDI y demás sectores de la cultura a unirse a TUPAC “para desencadenar una ofensiva contra la dictadura y su política en la universidad”.[10]

Esta experiencia de unidad con otras fuerzas políticas dentro del espectro de la izquierda nacional, no será la única. TUPAC no sólo insistía en la unidad obrero-estudiantil, también sostenía la necesidad de unir esfuerzos con otros sectores políticos de la militancia. Compartía la importancia que le asignaba el Che al tema de la unidad de los revolucionarios y la necesidad política de unirse para desarrollar “las fuerzas subjetivas de la revolución”.

Dicha unidad entre diferentes fuerzas políticas, se desarrolló en el marco de una aguda polémica dada al interior del movimiento estudiantil “que se venía instalando desde la intervención de la Universidades Nacionales en 1966 y que recrudeció a partir de los grandes hechos de masas de 1969, a partir de un diagnóstico bastante extendido que refería a su crisis organizativa”.[11]

Ante este cuestionamiento referido a la forma organizativa del movimiento estudiantil, se perfilaron históricamente dos grandes propuestas. Una era la de aquellos que, como la Franja Morada, el Movimiento Nacional Reformista (socialistas) y agrupaciones vinculadas al Partido Comunista, pretendían continuar con una organización estudiantil basada en los Centros de Estudiantes y Federaciones. Por otro lado, existían un conjunto variado de organizaciones, como TUPAC y el FAUDI, que sostenían la necesidad de una organización estudiantil basada en los Cuerpos de Delegados, entendidos como la alternativa revolucionaria a los burocráticos Centros de Estudiantes cuyos planteos parecían quedarse en un reformismo. Esta última posición sostenía que los Centros se habían transformado en estructuras vetustas y formales, inscriptas en concepciones políticas de signo liberal que frenaban la movilización estudiantil.

Según Bonavena, esta nueva propuesta de organización cobra cada vez más fuerza, destacándose entre ellos los cuerpos de delegados de la Universidad Nacional de Córdoba y de la Universidad de Buenos Aires. Sin embargo, “cabe subrayar que si bien tales organismos surgieron como opción a los centros, no pocas veces lograron armonizar con ellos su acción, potenciándola, al igual que con otras formas de aglutinamiento del activismo estudiantil”.[12]

Destacable en este sentido, fue lo sucedido en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en junio de 1971, en el que un conjunto de agrupaciones peronistas y marxistas, entre las que se encontraba TUPAC, “decidieron asumir el poder de la Facultad, para tratar de traer al ámbito universitario las experiencias de poder que viene dando nuestro pueblo desde 1955, como las tomas de fábrica, La Calera, Marín, etc”.[13]

Desconociendo la autoridad del decano interventor designado por la dictadura, Ángel Castellán, se conforma un Cuerpo de Delegados, cuyo cuerpo ejecutivo se integraba por uno o más delegados por materia de cada carrera de la Facultad (se afirma que llegó a haber unos trescientos delegados), incorporándose al ejecutivo los docentes como minoría. Distintas agrupaciones participaron de esta experiencia: la Coordinadora Nacional de Docentes Peronistas, la Agrupación Docente 29 de Mayo, Docentes de Psicología, la TERS, TUPAC, FAUDI, entre otras.

Específicamente, la asamblea realizada el 10 de junio, sancionó un programa postulando al mencionado Cuerpo de Delegados como la dirección permanente de la Facultad. Dicho programa se pronunciaba: “1- Contra la división de carreras; 2- Contra el plan de la intervención y todo plan de estudios elaborado sin participación del estudiantado; 3- Contra la colaboración o negociación con las autoridades. 4- Por la elaboración de planes de alternativa al servicio del proceso de liberación; 5- Contra los exámenes de ingreso; 6- Contra la represión y la tortura; por el levantamiento de sanciones y expulsiones, la libertad de compañeros presos y detenidos políticos; 7- Contra la dictadura y sus variantes golpistas o electorales”.

Habiendo sido cerrada la Facultad por tiempo indeterminado por disposición del Decano interventor, el nuevo Cuerpo de Delegados logró garantizar el dictado de clases en bares, calles, otras facultades de la UBA y en la Universidad Tecnológica Nacional. Esta experiencia, que aquí sólo mencionamos brevemente, fue conocida como la experiencia del “doble poder docente–estudiantil”.

 

 

Taller Total en la Universidad Nacional de Córdoba

 

Desde 1970 a 1976 se desarrolla en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad Nacional de Córdoba una novedosa experiencia pedagógica y política. Se reformula radicalmente el Plan de Estudios vigente, se pone en cuestión el modelo profesional hegemónico del Arquitecto, se abordan problemáticas sociales a los fines de proponer soluciones transformadoras desde la disciplina, se da forma a una nueva matriz político-epistemológica. Taller Total, se denominó a esta experiencia que hizo juicio político y académico a docentes que expresaban en forma concentrada la ideología burguesa, caso de la arquitecta Marina Waisman, a la que separó de la facultad.

TUPAC fue parte de esa experiencia de cambio. El compañero Jorge Montero estuvo allí en el año 1972; Sergio Ortiz ese año y en 1973, y Víctor Hugo Paciaroni al año siguiente, ocuparon respectivamente el cargo de Secretario General del Centro de Estudiantes de la FAU durante parte del desarrollo del Taller Total. Los docentes Ennio Fatibboni y Roberto Suez eran de VC y junto con los militantes de TUPAC elaboraban la política y militaban en esa facultad. [14]

Cabe agregar también que de dicha experiencia académica formaron parte también militantes de diferentes organizaciones políticas: el PRT–ERP, Montoneros, FJC (Federación Juvenil Comunista), Línea de Acción Popular (LAP), grupo de Base (cercano a El Obrero), TERS (Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista), y sobre todo el CIU-FAUDI, que tenía mayor desarrollo y dirigía el centro, ligado al PCR (Partido Comunista Revolucionario). [15]

La confluencia de diferentes fuerzas políticas de la izquierda, representa precisamente uno de sus aspectos más destacados, ya no sólo realizando una crítica de la enseñanza, sino una propuesta superadora.

Es así que, en uno de los documentos fundantes del “Taller Total” se planteaba que “lo que se propone en última instancia es el reemplazo de una práctica y enseñanza fundadas en un eje técnico–estético por una estructura orientada por el eje científico social. Científico en tanto que entraña el conocimiento real de nuestros problemas, referidos al quehacer específico del arquitecto. Social en tanto que no puede separarse el conocimiento de la solución efectiva, profunda y radical que deba darse a esos requerimientos”.[16] Se pretendía, así, consolidar la formación de un profesional al servicio de la transformación de los problemas sociales, en el marco de un cuestionamiento radical del régimen de enseñanza vigente que no dejaba de tener presente el contexto político.

En este sentido, la “Agrupación de Docentes Peronistas de Arquitectura”, otra de las diferentes organizaciones que confluyeron en esta experiencia, consideraba que el Taller Total debía ser parte “de una propuesta que permita sacar a la Universidad de su aislamiento y la inserte definitivamente en el marco de la realidad de su pueblo, porque en él está su razón de ser. El principal objetivo de una Universidad abierta al pueblo, será el de integrar la ciencia, el arte y la técnica dentro de la lucha revolucionaria en todos los niveles, dentro y fuera del movimiento nacional peronista”.[17]

En el marco de las prácticas y concepciones características del Taller Total, se insistía así en necesidad de una Universidad que dejara de ser funcional a los intereses de la clase dominante de nuestro país, aliada del imperialismo y ejecutora de su política. Por ello, uno de los docentes que participó durante todo el desarrollo del Taller, sostuvo: “[…] el Norte que guiaba era la abierta y explícita ruptura con la clase dominante que nos acuñó” (Benjamín Elkin, Taller Total, 2000, pág. 71).[18]

Con el TT la arquitectura se abrió a nuevos contenidos pedagógicos. Aparecen las problemáticas referidas a la historia y propiedad de los medios de producción, a las condiciones históricas de producción, a la infraestructura económica y la superestructura ideológica, a la relación verticalista docente–alumno, a la enseñanza compartimentada, fragmentada y descomprometida, al estudio y la investigación de las problemáticas sociales vigentes y a un abordaje interdisciplinario de las temáticas en estudio.

Si, como se mencionó anteriormente, en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UBA, TUPAC participó de una experiencia conocida como “el doble poder docente estudiantil”, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNC,  la Tendencia logra ejercer la Secretaría General del Centro de Estudiantes durante tres años. Inclusive en el congreso de la FUA,  realizado en 1973, TUPAC coloca por primera vez un miembro en la Junta Ejecutiva de la Federación, Sergio Ortiz, quien había participado de aquella experiencia de Arquitectura.

Aunque TUPAC hoy existe en universidades como Córdoba y Luján, entre otras, y en terciarios de Buenos Aires, su influencia es todavía bastante limitada. Esas nuevas camadas de militantes tienen el desafío de volver a implantar la tendencia en el movimiento de masas actual de la Universidad, donde las limitaciones presupuestarias, la necesidad de nuevos planes de estudios ligados a las necesidades populares, la anulación de la vieja ley de Educación Superior legada por el menemismo y por supuesto la permanente lucha por la liberación nacional y social, son algunos de los temas pendientes.

Si la dirección política del movimiento estudiantil va a oscilar entre el reformismo de Franja Morada y MNR, por un lado, como ocurre a nivel de la FUA; y un arco supuestamente de izquierda nutrido por el trotskismo del PO, MST, PTS, IS, en varios casos aliado a La Corriente o Cepa (PCR), como se verifica en la FUBA de Buenos Aires, entonces el movimiento estudiantil universitario no podrá desplegar plenamente su rol junto a la clase obrera y el pueblo. La izquierda revolucionaria tiene que terciar en esa batalla por la dirección del movimiento estudiantil y ese es el desafío para los estudiantes de TUPAC.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS

[1] El listado de asesinados y desaparecidos de la agrupación, es el siguiente:

 

  1. Eduardo Gabriel Horane (fundador de TUPAC, desaparecido en la Iglesia Santa Cruz, diciembre de 1977).
  2. Horacio Elbert (TUPAC Filosofía de Bs As, desaparecido junto con Horane).
  3. Patricia Oviedo (TUPAC Medicina Bs As, desaparecida junto a Orane y Elbert).
  4. Ángela Auad, TUPAC de Tucumán, desaparecida en la Iglesia de la Santa Cruz.
  5. Jorge Montero (fundador de TUPAC, ex estudiante de Ingeniería de Bs As, desaparecido en “El Vesubio” en 1978).
  6. Jorge Weisz (ex estudiante de Ingeniería de Bs As y posterior dirigente gremial en el ingenio Ledesma de Jujuy, desaparecido en diciembre de 1976).
  7. Mauricio Poltarak (ex integrante de la Junta Ejecutiva de la FUBA, desaparecido en “El Vesubio” en 1978).
  8. Raúl Kossoy (dirigente de TUPAC de Filosofía y Letras, asesinado por la Triple A en octubre de 1974 junto a la camarada Ana María Estevao).
  9. Guillermo Moralli (TUPAC de Ingeniería de Bs As, desaparecido en “El Vesubio” en 1978).
  10. Víctor Hugo Paciaroni (TUPAC de Arquitectura de Cba., secretario general del Centro de Estudiantes de Arquitectura, desaparecido en Córdoba en junio de 1976).
  11. Guillermo Pedro Rubio (dirigente de TUPAC de Tucumán, desaparecido en 1976 en esa provincia junto con el ex legislador justicialista Guillermo Vargas Aignasse). Este par de crímenes llevó a que los genocidas Luciano B. Menéndez y Bussi fueran condenados a prisión perpetua en agosto de 2008 en Tucumán.
  12. Julio “Pila” Galeano (TUPAC de Tucumán, desaparecido en Buenos Aires en 1977).
  13. Marcos Chueque (TUPAC de Arquitectura de Mar del Plata, desaparecido en 1977).
  14. Héctor H. Cavallo (TUPAC de Ingeniería de Bs. As., desaparecido en 1978).
  15. Esther Gersberg (TUPAC de Bs As, desaparecida embarazada en “El Vesubio” en 1978).
  16. Luis Moriña Young (TUPAC de Medicina de Mendoza, secuestrado en 1975, preso y desaparecido en 1976).
  1. Alfredo Lipnisky (TUPAC de Bs As, desaparecido en 1976).
  2. Juan Carlos González Velarde, militante de TUPAC de Derecho de Córdoba, desaparecido en marzo de 1976 en esa ciudad.

 

[2] Bourdieu, P.; Sociología y Cultura, México, Grijalbo, 1990, pág 135.

 

[3] Sáenz Quesada, M.; La Argentina. Historia del país y de su gente, Bs. As., Sudamericana 2001, pág. 621.

 

[4] Se estima que fueron cerca 300 los docentes e investigadores argentinos de diferentes universidades nacionales que abandonaron el país, lo que implicó un vaciamiento de diferentes cátedras y equipos de investigación completos.

 

[5] El entonces Secretario del Partido Vanguardia Comunista, Elías Semán, redactaba un documento central en el que se definía la posición del VC, titulado: “Abajo la dictadura militar proyanqui de Onganía”. Desde esta perspectiva, TUPAC nace como el frente universitario de lucha contra esa dictadura.

 

[6] No Transar se editó hasta marzo-abril de 1983, cuando fue reemplazado por Liberación, un censuario de circulación legal, por acuerdo unánime del Comité Central partidario. En 1992 una fracción oportunista de derecha, expulsada del Partido en Rosario, editó un par de números de una revista y la bautizó “No Transar”. La misma conducta irrespetuosa con la organización tomó en 1994 el grupo de Malvicino, expulsado como se explica en este mismo capítulo.

 

[7] El destino de Geller y Malvicino fue disímil con el correr de los años. Geller terminó liderando una fracción oportunista de “izquierda” al perder las votaciones cruciales del V Congreso del PL, en 1990. Se fue y formó el PL (marxista-leninista) de efímera duración. Por su parte Malvicino fue expulsado del PL en 1994, tras haber formado una fracción oportunista de derecha, reflujista. Su grupo se llamó PRL, luego PRML, que vestido con un ropaje izquierdista se sumó al espectro trotskista en apoyar en 2008 “la rebelión agraria” (léase lock out sojero de la oligarquía, liderada por la Sociedad Rural). Luego que los dirigentes oligárquicos fueran citados por la justicia en 2008 por el prolongado corte de rutas en San Pedro, provincia de Buenos Aires, los dirigentes trotskistas, del PCR y el PRML, fueron a dar solidaridad a la Mesa de Enlace en la sede de la Federación Agraria Argentina. Uno de los dirigentes de este grupo, Eduardo Maturano, caracterizó a Alfredo de Angeli como un “muy buen dirigente chacarero”, al que apoyaba.

 

[8] Como sucede en la mayoría por no decir en todas las fuerzas revolucionarias, hay compañeros, incluso buenos compañeros, que no llegan hasta el final, por distintas circunstancias. Carlos Zannini era un militante de TUPAC en la facultad de Abogacía de la Universidad de Córdoba. Era un gran luchador, muy querido por los compañeros. Cayó preso en el centro de esa ciudad, en 1974. Apenas se enteraron los compañeros, corrieron en un viejo Citroen a limpiar la habitación que Carlos alquilaba en los altos de un departamento ubicado en Barrio Jardín. Una compañera, acompañada de Sergio Ortiz, hizo la oportuna recogida de los libros y archivos que allí había, antes que llegara el allanamiento policial. DE todos modos Carlos Zannini estuvo preso varios años y a su salida abandonó el marxismo-leninismo y se hizo peronista. Se radicó en el sur del país. Dentro del justicialismo primero formó una línea interna que enfrentaba a Néstor Kirchner y luego se alió con éste, llegando a ser uno de sus funcionarios de mayor confianza, al punto de ser su secretario Legal y Técnico de la presidencia en 2003. En ese cargo fue ratificado en 2007 por Cristina Fernández de Kirchner.

 

[9] Entrevista realizada el 04/09/08 en el marco de una investigación sobre la experiencia del “Taller Total” en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Córdoba. Sergio Ortiz, actual Secretario General del Partido de la Liberación, fue dirigente nacional de TUPAC en los años ´70, llegando a ocupar en 1974 la secretaría de relaciones obrero–estudiantiles en la Junta Ejecutiva de la FUA (Federación Universitaria Argentina).

 

[10] Bonavena, P.: El cuerpo de delegados como forma organizativa del movimiento estudiantil: apuntes para el análisis del “doble poder” en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Año 1971 – 1972. Consultar en: www.pl.org.ar

 

[11] Ibídem.

 

[12] Ibíd.

 

[13] Ibíd.

 

[14] Al acercarse el golpe de Estado, el docente Suez se alejó del Partido. Ya no habló más de su viaje a Albania Socialista. Se dedicó a su empresa de construcción y prosperó al punto que Edilicia Suez es una de las principales de su rubro en la provincia de Córdoba. Periódicamente se pueden leer sus opiniones de empresario burgués en las páginas de La Voz del Interior, La Nación y otros medios. En “Comercio y Justicia” 23/10/09 se informa: “Edilicia Suez invertirá US$ 7 millones en un nuevo emprendimiento residencial de super lujo ubicado en la intersección de Obispo Oro y Paraná, en Nueva Córdoba. El grupo desarrollista arquitectónico local presentó ayer Art Maison du Parc, un edificio de doce pisos con unidades exclusivas construídas bajo el concepto “luxury residence”, cuyas características principales recaerán sobre el diseño y las terminaciones de alta calidad y seguridad. “La obra comenzará en los próximos días y prevé un plazo de 32 meses para su finalización” adelantó a Comercio y Justicia, Roberto Suez, presidente de la compañía. El proyecto fue concebido bajo una arquitectura con ciertas reminiscencias racionalistas, tendrá un total de 5 mil m2 repartidos en doce pisos y cuatro niveles de subsuelo. Art Maison Du Parc se levantará en una de las zonas más distinguidas de la ciudad, con vistas sobre los espacios verdes del parque Sarmiento y, en el extremo de la Media Legua de Oro Cultural, el circuito que incluye la Catedral, la Manzana Jesuítica, el Museo de Bellas Artes y el Paseo del Buen Pastor, entre otros edificios. Con 250 m2 propios y 310 m2 totales, los departamentos incluirán amplios espacios sociales, master suite de 60 m2, baño con jacuzzi, dependencia de servicios, dos cocheras e ingresos diferenciados. “La venta de estas unidades será  muy personalizada. No está dirigida al público masivo, sino a un segmento específico integrado por matrimonios mayores de 55 años de alto poder adquisitivo, con hijos grandes que viven fuera del hogar”, remarcó Suez. El precio de los departamentos rondará entre US$ 1.800 y US$ 2.000 el m2, y la comercialización estará a cargo de Edilicia Suez”.

Huelgan los comentarios. Este Suez es el mismo pero a la vez muy distinto, el opuesto, al Suez que era docente del Taller Total y militante de izquierda, que desde esa facultad pregonaba el diseño para los sectores populares en vivienda, salud y educación. Ahora su departamento más barato sale 450.000 dólares.

 

[15] No casualmente desaparecieron en 1976 Raúl Molina, presidente del Centro de Estudiantes, perteneciente al FAUDI-PCR, y Víctor Hugo Paciaroni, secretario general del Centro, de TUPAC-VC.  En diciembre de 2008 se presentó el libro “ARQUITECTOS QUE NO FUERON. Estudiantes y egresados de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Córdoba, asesinados y desaparecidos por el terrorismo de Estado, 1975-1983” (ISBN 978-987-24204-0-6).

 

[16] Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) (1971); Taller Total. Plan de Estudios,

Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, pág. 8.

 

[17] Propuesta de la Agrupación Docentes Peronistas de Arquitectura. El documento no tiene fecha exacta, pero por las referencias a hechos históricos en el cuerpo del texto se puede inferir que el mismo fue producido durante el gobierno de Cámpora. El documento fue facilitado por el arquitecto Benjamín Elkin y la socióloga Elsa Chanaguir, a quienes agradecemos su enorme colaboración con la investigación.

 

[18] Elkin, B.(2000); Taller Total, Ferreyra Editor, Córdoba, Pág. 71.

 

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