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Golpe de Estado contra Dilma y la democracia latinoamericana

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El impeachment contra Dilma Rousseff, tenía un final cantado. Como en esas novelas que generosamente exporta Brasil, día a día cambian los protagonistas, se acercan, se alejan, hacen declaraciones, se desmienten, juran amor y traicionan, reprochan, se defienden, se alegran y lloran. Lo único claro para quienes seguimos este proceso de “golpe blando” es que los opositores al gobierno de Rousseff, seguirán adelante con el propósito de destituirla y de golpear de muerte al PT.

El 6 de este mes, una comisión especial del Senado aprobó el informe el informe que determinaba que el pleno del Senado, previsto para el 11, definiría la situación de la jefa de Estado. En caso de aprobación, Dilma sería alejada temporalmente de sus funciones por un máximo de 180 días, mientras la Cámara Alta tome la decisión definitiva. Durante ese tiempo, el vicepresidente, Michel Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, ex aliado del PT, asumiría el cargo.

Pero a 3 días de esa decisión el Presidente interino de la Cámara de Diputados, Waldir Maranhao, quien reemplazó en el cargo al suspendido Eduardo Cunha, procesado por corrupción, invalidó las sesiones por las cuales los diputados aprobaron el pedido de impeachment a Rousseff, aduciendo vicios en la votación. Aceptaba así la apelación de José Eduardo Cardozo, de la Abogacía General de la Unión, que señaló que durante las sesiones los diputados expresaron su voto en relación a temas que no estaban relacionados con “los crímenes de responsabilidad” que son base del impeachment o juicio político. Agregó que además hubo diversas fallas de procedimiento en todo el proceso.

Los seguidores de Dilma festejaron aunque la presidenta pidió cautela recalcando que “vivimos una coyuntura de mañas y artimañas”. El tiempo, unas horas apenas, le dio la razón. Maranhao se retractó, por presiones de su partido, Partido Progresista, que amenazó con la expulsión, lo que le haría perder el mandato. También el Presidente del Senado, Renán Calheiros, del PMDB, desconoció la decisión y decidió dar continuidad a la agenda que prevé comenzar a votar el día 11 de mayo.

Estas idas y venidas le permitieron a Dilma ganar un poco de tiempo y diseñar nuevas estrategias. Hasta ahora, Rousseff anuncia que apelará a todos los mecanismos legales e institucionales para frenar el golpe. Afirma que si se quiere juzgar su gobierno, el jurado debe ser el pueblo por medio de elecciones. “Sólo quienes tienen la legitimidad del voto pueden juzgar”, afirmó. La otra medida, efectivizada el día 10, fue un recurso presentado por la Abogacía General de la Unión, ante el Supremo Tribunal Federal para abortar el proceso de juicio político. De todos modos, como se vio en la votación clave del Senado, el 12 de mayo, su suspensión era crónica de una muerte anunciada.

Este intento de destitución en Brasil es parte de la ofensiva del imperialismo contra los gobiernos progresistas y populares de la región. Este plan cuenta con la descarada complicidad de los medios de comunicación hegemónicos de Brasil, como la red O’Globo. Lo mismo que en Argentina con Clarín-Cablevisión y otros, ocultan, justifican, difaman, mienten y distorsionan todo lo necesario para crear una “opinión pública” adversa a las políticas implementadas para mejorar las condiciones de vida de los sectores populares, la soberanía política y la integración regional. Una integración que se expresó en su punto más alto con el rechazo al ALCA, que presionó a la OEA  para que Cuba fuera reincorporada a ese organismo, que condenó los golpes de Estado de Honduras y Paraguay y que se institucionalizó en organismos como MERCOSUR, UNASUR, CELAC y el ALBA, que no solamente impulsaron medidas de integración económica, sino también políticas  y culturales.

Debemos analizar el impeachment contra Dilma en esa perspectiva ideada y motorizada por el imperialismo que continúa agrediendo sistemáticamente a Venezuela y que impulsa una “nueva derecha” que tiene a Mauricio Macri como su máximo exponente.       Como decíamos en el número anterior de LIBERACIÓN, es importante la pelea parlamentaria para tratar de impedir el impeachment pero tanto o más decisivo será que el pueblo brasileño gane las calles para defender la democracia. Y también que la solidaridad internacional y sobre todo la regional, se haga efectiva. El Premio Nobel de la Paz, Pérez Esquivel, Evo Morales, Nicolás Maduro y el Papa Francisco se han expresado en ese sentido. También el presidente de la Corte Interamericana de DD HH, Roberto Caldas, quien dijo que todo proceso de impeachment debe regirse por los principios del Estado de Derecho. En ese sentido señaló que los parlamentarios tienen los mismos requisitos que los jueces: ser imparciales y escuchar a todas las partes antes de formarse una opinión y decidir. Lo mismo el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, que reiteró que la denuncia contra Rousseff no muestra indicio de “crimen de responsabilidad” y por lo tanto ninguna certeza.

Pese a ello, el jueves 12 fueron 55 senadores corruptos los que votaron por el juicio político a la presidenta, en tanto 22 lo hicieron en contra. En consecuencia, Dilma fue suspendida por 180 días y se abrió un período de luchas y confrontación en Brasil. Ahora sí que las luchas de calles de obreros, campesinos e intelectuales será la mejor defensa de la presidenta y de las conquistas de estos años. 

ELENA RIVERO

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