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En defensa de Corea del Norte

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El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas le impuso una nueva serie de sanciones a Corea del Norte. La resolución fue redactada e impulsada por Estados Unidos, para dañar aún más la economía del país al limitarle sus importaciones de petróleo, prohibir sus exportaciones textiles e imponer otras restricciones a la economía.

Es así como antes de la votación del Consejo de Seguridad, Corea del Norte había advertido a Estados Unidos que podría enfrentar represalias si promovía las sanciones severas. Por su parte, la canciller alemana, Angela Merkel, solicitó una nueva ronda de negociaciones con Corea del Norte, abogando por una alternativa diplomática a las crecientes tensiones militares con Estados Unidos. Merkel destacó el papel que desempeñó Alemania en el acuerdo nuclear de Irán y declaró: “Me imagino que ese formato se podría utilizar para poner fin al conflicto de Corea del Norte”.

Sin embargo, pese a todas las alternativas que se puedan poner sobre la mesa, Corea del Norte es la nación que se encuentra bajo la amenaza constante del imperio. Si en otras regiones del globo se despliegan marines y drones, y se bombardea sin importar las víctimas civiles -y a través de las empresas privadas ligadas a la corporación militar-industrial sacar beneficios extraordinarios mediante la lógica del “capitalismo del desastre”- el objetivo yanqui en Corea es controlar la región y completar el cierre a China. Así es como desde la Casa Blanca (que debería catalogarse Casa Negra de la Muerte) vuelven a expresar cínicamente que si China no colaboraba en solucionar la cuestión coreana, “lo solucionaremos nosotros”.

Los discursos, tweets, dichos y chicanas se encuentran hoy a la orden del día de las relaciones internacionales de alto nivel: la embajadora estadounidense en la ONU, Nikki Haley, acusó a Corea del Norte de estar “suplicando que haya una guerra”. Por su parte Trump tuiteó que “EE UU está considerando, además de otras opciones, detener el comercio con cualquier país que haga negocios con Corea del Norte”. Aun así, los lectores de Liberación deben saber que esta propuesta es casi imposible, ya que el cese del comercio con China, Brasil, Alemania, México y otros países sería una catástrofe económica para Estados Unidos. Trump también criticó, vía Twitter, a Corea del Sur por estar abierta a iniciar conversaciones de paz con Corea del Norte: “Corea del Sur se está dando cuenta, como les he dicho, de que su diálogo apaciguador con Corea del Norte no funcionará. ¡Sólo entienden una cosa!”.

EE.UU. tiene 5.000 ojivas nucleares y Corea del Norte 15. El presupuesto para el año fiscal del imperio es de 639.000 millones de dólares en Defensa y al sur del Paralelo 38 se encuentran más de 35.000 marines. El imperio desparramó su horror entre 1950 y 1953, arrojando sobre Norcorea más explosivos que todos los que se emplearon en el teatro del Pacífico durante el conflicto con Japón, incluidas 38.000 toneladas de napalm. Murió el 20 % de la población. No quedaron puentes, diques ni ciudades importantes en pie, los campos se inundaron, las cosechas se perdieron y si no hubiera sido porque China y la URSS acudieron en su ayuda, la totalidad de la población hubiera muerto de hambre y frío. Así la visión que se tiene en Occidente, de un Estado beligerante, principalmente a partir de la adopción explicita de la política Songun (priorización del sector militar) es bastante parcial. Desde LIBERACIÓN proponemos una alternativa ante un discurso único que se repite ad infinitum con variaciones cosméticas para simular diferencias y hacerse así más tragable a una opinión condicionada por décadas de lavado de cerebro, es el arma maestra del imperialismo.

RUTH GONZÁLEZ

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