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Basta de bloqueo yanqui a Cuba

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El 8 de julio de 1963, hace 54 años, fueron aprobadas las Regulaciones para el Control de Activos Cubanos, del Departamento del Tesoro de EE UU, que constituyen el conjunto de medidas económicas, comerciales y financieras del bloqueo contra Cuba. Incluyen las que involucran a todos los ciudadanos estadounidenses y personas naturales y jurídicas que residen en EE UU. Dispusieron así el congelamiento de todos los activos cubanos allá, la prohibición de exportaciones cubanas hacia este país y las transacciones financieras y comerciales efectuadas en divisas norteamericanas por el gobierno cubano, a menos que fueran aprobadas por una licencia. A la vez se imposibilitó a cualquier persona natural o jurídica estadounidense o de terceros países realizar transacciones en dólares con Cuba o con sus ciudadanos. Desde ese momento, el criminal bloqueo impuesto a Cuba ha producido al pueblo cubano un daño económico de 753.668.000.000 dólares.

Esa política agresiva fue aplicada por las sucesivas administraciones de la Casa Blanca a pesar o en contra de las posiciones de casi todos los países del mundo que votaron en contra en la ONU.  Fue recién en 2014 que Barack Obama, luego de reconocer que esa política fue un fracaso, inició un complejo proceso hacia la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana. Comenzó con las diplomáticas y una veintena de acuerdos en diferentes esferas y el incremento de intercambios de delegaciones oficiales y de hombres de negocios, además del turismo.

Como señaló el canciller cubano, esas medidas “no significan la normalización de las relaciones bancario-financieras pues no se permite que los bancos cubanos tengan bancos corresponsales en EE.UU, encareciendo y alargando innecesariamente los trámites”. Además, no se autorizó la exportación de productos cubanos hacia los EE UU como los medicamentos o servicios. Pero, a pesar de las limitaciones, la “apertura” en las posiciones de EE UU, generaron expectativas positivas, más en la comunidad internacional que en el pueblo cubano, que conoce bien a su vecino poderoso.

Con el cambio de la administración yanqui, cambiaron las políticas hacia Cuba. El 16 de junio en el teatro Manuel Artime de Miami, el presidente Trump anunció un cambio total. Ante veteranos de Bahía de Cochinos y previo homenaje a Bonifacio Haza, antiguo capitán de la dictadura de Fulgencio Batista, responsable de numerosos crímenes, se anunció el fin “del acuerdo desequilibrado” que firmó la precedente administración. Expresó que se mantendrán los vuelos directos y los cruceros entre ambos países, no se pondrán en tela de juicio las relaciones diplomáticas ni los acuerdos migratorios tampoco las remesas, pero “reforzaremos el embargo”. Y “exigió” cambios de orden interno en Cuba como una evolución del sistema político y social cubano.

No se hizo esperar la respuesta del gobierno cubano, que lamentó la vuelta a métodos coercitivos del pasado, reafirmando que no ha negociado ni negociará bajo presión. Denunció además “la manipulación con fines políticos y el doble rasero en el tratamiento del tema, recordando que los derechos a la salud, a la educación, a la seguridad social y a un salario igual son una realidad en la isla, así como los derechos de los niños, el derecho a la alimentación, a la paz y al desarrollo”. Añadió: “EE UU no están en condiciones de darnos lecciones. Tenemos serias preocupaciones por el respeto y las garantías de los derechos humanos en ese país, donde hay numerosos casos de asesinatos, brutalidad y abusos policiales, en particular contra la población afroamericana. Se viola el derecho a la vida, se explota el trabajo infantil y existen graves manifestaciones de discriminación racial, se amenaza con imponer más restricciones a los servicios de salud que dejarían a 23 millones de personas sin seguro médico, existe la desigualdad salarial entre hombres y mujeres, se margina a migrantes y refugiados en particular a los procedentes de países islámicos, se pretende levantar muros que denigran a vecinos y se abandonan los compromisos internacionales para preservar el Medio Ambiente y enfrentar el cambio climático”.

La decisión de Trump repercutió negativamente en el mundo y dentro de EE UU. Sectores empresariales denunciaron que la medida significa un retroceso que les costará 6.6 mil millones de dólares a la economía y destruirá 12.000 empleos. A ese rechazo se sumaron sectores religiosos y el New York Times editorializó sobre “el repentino interés del Señor Trump por los Derechos Humanos, es difícil de tragar. Ningún presidente reciente ha despreciado tanto esos derechos y abrazado con tanta pasión a regímenes autoritarios que maltratan a sus pueblos”.

Esta infame política del imperio no amedrentará al pueblo cubano, sino que fortalecerá su unidad y la convicción de defender su soberanía e independencia y los logros históricos de la Revolución. Debemos rodear a Cuba con el apoyo que merece. MASCUBA ha acordado que la lucha contra el bloqueo será el eje de su actividad en el segundo semestre de este año. Sigamos sumando voluntades y actividades. Cuba se lo merece.

 ELENA RIVERO

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