SÍGANOS EN

Beatriz Perosio

Tejiendo Juntas

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Tejer un hilo puede parecerse mucho a contar historias, a tejer tramas, textos.

Y es lo que una veintena de mujeres realizamos las tardes de los jueves en el comedor del Barrio 17 de Octubre, en el norte de la Capital salteña. Este taller de tejidos es organizado por la Agrupación de Mujeres y Disidencias Beatriz Perosio.

El nombre del taller es: “Tejiendo Juntas”. Y no sólo tejemos sino que hablamos de nosotras, de los problemas que nos aquejan como género y también en el barrio como parte del sector popular, casi siempre postergado y retaceado en sus derechos.

El bullicio de la calle se cuela por las ventanas. Mates van y vienen (con el protocolo posible), alguna siempre lleva un bollito para compartir, lanas que se enredan y desenredan, el sonido metálico de las agujas como música de fondo que acompaña las voces entusiastas, que hablan, ríen, comparten esta práctica de forma comunitaria.

Por qué un taller de tejidos:

El tejido es una práctica ancestral que nos une. Hemos visto tejer a nuestras madres, a nuestras abuelas. Más de una tiene en la memoria emotiva el tejido que alguien le realizó para abrigarse, más de una sabe de las lineas que un telar va formando.

Tejer juntas, en comunidad, mientras se charla y se comparte la vida.

Parte del Taller son los micro talleres que en esas horas se realizan sobre diferentes temáticas: Una canción dispara la conversación en torno a las violencia de género, una poesía leída en voz alta da pie a que los derechos sexuales y reproductivos entren a la conversación. Y se salta, de un tema a otro, ese espacio de confianza permite abrirnos a las otras.

Y también surgen interrogantes de acuerdo a las vivencias de cada una:

– Por qué hay más diabetes, porque nos afecta más a los pobres, pregunta una.

– Claro, los ricos comen carne y quinua y nosotras comemos fideos, reflexiona otra.

– Así es fácil llegar a los 90 como la Mirta (Legrand), reímos todas.

No se cómo se llegó a la Mirta…Mientras las manos tejen vamos hablando, reflexionando sobre cómo vivimos, qué es lo que la sociedad exige por ser mujeres, nuestro trabajo en el hogar y fuera de él, les hijes, las múltiples violencias que nos atraviesan. Hablamos, también, de dónde venimos, lo que nos gusta hacer y qué queremos para nosotras.

El relato oral ocupa acá un lugar importante.

Feminismo Popular

Según datos del INDEC de marzo de 2022, Salta tiene el 38% de sus habitantes bajo la linea de pobreza, siendo el tercer distrito con la tasa más alta en la región. Estos porcentajes están por encima de la media nacional y más de la mitad corresponde a mujeres. La pobreza tiene cara de mujer.

Las mujeres sufren en su propio cuerpo las pobreza y la desigualdad. Y eso se hace presente en las charlas de cada taller. Quizás no puedan explicar lo que es el feminismo pero las mujeres en los barrios organizan de todo: la copa de leche, el comedor popular, el ropero comunitario. Organizan su familia y administran los recursos para poder llegar a fin de mes.

Es muy probable que no se reconozcan feministas pero le presentan cara a las luchas que se dan en sus territorios.

A partir de reconocerse, de reconocernos, es que se pueden ir tejiendo esas vivencias, esas reflexiones, para ir juntas construyendo un feminismo popular y de las bases. Un movimiento emancipador, que entienda que en esta sociedad no todas las mujeres somos iguales, no todas las opresiones de género y necesidades son iguales, ni en los mismos niveles. Que no sólo entienda como enemigo al patriarcado sino al capitalismo, como sistema que excluye, no sólo por ser mujeres sino por ser mujeres pobres.

Tejiendo Redes

En la charla un tema se va enredando con otro, como en el tejido. Se tejen prendas y se tejen textos, orales, descritos con voz tímida, muchas veces, de una realidad que a las organizaciones de mujeres no nos debe ser ajena. Mucho podemos teorizar pero el reto está en poder construir las redes y los canales para que esas voces y esas necesidades sean dichas en primera persona por las actoras sociales de los barrios y villas de nuestro país. Y también construyendo esos espacios donde las mujeres puedan hablar, empatizar y sororizar con la otra, donde también la alegría de construir, tejer y destejer vivencias esté presente. Donde la carcajada nos encuentre, quizás soñando una realidad distinta.

MARÍA ALANIZ

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