Internacionales
Netanyahu comete nuevos crímenes de lesa humanidad en Yenin
ISRAEL ASESINÓ A MÁS PALESTINOS Y NO HAY SANCIONES DE ONU
SERGIO ORTIZ. 7 de Julio de 2023
SIONISMO A LA ENÉSIMA POTENCIA
Ya en 2022 el gobierno de Benjamin Netanyahu había asesinado a 224 palestinos, entre ellos 53 menores de edad. El racconto del Ministerio de Salud de Palestina también contabilizó 10.587 palestinos heridos por las fuerzas de ocupación. El informe fue citado por la agencia WAFA y publicado por Telesur el 2 de febrero de 2023.
Es posible que esos números criminales sean igualados o superados en el corriente año, porque hasta mediados de abril pasado ya habían sido asesinados 98 palestinos, entre ellos 18 niños y una mujer. Y después continuaron las masacres, tanto contra los palestinos de Gaza como, sobre todo en el último tiempo, en Cisjordania. Al 22 de mayo pasado los asesinados palestinos eran 119, incluidos 20 menores. Luego hubo otros ataques de las Fuerzas de “Defensa” de Israel y de colonos armados contra comunidades palestinas, que también provocaron bajas civiles. Y entre el 3 y 4 de julio pasado, una fuerza de mil soldados, con tanques, topadoras y camiones ingresaron en la ciudad de Yenin, en Cisjordania, y en particular en el campo de refugiados de Yenin, incluyendo ataques aéreos contra viviendas y edificios públicos.
En ese ataque no sólo mataron a 12 palestinos e hirieron a 140 más, sino que demolieron viviendas, centros hospitalarios, destruyeron redes de agua y luz, rompieron calles y pavimentos, etc. Fue la operación militar más importante de Israel en Cisjordania desde el año 2002, cuando en Yenin tomó cuerpo la Intifada II, una rebelión popular violenta iniciada dos años antes, luego de tantos atropellos, crímenes y ocupación sionista del territorio palestino. Yenin ya había acumulado muchos méritos de resistencia en defensa de su tierra, por lo que Yasser Arafat la llamó “Yeningrado”, en referencia al rol de Stalingrado en la Gran Guerra Patria de los soviéticos. Al 10 de julio los palestinos asesinados por Israel a lo largo de 2023 sumaban 205. Y la cuenta continúa…
El campo de refugiados de Yenin tiene 15.000 habitantes hacinados en una superficie de medio kilómetro cuadrado, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos. Esa población es la que sufrió la invasión de la FDI y la resistió, incluso con autodefensa armada de una Brigada de jóvenes de Yenin, afines a la Yihad Islámica en Palestina y al Movimiento de Resistencia Islámica, HAMAS. Por eso la ocupación tuvo que limitarse a dos días, cuando podría haber durado más, y al menos un soldado israelí murió por disparos. O sea que al costo político para Netanyahu por la denuncia internacional contra la operación que dispuso hay que sumarle que tampoco le salió gratis a sus militares.
ESTADOS UNIDOS EL SOCIO MAYOR
La “explicación” que siempre da el régimen sionista es que esos operativos son para luchar contra “el terrorismo islámico”; apunta contra HAMAS, la Yihad Islámica y al Hezbolá del Líbano, buscando en definitiva culpabilizar al gobierno de Irán de todos los males.
En realidad los dramas de esa zona de Medio Oriente se deben a que, a partir de su creación en 1948, el Estado de Israel se fue adueñando de más territorios palestinos, comenzando por el sector Este de Jerusalén y buena parte de Cisjordania y Gaza, esta última desalojada en 2005 pero periódicamente bombardeada, cuando no invadida y bloqueada todo el tiempo. Israel, tras la Guerra de los 6 días, en 1967, se quedó con parte del territorio de Jordania, de Siria (las Alturas de Golán), de Egipto (el desierto del Sinaí), del Líbano (franja del sur), etc. Aún hoy sigue usurpando las alturas de Golán e incumpliendo los acuerdos de Oslo, de septiembre de 1993, firmado por Arafat y el premier israelí Yitzhak Rabin. Según éstos, tras cinco años de un sistema de autonomía palestino, mediante la Autoridad Nacional Palestina (ANP) con sede en Ramallah, los palestinos al fin tendrían su propio Estado.
Han pasado casi treinta años de la firma de esos papeles auspiciados por la administración de Bill Clinton y no hay tal estado independiente, aunque desde 2012 la ONU considere “estado” a la ANP, pero sin derecho a voto como miembro pleno. Tiene presidente, Mahmud Abbas, y primer ministro, Mohammad Shtayyeh, tiene sede gubernamental y bandera, pero no tiene ejército propio ni puede administrar su menguado territorio en Cisjordania porque hay áreas en manos de Israel. Y por otro lado no puede ejercer su dominio en Gaza, porque Cisjordania y esa Franja están separados por Israel, además de que en esta zona en 2006 ganó las elecciones el movimiento HAMAS, opuesto al sector de Abbas, que expresa al Al Fatah y la vieja OLP de Arafat.
Tanto tiempo transcurrido sin cumplirse los compromisos con los palestinos, y el apadrinamiento por parte de las sucesivas administraciones estadounidenses, han permitido que Israel siga con sus planes de agresión y mutilación de Palestina. Hizo el muro del apartheid en Cisjordania con un proyecto total de 721 kilómetros, que aislará más a los palestinos y les quitará otro 10 por ciento de la superficie de esa región. Siguió con la construcción de nuevos asentamientos y ubicación de colonias israelíes, y miles de viviendas en lugares palestinos, desalojando y demoliendo sus casas, etc. En abril pasado la policía israelí entró a los golpes y arrojando gases en la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén, el tercer lugar sagrado del Islam, cuando los musulmanes festejaban el Ramadán.
Tanto las administraciones demócratas como las republicanas de Estados Unidos se han caracterizado por mantener su alianza férrea con Tel Aviv, incluso cuando los gobiernos de ultraderecha de Israel, como Netanyahu y sus coaliciones lideradas por el Likud, hubieran tenido políticas que en ciertos puntos no sintonizaban con Washington. Por ejemplo, Barack Obama y otros cinco gobiernos firmaron en 2015 un acuerdo nuclear con Irán y Netanyahu lo boicoteó abiertamente. Luego llegó Donald Trump a la Casa Blanca y retiró a EE UU de ese acuerdo en 2018. Hoy también hay cortocircuitos entre Joe Biden y Netanyahu, porque el primero le sugería que no siguiera adelante con nuevos asentamientos ilegales en Cisjordania. Al premier sionista eso le entró por un oído y le salió por el otro.
Una prueba de que esa alianza sigue en pie es que se comprobó que Israel comunicó varios días antes a Washington su plan de invasión a Yenin. Y el imperio yanqui no disuadió ni se opuso a eso, no lo impidió y ni siquiera denunció posteriormente dicha agresión contra los palestinos. Si hubiera sido una denuncia que involucrara a China, Rusia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte o Irán, por supuesto que el Departamento de Estado habría tomado cartas en el asunto, junto con el Tesoro, el Pentágono y la OTAN. Como eran diferencias con su aliado tradicional, todo quedó entre amigos.
NO SON DOS DEMONIOS, SÓLO UNO
En la óptica estadounidense, Israel es un gobierno democrático y aliado, con algunos problemitas menores a solucionar. Y en cambio los palestinos, en especial sus organizaciones antiimperialistas y patrióticas, son un enemigo “terrorista”, para colmo -según esa visión pentagonista – estaría manipulado por Irán, Siria y en definitiva los presidentes ruso Vladimir Putin y chino Xi Jinping.
Semejante valoración cae de mentirosa por su propio peso. La invasión a Yenin, con bombardeos, tanques, excavadoras, drones y fuerzas de ataque elite, con el citado saldo de muertos y heridos, más la destrucción material en dicho campo de refugiados, y miles de personas que abandonaron ese lugar y la ciudad del mismo nombre, es un testimonio irrefutable de que no hay dos demonios. Sólo uno, el régimen sionista, que obviamente no debe ser identificado con todos los judíos e israelíes.
Francesca Albanese, Relatora Especial sobre los derechos humanos en el territorio palestino ocupado desde 1967, y Paula Gaviria Betancourt, Relatora Especial sobre los derechos humanos de la ONU de los desplazados internos, dijeron el 5 de julio que “los ataques aéreos y las operaciones terrestres israelíes en Cisjordania ocupada en contra del campamento de refugiados palestinos de Yenin que ha matado al menos a 12 palestinos, pueden constituir un crimen de guerra”. El comunicado fue publicado por la Agencia de Noticias de Jordania. Lo dicen funcionarios de la ONU, aunque Antonio Guterres, el secretario general, no promueve ninguna sanción concreta contra Netanyahu.
Con tantas pruebas a la vista, y con tanto tiempo transcurrido desde la Nakba (Catástrofe) de 1948, de la tragedia de los miles y miles de palestinos expulsados de sus hogares, lo mínimo que se debe exigir de todo organismo nacional e internacional es honradez y objetividad para juzgar quién tiene razón en este drama y quién no; quién es el victimario y quién la víctima. Eso por supuesto también demanda valor para tomar esa postura correcta. En cambio el gobierno del presidente Alberto Fernández por medio de la cancillería de Santiago Cafiero emitió un comunicado conjunto con los gobiernos de Brasil y México, donde expresaron su “consternación por la nueva incursión militar israelí de gran envergadura lanzada en la ciudad de Yenin, en Cisjordania y dejaron sus más sentidas condolencias a las familias de las víctimas”. Hasta ahí bien, aunque no se mencionó la responsabilidad criminal del primer ministro israelí. Luego el comunicado llamó “a todas las partes involucradas a cesar inmediatamente las hostilidades a fin de evitar que se intensifique la espiral de violencia”.
Ahí ya se faltó a la verdad, porque en Yenin no había hostilidades de ambos bandos, sino la agresión de uno, mucho más poderoso, contra un campo de refugiados y sus defensores. Finalmente el comunicado se desbarrancó al abismo del oportunismo y la claudicación, porque reiteró la “condena al terrorismo en cualquiera de sus formas y manifestaciones y se solidariza con los familiares de las víctimas de los recientes atentados contra ciudadanos israelíes”. Así Fernández, Lula y López Obrador vuelven a la trillada teoría de “los dos demonios” cuando la realidad indica que desde 1948 a la fecha, y hoy ratificado por la masacre en Yenin, hay un sólo demonio. Lo personifica el premier que gobernó Israel durante 12 años y desde 2022 está nuevamente en el cargo, aún cuando pesan sobre él cargos judiciales de corrupción. En 2019 el fiscal general de Israel acusó formalmente a Netanyahu de corrupción, incluyendo cargos de soborno, fraude y abuso de confianza. Por eso, para zafar de esos juicios promovió una reforma judicial, pero debió ponerla en el freezer a fines de marzo pasado, luego de tres meses de protestas masivas en todo el país.
Ese es el demonio, corrupto, que practica terrorismo contra los palestinos, sin que hasta ahora el mundo se haya solidarizado lo suficiente con éstos. ¿Tanto le temen algunos presidentes al poder de veto de la Casa Blanca? ¿Tanto dependen del FMI, que por un puñado de dólares para pagar deudas fraudulentas son capaces de mirar para otro lado y no a las víctimas de Yenin?