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El ajuste y la represión van de la mano

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No sólo es ajustar hacia abajo, también vuelve a ser como en los noventa la entrega y latrocinio por mayor, tal la fórmula neoliberal en esta nueva etapa de restauración conservadora. Y para que la resistencia popular no impida este anhelo de las oligarquías, nada mejor que sobrellevarlo con la inclemente represión de la que saben hacer uso y abuso los sectores reaccionarios.

Los seis meses de prisión que lleva injustamente Milagro Salas, son un claro ejemplo de la voracidad y el revanchismo de lo que representa Cambiemos en todo su espectro, además de la represión que sufrieran los docentes de Tierra del Fuego y los obreros despedidos de diferentes empresas del norte bonaerense.

La ministra de seguridad, Patricia Bullrich lo dejó bien en claro, de que “daba cinco minutos para el desalojo”, en el caso que los manifestantes cortaran alguna arteria. Presumía lo que se venía y por lo tanto adelantaba el criterio que se utilizaría, ante la ola de protestas que generarían las medidas del gobierno.

Según las ART, en el primer trimestre cerraron 2.700 empresas. Lo que consiguió este gobierno en tiempo récord no se iguala ni con la crisis del 2001. Prat Gay ya lo comentó ante sus patrones en Wall Street: dijo que “Macri ya había realizado el trabajo sucio”. Nosotros creemos que recién empieza.

Macri sinceró su posición en Chile en la reunión de la Alianza del Pacifico cuando manifestó “que si decía lo iba a hacer me metían en un manicomio”. Palabras distintas pero con el mismo sentido tal cual lo que había dicho Menem en los noventa, cuando saquearon las empresas del Estado.

Si además del saqueo y los despidos, le sumamos el deterioro del salario producto de la brutal inflación y el aumento de las tarifas, ¿qué pretenden en Cambiemos? ¿Que asumamos impávidos esta realidad mientras se producen entre cuatro y cinco millones de nuevos pobres?

Aranguren como ministro de Energía y muy suelto de cuerpo, sostuvo que “aprenden sobre la marcha” y Marcos Peña, jefe de gabinete, “estamos aprendiendo, como todos”. Primero quieren que les cierren los números a las corporaciones, sin interesarles si el común de los trabajadores puede sobrellevar la carestía de vida.

La transferencia de recursos que se está llevando a cabo desde los trabajadores a los sectores más concentrados de la economía, se debe tomar como un robo liso y llano, pergeñado desde una jurisprudencia cómplice. Resistir un saqueo que lleva al hambre a millones de argentinos es un deber.

            JORGE ARTACHO

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