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Trabajadores sufren el ajuste y la CGT y CTA-T duermen la siesta

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“Las medidas que está tomando Massa son necesarias”, declaró en una entrevista en Canal 9 el secretario de la CTA de los Trabajadores y diputado nacional, Hugo Yasky. Hubiera sonado lógico en la boca de la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, pero no en quien conduce una de las centrales obreras.

¿Qué puede extrañarnos de este devaluado sindicalista? Es legislador por el gobierno que acordó con el Fondo Monetario Internacional y legalizó el fraude de la deuda externa que nos dejó Mauricio Macri, condenando a nuestro pueblo al ajuste.

Desde LIBERACIÓN venimos sosteniendo que es urgente y necesario que el movimiento obrero se haga sentir en las calles, como ya hace meses lo hacen las organizaciones sociales de desocupados. Y vista la total ausencia de intención, aunque sea tímida, de movilizar que tienen los burócratas sindicales, esa tarea tiene que ser tomada por las bases. Desde los gremios y cuerpos de delegados combativos, desde las agrupaciones antiburocráticas y el activismo que no se deja engañar por estos traidores a su clase.

La jornada del 17 de agosto pasado, convocada por la CGT y CTA-T, aunque puso a sectores obreros en la calle, se quedó a mitad de camino porque el reclamo fue a los “formadores de precios”. No hubo reproches al gobierno nacional que aplica el ajuste y es responsable también de la inflación, por no controlar a esos pulpos monopólicos que remarcan a cuatro manos. Y también porque decidió tarifazos en luz y gas, mientras las empresas energéticas siguen engordando sus ganancias. Ni qué hablar de recuperar el control del comercio exterior, para frenar la evasión fiscal y controlar las exportaciones. Menos aún se plantea crear una Empresa Nacional de Alimentos, para parar la inflación y poner los productos de la canasta familiar al alcance de los ingresos populares, terminando con la especulación de esos formadores de precios.

En asambleas de base y a través de acciones gremiales hay que rechazar el apoyo que las “centrales obreras” dan al gobierno del Frente de Todxs, redoblado luego del atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández. Son dos cosas bien diferentes: una es expresar el repudio a ese ataque y a la violencia fascista, y otra es plantarse firmes en oposición a las medidas de ajuste que están implementando Alberto Fernández, CFK y Sergio Massa.

Si ya venían durmiendo una larga siesta de casi tres años, ahora con la excusa de la “defensa de la democracia”, estas dirigencias burocráticas siguen apoliyando. Y encima intentan apagar la llama de conflictos, que surgen por todos lados. Trabajadores del neumático, docentes, estatales, judiciales, etc., están con medidas de fuerza por salarios en todo el país. En Córdoba, una asamblea provincial del gremio docente rechazó la oferta salarial que la conducción proponía aceptar; su secretario general fue abucheado en la movilización. Al final la burocracia se salió con la suya…

Aquellas declaraciones de Yasky confirman el rumbo claudicante de estas conducciones. Si las medidas económicas del gobierno “son necesarias”, o sea el dólar soja, los beneficios a las petroleras, la auditoría a los planes sociales, la negativa a un Ingreso Básico Universal, así como a un aumento general de salarios, jubilaciones y planes sociales, etc, que nadie espere que salgan a las calles a exigir un cambio de rumbo.

Desde las Agrupaciones de Base Clasistas (ABC) denunciamos que el plan del gobierno del FdT es el que le marcó el FMI en el Acuerdo de marzo de 2022. Es un cogobierno del ajuste entre ese organismo financiero y la gestión de AF, el kirchnerismo y el massismo.

Las agroexportadoras y las empresas monopólicas de alimentos, siguen lucrando con el hambre del pueblo, mientras el gobierno no toma ninguna medida efectiva para frenarlos. Cada vez más hogares argentinos caen en la pobreza y nuestras infancias se saltean comidas por el alza de los precios, en un país productor de alimentos.

El panorama para los trabajadores es muy desalentador, ya que las revisiones de paritarias van por detrás de la inflación. Como no había ocurrido antes, hasta quienes trabajan en el sector registrado se encuentran por debajo de la línea de pobreza, que en agosto fue de 112.000 pesos. Ni qué hablar de los desocupados y beneficiarios de planes sociales, cuyo ingreso es miserable: 23.000 pesos. La grave crisis política, económica y social que atraviesa el país se está descargando, como siempre, sobre las espaldas de los sectores populares, incluidas las capas medias.

Hay que ganar las calles, uniendo al movimiento obrero con las organizaciones sociales, con un programa básico: 1) Salario mínimo igual a la Canasta Básica Total y jubilaciones con el 82 por ciento móvil, los Potenciar Trabajo a la mitad de esa suma y un Ingreso Básico Universal; 2) Control sobre los formadores de precios para frenar la inflación. Nacionalización del comercio exterior y de los puertos; 3) Impuestos a las grandes fortunas, a la renta inesperada y aumento de retenciones a las exportaciones. Impuesto a la renta normal potencial de la tierra; 4) Nacionalización de la banca y fin del negociado de las Leliq; créditos para Pymes y cooperativas; 5) Anulación de los tarifazos y estatización del sector energético; 6) Auditoría y suspensión de pagos de la deuda externa; anulación del pacto con el FMI; 7) Libertad a Milagro Sala y los presos políticos.

Con estos puntos hay que buscar la confluencia del Movimiento Obrero con la Unidad Piquetera y otras organizaciones sociales, ganar las calles con la consigna de Paro General y Plan de Lucha, para superar el freno de la burocracia y torcerles el brazo a los monopolios, el FMI y el cogobierno ajustador.

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