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Editorial

Que Macri se vaya ahora

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Cada mes se cierran miles de Pymes y comercios, engrosando el ejército de desocupados, que no pueden hacer changas porque la caída de amplias capas sociales reduce al máximo ese tipo de trabajos. Incluso fábricas medianas y grandes han achicado su personal, o lo han suspendido muy seguido, incluso algunas han cerrado, dejando el tendal de desempleados.

El impacto directo es demoledor, con millones de desocupados, millones de pobres y mayoría de niños viviendo en la pobreza. Estas no son sólo estadísticas sino realidades para gran parte de los argentinos, independientemente de cómo votaron en 2015 y 2017.

Como parte del mismo problema, Macri sigue endeudando en forma alevosa al país, gastando miles de millones de dólares para financiar la fuga de capitales, lo que agranda el grueso de la deuda a pagar con menos reservas del Banco Central.

Los números concretos de la deuda son éstos: hay 68.000 millones de dólares en el Central, pero las reservas disponibles son 17.000 millones, y hay que pagar 40.000 millones de dólares de deuda externa este año. Es una obra imposible, aún sacrificando más y más a los trabajadores y amplias capas populares, que Macri piensa hacer hasta el último día.

Los daños causados son a nuestro pueblo y también a la región latinoamericana, pues la Casa Rosada actúa como una sucursal de la Casa Blanca en el plan de ataque yanqui y golpismo en Venezuela.

Por estas razones y muchas más, el PL es de los apoyan los reclamos populares para que Macri se vaya ahora mismo. Si sigue hasta diciembre próximo va a empeorar mucho más la gravísima crisis, hundiendo a Argentina, con más sufrimiento para las mayorías y haciendo mucho más difícil el sacar el país del naufragio.

La base para derrotar a Macri está sobre todo en la clase trabajadora, que protagonizó un gran paro y movilización el 30 de abril pasado, pese a la traición y freno de la burocracia de la CGT nacional.

La bronca popular existe y recorre en forma mayoritaria el país. El problema político es que la dirigencia opositora, algunos de los cuales sólo tienen el título de tales, no está de acuerdo en sacar a Macri como se lo hizo en 2001 con De la Rúa. Quieren hacer la plancha, cómodos hasta octubre. Alegan dejar que Macri se cocine en su propia salsa, cuando en realidad Macri nos está cocinando a fuego total.

Que quede claro: el PL quiere que el virrey vasallo de Trump se vaya cuanto antes. Es lo justo y necesario. Si en lo inmediato no se da no sería por falta de condiciones sino porque el grueso de la oposición tiene puesto el freno y una venda electoralista.

MEDIDAS DE FONDO

Tal como vienen las encuestas, donde una de Isonomía abrió la serie pronosticando que Cristina le ganaría a Macri el balotaje por 9 puntos, es evidente que se termina el gobierno de Cambiemos, a lo sumo el 10 de diciembre.       El problema no es entonces quién puede derrotar electoralmente a Macri, sino quiénes pueden encabezar un gobierno que tome medidas efectivas contra la crisis.

En medio de tanto oportunismo, electoralismo y medias tintas, el PL plantea que hace falta un gobierno popular progresista como el de Cristina, pero a la izquierda de lo realizado entre 2011 y 2015. Y lamentablemente vemos que Cristina aún no define si será candidata, pero empieza a quedar claro que en caso que lo sea será con un equipo corrido a la derecha y con políticas también corridas a la derecha en comparación con aquellos años. Presenta a Alberto Fernández como su jefe de campaña de hecho, baja su lista en Córdoba para congraciarse con Schiaretti, le da lugares preferenciales a Felipe Solá, no plantea una nueva ley de medios contra Clarín, no menciona la causa de la libertad de los presos políticos de Macri ni se solidariza con Venezuela. Etc.

De todos modos, Cristina mantiene una muy buena base popular. El PL no sólo la votaría en octubre sino también cree que ella sería la legisladora indicada para asumir como presidenta provisional si la Asamblea Legislativa se reuniera tras una renuncia de Macri.

Lo que sí discutimos mucho es el tipo de gobierno a constituir y las medidas a adoptar como primeras soluciones. Hay que romper los Diez Puntos del “Acuerdo Nacional” de Macri y poner en práctica el no pago de la deuda externa y la ruptura con el FMI, el aumento general de salarios y jubilaciones, vuelta atrás de las tarifas a noviembre de 2017, el control estatal y popular de precios con expropiaciones de los controladores de precios que desabastezcan o remarquen, control de divisas y fin de la fuga de capitales, nacionalización del comercio exterior, estatización de la banca con punto final de la usura y la bicicleta financiera, nueva ley de medios afectando en serio al grupo Clarín, libertad de todos los presos políticos, y procesamiento y detención de Macri y los vaciadores del país.

Los posibilistas y conformistas dirán que eso es imposible. Pero imposible es seguir como estamos. Imposible es creer que el cáncer se cura con una aspirina. Imposible es recrear un “Pacto Social” que ya fracasó en 1974 con Perón, Gelbard y Rucci. Imposible es apostar a la unidad con los traidores Pichetto y cía. Imposible es pensar que los monopolios y bancos van a aceptar un gobierno nacional y popular. Imposible, como dijo Evita, es creer que una guerra se gana con buenos modales.

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