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Macri, el amigo del fascista Trump

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A nivel mundial la figura y la política del presidente norteamericano no genera muchas simpatías. Donald Trump llegó con un discurso imperialista de “América primero”, de hacer un Muro contra México, medidas xenófobas contra los inmigrantes y reforzamiento del presupuesto militar.

Además, inició maniobras navales y aéreas contra Corea del Norte, bombardeó una base aérea en Siria, lanzó una súper bomba en Afganistán, avaló el expansionismo de Israel y otras barbaridades.

Esa política agresiva no dejó indemnes a los norteamericanos de menores recursos. Está anulando el plan de salud Obamacare, con lo que millones de personas perderán su cobertura de salud y medicamentos. El secretario del Tesoro anunció una rebaja de impuestos del 35 por ciento al 15 para beneficio de las empresas. Trump es de los más ricos, con una fortuna de 3.700 millones de dólares (él dice que llega a 10.000 millones).

Frente a ese panorama, muchos gobiernos latinoamericanos tomaron distancia. Algunos porque son vecinos que sienten el filo de la agresión muy cerca de su garganta, como México. Y otros porque son directamente agredidos por las sanciones y campañas golpistas de EE UU, como Venezuela.

La media docena de países afectados por el decreto que impedía el ingreso a sus ciudadanos de mayoría islámica (dejó afuera de la lista a su aliada, la monarquía saudita), también está de punta contra la Casa Blanca. En particular agrede a Siria e Irán, contra los que el magnate ha dirigido insultos, calumnias, amenazas y en el caso de Siria un bombardeo misilístico que dejó muertos y heridos.

En principio se había enemistado con la OTAN, a la que llamó “obsoleta”, aunque luego recompuso esa relación atlantista, con Bruselas y la canciller Angela Merkel. Eso fue en desmedro de Rusia, insegura ante la cercanía de la OTAN, y de China, afectada por el despliegue del portaaviones USS Carl Vinston en aguas de Corea y el sistema antimisiles Thaad instalado en Corea del Sur.

Todo eso lleva a la conclusión de que Trump es una mala palabra en política internacional. Toda regla tiene su excepción: Mauricio Macri, quien estuvo en la Casa Blanca y fue muy elogiado por su colega-patrón inmobiliario por el curso neoliberal que viene aplicando en Argentina.

A lo sumo como fruto de esas reuniones hubo una sola noticia: a fines de mayo se abrirá el mercado estadounidense para los limones argentinos. Es un negocio menor desde el punto de vista comercial, aunque puede tener cierta importancia para el noroeste. Era una concesión anunciada por Obama y que Trump presentará como suyo.

Tanto Macri como su jefe de Gabinete, presente en la gira, dijeron que lo comercial no era tan importante sino la búsqueda de inversiones. Y allí se advierte que, incluso en ese aspecto económico-financiero, la relación macrista es a pura pérdida. Es que antes de la breve reunión con Trump, la delegación argentina estuvo en Texas, propagandizando el convenio de flexibilización laboral firmado en Vaca Muerta (Neuquén) y pidiendo que los capitales estadounidenses aprovecharan las oportunidades del shale gas y el petróleo del fracking.

Hasta ahora no lo ha conseguido. Y peor aún, el presidente estuvo en una nueva planta de Techint en Texas donde fabricarán caños sin costura, con una inversión de 1.800 millones de dólares. El monopolio Rocca invierte allá, en EE UU, mientras en Zárate-Campana, en sus plantas siderúrgicas de Tenaris-Siderar, hay 3.000 trabajadores con suspensiones sistemáticas, cobrando el 80 por ciento o menos de su salario.

Lejos de atraer inversiones, el clima recesivo en la economía no es auspicioso para los emprendimientos productivos. Sí en cambio están en auge los negocios de la “bicicleta financiera”: traen dólares, los cambian a pesos, compran títulos y letras Lebac, el Banco Central les paga 30 por ciento anual, vuelven a cambiar al dólar y se van, como golondrinas, sin ningún plazo ni límite legal de fondeo.

Así el endeudamiento del PRO-Cambiemos genera más fuga de capitales: “Si en enero-marzo de 2017 se fugaron 7.820 millones de dólares podemos entender que claramente la emisión de bonos en moneda extranjera (que genera entrada de divisas) se utiliza casi exclusivamente para financiar la fuga de capitales”, destaca un informe de la universidad UMET (Página/12, 25/4).

Los urgentes ruegos de Macri para una “lluvia de inversiones”, agitando la zanahoria del convenio de Vaca Muerta, no tienen respuesta positiva. Su gobierno les genera negocios mucho más redituables, como los propios del parasitismo financiero.

Por otro lado, es posible que una parte de esos inversores tenga dudas sobre la continuidad del gobierno y espere las elecciones de octubre y las presidenciales de 2019. Macri quiere convencerlos a toda costa, comenzando por su amigo Trump, al que se ofreció, “relaciones carnales” de por medio, para ser su agente latinoamericano promotor del golpe en Venezuela. Cree que ser el mejor amigo del yanqui en la región le garpará en prestigio e inversiones millonarias.

Además de muy entreguista, lo suyo es peligroso para nuestro pueblo y la región, como quedó patentizado en el repudio que se generalizó en marzo ante un plan macrista para comprar armamento en EE UU por 2.000 millones de dólares, que no están pensados precisamente para recuperar Malvinas…

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