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Editorial

“Dos por uno”, no va a salir ninguno

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La jugada favorable a los genocidas, impulsada por el gobierno de Mauricio Macri y los monopolios, los obispos reaccionarios, los medios concentrados y formalmente votada por la Corte Suprema de Justicia, se vino abajo.

La Corte de Injusticia había favoreciendo a los genocidas con el beneficio de la ley del “2 por 1”. Esto amenazaba dejar en libertad a 278 represores, según la Unidad de Asistencia en Causas por Violaciones a los Derechos Humanos durante el Terrorismo de Estado. Son genocidas como Vergez, Astiz, Etchecolatz, Acosta, Von Wernich y otros condenados por crímenes de lesa humanidad.

Quedaron así “pegados” Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Elena Highton, quienes impusieron una minoría ultrarreaccionaria en contra del voto de Lorenzetti y Maqueda quienes, en este tema, no en otros, mantuvieron que el “2 por 1” no debía aplicarse a delitos de lesa humanidad.

Los tres supremos tienen un grueso cordón umbilical con el gobierno. Los dos primeros fueron nombrados por Macri mediante decretos DNU, y luego por un voto vergonzoso en el Senado. Allí el PRO-Cambiemos tuvo el acompañamiento de gran parte del bloque del Frente para la Victoria-PJ. Highton, que venía de antes, le debe su continuidad a este gobierno, que desistió de apelar contra su inconstitucional continuidad tras cumplir 75 años. El oficialismo y la Corte tienen muchas conexiones, no sólo por el origen de esos nombramientos. Ambos se enfrentan con los valores fundamentales de los derechos humanos.

Durante la dictadura militar-cívica, el emporio Macri creció de 5 a 47 empresas. Él declaró en 2015 que acabaría con “el curro” de los DD HH. Quiso levantar el feriado del 24 de marzo. Dijo desconocer cuántos eran los desaparecidos, negando que fueran 30.000. Caracterizó lo ocurrido como una “guerra sucia” y no como terrorismo de Estado. Su ministro de Justicia y el secretario de DD HH se reunieron con representantes de los genocidas presos y sus jueces amigos concedieron a muchos de éstos prisiones domiciliarias.

Los miembros de la Corte Suprema que deben sus cargos a Macri tomaron esa horrorosa resolución porque tienen sintonía fina con el intento de los monopolios de terminar con la Memoria y los derechos humanos, para llegar a una “reconciliación nacional”.

Para eso aportó la cúpula del Episcopado, que en esos días hizo su asamblea centrada en la “reconciliación nacional” y con el enfoque de la “teoría de los dos demonios”. En esto tiene parte de responsabilidad el Papa Francisco, porque monseñor Arancedo dijo que la iniciativa tenía que ver con el pensamiento del Papa, sin ser desautorizado. El Vaticano tendría que tomar medidas prácticas para que los archivos de la Iglesia durante los años de la represión se abran para todo el pueblo. ¿Por qué tanta demora? ¿Quiere disimular su rol de cómplice?

 

GRAN MOVILIZACIÓN

La impunidad fue desbaratada por una masiva reacción del pueblo. En una semana, desde el 3/5 cuando la Corte dio la pésima noticia, hasta el 10, cuando los argentinos se movilizaron a Plaza de Mayo y en tantísimas otras ciudades, lo de la Corte fue repudiado por las mayorías.

“¡Señores jueces, Nunca Más!”, fue grito y advertencia popular. La movilización de repudio en las calles fue clave para derrotar el intento de amnistía o indulto disfrazado. Y ahora tienen que caer por lo menos tres cabezas de la Corte.

Eso fue tan potente que obligó a ciertos políticos a reacomodarse, como los senadores que habían votado los pliegos de Rosatti y Rosenkrantz y ahora aprobaron, luego de Diputados, una ley para sacar del “2 por 1” a los casos de lesa humanidad. Los obispos que operaron para la “reconciliación” tuvieron que decir que se requiere justicia.

El que no dijo una palabra contra la Corte fue Macri, coherente con la inasistencia total del PRO a marchas por los DD HH. Queda claro dónde está parado el presidente. ¡El no respeta los pañuelos blancos! Peor aún, mantiene en prisión a Milagro Sala, ordena la represión a los piquetes y quiere comprar armas yanquis para reprimir la protesta social.

La movilización popular fue tan potente que pudo fulminar al “2 por 1”, la “reconciliación” de la Iglesia y la “teoría de los dos demonios” de Clarín.

Medio millón de personas en Plaza de Mayo da fuerzas a quienes luchan no sólo por derechos humanos sino también por las demás reivindicaciones sociales y políticas de hoy. Dan pie a pensar que “no hay mal que dure cien años”. El mar de pañuelos blancos fue una caricia a Madres y Abuelas. Se demostró que la lucha continúa, como hubieran querido los 30.000 desaparecidos.

Para derrotar a Macri y los enemigos del pueblo hacen falta dos grandes elementos: la unidad amplia y una dirección combativa. La unidad estuvo en una Plaza donde por primera vez confluyeron todos en una sola marcha; ni siquiera los 24 de marzo había sido posible.

Pero aún falta el otro elemento, la dirección consecuente, para que esa movilización avance contra Macri, los monopolios y el imperialismo. Para ir por la estatización de la banca, el comercio exterior, la siderurgia, la energía y la alimentación, la reforma agraria, etc.

Si no hay unidad, prevalecerá el sectarismo y habría derrota. Pero si no hay dirección antiimperialista, habrá una conducción burguesa y también una derrota. Por eso el PL reitera su llamamiento a construir entre todos un Frente Antiimperialista.

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