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Los monopolios siguen ganando, incluso más que con Macri

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            El gobierno de los dos Fernández y Massa mantiene cierta retórica “Nac & Pop” en muchos de sus discursos, con ocasionales críticas a los sectores más concentrados o al Fondo Monetario. Sin embargo, a la hora de adoptar políticas, las contorsiones oratorias dan lugar a las verdaderas prioridades de los gobernantes.

            El oficialismo -en todas sus variantes- suele destacar algunos indicadores económicos “positivos”, como el incremento de la Actividad Industrial (en septiembre fue del 3,7% interanual) o el superávit en la balanza de pagos.

            Suele decirse que “los números no mienten”. Los números tal vez no, pero sí la forma en que se los presenta, las cifras que se elige destacar, si pintan una realidad parcial e interesada que muchas veces no es la que nos atañe a la mayoría.

            Lxs trabajadorxs (registrados, en negro o sin trabajo actual) somos, seguramente, el sector más postergado de la economía actual. El deterioro del poder de compra de quienes viven del salario repercute de manera directa en pequeños comerciantes y pequeños productores de bienes y servicios, quienes desarrollan su labor orientados al mercado interno y no a los vaivenes del comercio internacional.

            El índice de Salarios que publica el INDEC muestra que en los primeros 9 meses del año los sueldos aumentaron en promedio un 63,6%, mientras que los precios medidos por el IPC del INDEC 66,1%. Si se mira la evolución durante un año (desde septiembre del 2021), la suba promedio de los haberes fue del 79,5% mientras que la inflación sumó un 83% en el mismo período. 

            Esos promedios disimulan una heterogeneidad importante que vale la pena mirar con más cuidado, porque para esa medida -como dicen que dijo Umberto Eco- la estadística es una ciencia en la que si un hombre come dos pollos y otro ninguno, han comido un pollo cada uno.

            En un año, los sueldos de empleadxs públicos creció sólo un 78,2%, (casi 5 puntos menos que la inflación), mientras que quienes trabajan en negro apenas percibieron un 74,9% (8 puntos por debajo de los precios). Ambos datos revelan dos objetivos de la gestión económica compatibles con los planteos del Fondo Monetario y las exigencias de los sectores más concentrados: reducir el “gasto” en el Estado (y con ello, quitarle funciones) y abaratar la mano de obra en su conjunto.

            El otro dato que muestra con crudeza este último objetivo es el crecimiento del número de trabajadorxs “no registrados”, que en el segundo semestre del año superaba los 5,4 millones de personas. Esto es un aumento del 74% desde 2020. Estas cifras surgen de la publicación denominada “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra. Resumen ejecutivo del segundo trimestre de 2022” que publicó el INDEC en octubre último.

            Esta debacle de lxs asalariadxs viene de la mano del aumento de los ingresos de los sectores más concentrados, grandes empresas, bancos y monopolios varios.

            El 24 de octubre el Centro de Política y Economía Argentina (CEPA) publicó el informe denominado “La distribución funcional del ingreso en Argentina: datos al segundo trimestre de 2022”, en base al informe del INDEC mencionado más arriba.

            Allí se revela que desde el comienzo del gobierno de Cambiemos, la participación de lxs trabajadorxs en la distribución del Valor Agregado Bruto (VAB) -en promedio semestral- se redujo en 6,9 puntos porcentuales  (de 51,3% a 44,4%) mientras que el sector patronal se quedó con 5,3 puntos más que en 2016. El VAB es una medida que refleja lo creado por el trabajo (el valor que se agrega a los productos en una economía) y -por ende- su distribución sirve como indicativo de la parte de lo producido (del valor aumentado) con la que se quedan la parte del “capital” y del trabajo.

            CEPA observa que en el sector privado la distribución fue aún peor para lxs asalariadxs, ya que la diferencia entre la parte del VAB que se llevó el sector empresarial respecto de lxs trabajadorxs pasó del 5% (primer semestre de 2016) a 16,4%. 

            Los datos exponen que en el gobierno de Fernández-Fernández-Massa hubo un fuerte aumento en la productividad del trabajo, pero el 83% de ese incremento se lo llevó el sector empresario.

            En resumen, el crecimiento económico no “derramó”, sino que fue apropiado por los sectores más concentrados de la economía. En palabras del CEPA, “hay datos positivos de crecimiento que conviven con regresividad distributiva”.

            Los beneficios en favor de los sectores más concentrados también se revelan en las enormes ganancias del sector financiero, que en un año embolsaron $309.212 millones (según el “Informe sobre bancos” del BCRA). Con las tasas de interés positivas y los intereses de la Leliq van a ganar mucho más.

            A pesar de esos gigantescos beneficios para los sectores más concentrados, éstos presionan por consolidar y aumentar esos niveles de explotación, apuntalando a las expresiones políticas más a la derecha. Los monopolios aprovechan a su favor todo lo que pueden de las políticas y medidas del actual gobierno, dentro del cual tienen más simpatías por Massa, pero su corazón está ubicado bien a la derecha. Late con Macri y el resto de Juntos por el Cambio.

JORGE RAMÍREZ

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