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La inflación, sus causas y soluciones

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            Durante el último año en la Argentina los precios subieron (según el IPC) un 108,8%. Hay que volver hasta septiembre de 1991 para encontrar una suba anual acumulada tan elevada. El INDEC informó que el Índice de Precios al Consumidor registró una suba del 8,4% durante abril. Hace falta retrotraerse hasta abril de 2002 para encontrar un porcentaje mayor.

            Por aquel entonces, el gobierno menemista imponía la “convertibilidad” del peso al dólar, que si bien frenó la suba de precios, también licuó el salario de lxs argentinxs: el salario mínimo arrancó en u$d 970, y llegó a u$d 200 en 1993, valor que se mantuvo hasta 2001. Como referencia, el SMVyM está hoy en 352 dólares a valor oficial, o 165 dólares a valor “blue”.

            Resulta evidente que en los últimos meses los precios crecen a un ritmo cada vez más acelerado. ¿A qué se debe esta situación? Los graduados en Economía que consultan los grandes medios (de los cuales Javier Milei es la versión más payasesca) insisten en culpar exclusivamente a la emisión monetaria, o al déficit fiscal que la genera.

            Esta explicación, que proclaman como verdad revelada, choca con datos contundentes: casi la totalidad de los países del planeta tienen déficit fiscal, y más del 60% de ellos llevan al menos 6 años consecutivos de déficit. Ninguno de ellos exhibe una inflación tan alta como Argentina.

            Por otra parte, las series de la emisión monetaria y los índices inflacionarios están lejos de ser coincidentes (o paralelos), por lo que es posible relacionarlos pero no considerarlo como factor único o determinante.

            A los poderosos les molesta que los datos entorpezcan sus afirmaciones económicas. Prefieren mostrar a la economía como una entidad que responde a estímulos puntuales, ajenos a los intereses sectoriales, salvo eventualmente el afán de lucro empresario que -eso sí- presentan como algo virtuoso para la economía.

            Lo cierto es que en apenas 4 meses los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas aumentaron en más del 41%. Esas subas constituyen la principal causa del 8,4% mencionado. La publicación del INDEC muestra que los alimentos con mayores subas de precios en abril fueron el tomate (63,4%), el pollo entero (26,4%), el azúcar (21,1%) y huevos (20,8%).  Varios productos lácteos también subieron por encima de la inflación general: la manteca (12%), el queso cremoso (10,8%) y el pategrás (10%). Los precios de la carne vacuna no tuvieron un alza tan fuerte en el mes, aunque en lo que va del año acumularon alrededor del 50% de aumento.

            Fuera de la incidencia estacional en algunos productos, los precios de los alimentos constituyen uno de los principales factores de la inflación. Se trata de un sector fuertemente concentrado en la producción y la distribución, y muy ligado al mercado externo. Como mencionamos en un artículo anterior, sólo una veintena de empresas (lideradas por la británico-neerlandesa Unilever) explican el 74% de las ventas en el mercado interno. Se destaca allí Molinos Río de la Plata, de Pérez Companc, que produce el 22% del aceite nacional, el 22% de la harina de trigo, y el 38% del mercado de pastas secas. Y al mismo tiempo es la novena exportadora de granos.

            Uno de los aspectos que los economistas mediáticos (y frecuentemente profesores en la academia) desestiman en sus explicaciones es la concentración económica. Cuando en ciertos productos hay apenas unos pocos productores o comercializadores, éstos tienen un gran margen para fijar los precios. En el azúcar, por ejemplo, unos 10 grupos económicos (encabezados por Los Balcanes de Rocchia Ferro y Ledesma de Blaquier/Arrieta) producen más del 80% del total que se produce en el país.

            En los últimos años, además, ha venido incrementándose la exportación del complejo azucarero (según se desprende del Informe de Complejos Exportadores que publica el Centro de Estudios para la Producción del Ministerio de Desarrollo de la Nación). Dada la depreciación del peso frente al dólar, las ganancias que estas empresas pueden obtener exportando son mucho mayores que las que obtienen vendiendo a lxs argentinxs. La devaluación tiene un alto impacto en los precios en el mercado doméstico.

            En el caso de los lácteos (datos del Informe de la Cadena de Valor: Lácteos, del Ministerio de Economía de la Nación, diciembre de 2022), la producción de leche cruda está bastante atomizada (muchos pequeños productores), pero en la parte industrial la concentración es muy elevada. Allí el 2% de las empresas (en total, 16) explican el 52% de la leche cruda procesada, donde Mastellone hermanos y Saputo (de origen canadiense) son las principales actoras. Mastellone, además, produce casi la totalidad de las leches no refrigeradas.  Casi la cuarta parte (24,4%) del total de la producción láctea se destina a la exportación.

            Otro de los factores que impulsaron el récord inflacionario fue la suba en vestimentas y calzados. Allí incidió el aumento del dólar por la cantidad de insumos importados en la industria. Sin embargo, eso no alcanza a explicar en su totalidad la suba que llegó al 120% interanual , superando a la devaluación del peso (el dólar oficial subió alrededor del 102%).

            Estos ejemplos revelan el peso en la inflación de la concentración, la dependencia de insumos externos, la devaluación de la moneda argentina y la orientación al mercado interno.

            Enfrentar la suba de precios requiere, entonces, poner freno a los monopolios e incrementar la producción nacional con valor agregado, con una presencia directa del Estado y reduciendo la dependencia de insumos extranjeros. El plan del FMI y el gobierno de los dos Fernández y Massa, lamentablemente, va en sentido contrario.

JORGE RAMÍREZ

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