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A 50 años del Cordobazo

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El Cordobazo fue un gran acontecimiento histórico, protagonizado por el pueblo de Córdoba, pero especialmente su clase trabajadora, con una alta cuota de violencia justa, de los de abajo, contra la dictadura del general Onganía, la oligarquía y el imperialismo.

Lo importante es que los sectores revolucionarios homenajeen esa fecha, como sinónimo de los mejores esfuerzos por la liberación nacional y social, pero buscando cada año superar la mera crónica o repetición de valores conocidos.

Valorizamos al máximo esa gesta. No fue un mero paro activo, si bien comenzó así, ni una pueblada más. Por sus condimentos políticos, su altura de lucha y la derrota que impuso a la dictadura, eso fue un boceto pre-insurreccional.

Ese 29 de mayo abrió una época revolucionaria de varios años, en que el poder político estuvo en disputa, con serias posibilidades de avanzar hacia una patria liberada y socialista, hacia el gobierno obrero y popular que se voceaba en el Cordobazo. Que no se lograra y que, peor aún, el ciclo se cerrara con la terrible derrota y matanza de 1976, no quita los méritos de aquellas jornadas de 1969.

El Cordobazo enseña que la clase obrera industrial es la vanguardia del combate por una nueva sociedad. El posmodernismo ha confundido con que ese rol lo juegan otros actores. Nadie niega los aportes de los piqueteros, feministas, ecologistas y originarios, todos fundamentales, pero no reemplazan el rol dirigente del proletariado.

Por eso uno de los deberes que tienen los militantes del PL y en general activistas y combativos es repasar qué están haciendo por llegar con su agitación y propaganda a las fábricas, sobre todo a las que resisten el plan de ajuste y entrega de Macri y los monopolios. ¿Cuántos volantes se meten en tal fábrica? ¿Cuántas veces al mes? ¿Se hacen pintadas en los alrededores? ¿Se fue a la asamblea donde trataban los despidos? ¿Se reforzaron las relaciones con Luz y Fuerza que hoy es atacado en su convenio por el derechista Schiaretti? ¿Se piqueteó el LIBERACIÓN en la marcha y paro del 30 de abril?

Esas preguntas también son pertinentes en relación a quien fue el mejor aliado de los trabajadores en 1969, el movimiento estudiantil. Es evidente el retraso de las fuerzas antiimperialistas en la universidad, en minoría frente al reformismo de Franja Morada y otras variantes por el estilo, y también frente al trotskismo. El 69 mostró un camino para desalojar esas variantes del reformismo en los centros de Estudiantes y federaciones: trabajo de masas, reivindicativo, sin despreciar ninguna reivindicación, cuestionamiento al contenido burgués de los planes de estudios y relación estrecha con el movimiento obrero combativo. Si no se revierte esa pobreza de trabajo reivindicativo y político en las aulas, se habrá amputado en la práctica el otro brazo que junto a los mamelucos tiraba piedras y hacía barricadas.

Hoy se repite como una verdad revelada que la palabra clave es “unidad”. No somos apologistas de la división, pero ponemos en tela de juicio esa religiosidad “unitaria”. El paro del 29 fue convocado por la CGT de Córdoba, en convergencia con la CGT nacional, pero al mismo tiempo en desobediencia, pues acá el paro empezó ese día y era de 36 horas, activo, y a nivel país sólo el 30, pasivo, de 24 horas.

El Cordobazo fue hijo de la división entre el viejo vandorismo de la CGT Azopardo y la gloriosa CGT de los Argentinos de Raimundo Ongaro y Agustín Tosco.

Esa división es un debate permanente; hoy también. ¿La clave es la unidad de todo el peronismo, de todos los gremios incluida la traidora burocracia, sin importar los contenidos de la unidad? El PL cree en las unidades amplias, pero con límites claros para exclusión de los traidores. Y al mismo tiempo, reitera que dentro de la unidad amplia no se puede obligar a los revolucionarios y clasistas al silencio ni ni obediencia debida a políticas de la gran burguesía. Con la excusa del enemigo principal se quiere obligar a todos a acatar órdenes muy erróneas, por caso hacer una unidad con Massa, Schiaretti, Urtubey, etc. Somos hijos del Cordobazo y ese tipo de construcciones no va con nosotros.

Lo que no cambió del Cordobazo son los blancos físicos a atacar, las sedes de monopolios y bancos. Las molotov pegaron en esas ventanas y pueden volver a hacerlo, sólo que los nombres son otros: Citibank en vez de Banco del Interior, Monsanto en vez de IBM, Volkswagen en vez de Transax, etc.

Un gran debate girará en torno al Ejército. Aquel fue una fuerza de ocupación que circuló por avenida Colón y disparó contra el pueblo. El de hoy, el de Macri, haría lo mismo, como el de anteayer, con el general Milani al frente. Y queda claro que las FFAA son el as de espada de las clases dominantes, que la sacan en caso de urgencia para cortar cabezas. ¿Cómo evitar una derrota segura cuando salen las tropas? Es importante reabrir esta discusión al menos como hipótesis.

Finalmente hay un tema central que el Cordobazo, si bien ayudó, no pudo resolver: el forjar una dirección política revolucionaria por medio de un frente antiimperialista. Ese es el gran debate actual. Iluminados por los fuegos de 50 años del Cordobazo hay que aprender y dar pasos prácticos en esta dirección.

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