SÍGANOS EN

Beatriz Perosio

8M: LAS TRABAJADORAS MARCHAMOS CONTRA EL AJUSTE Y EL FMI

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La crisis política, económica y social en que está inmersa la Argentina impacta con mayor crudeza en las mujeres, las disidencias y las infancias.
La “feminización de la pobreza” es la cara más cruel del ajuste que se aplica aún antes de la vergonzosa firma del Acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, poniendo a este organismo financiero en un verdadero co-gobierno con la gestión del Frente de Todxs.
La pobreza alcanza al 40 por ciento de la población, y de ese universo de personas, el 64 por ciento son mujeres, en su mayoría, único sostén de hogar.
Los índices de desempleo y subempleo son más altos en la población femenina, y en los salarios, las mujeres seguimos percibiendo en promedio 28 por ciento menos que los trabajadores varones. La precarización laboral y el trabajo informal se ensañan con las mujeres, que somos mayoría en ese universo de población superexplotada.
A ello se suman las tareas de cuidado, no remuneradas, que siguen estando casi exclusivamente a nuestro cargo. Así, se profundiza la desigualdad en condiciones y oportunidades laborales, educativas, culturales, recreativas, etc.
La inflación provocada por los monopolios formadores de precios, que carcome los ingresos populares, es uno de los problemas más acuciantes que enfrentamos las mujeres. Somos las que ponemos el pecho en los barrios, para sostener comedores y ollas populares, buscando siempre una solución para el drama que viven las familias trabajadoras.
El gobierno nacional vive en otra dimensión. El presidente discursea sobre “el crecimiento” en la economía, cuando ello ha beneficiado solo a los empresarios, pues los salarios han perdido casi 30 puntos desde 2015.
Los planes sociales, que son apenas un paliativo que no cubre siquiera la canasta de indigencia, fueron recortados sin piedad; ello ha sido un golpe directo a las trabajadoras de la economía popular y las mujeres que trabajan en territorios, emprendimientos y cooperativas. Y pasa igual con las jubilaciones: dos tercios de ese sector cobran el haber mínimo, de apenas 58.000 pesos. Frente a esa realidad tan evidente, el gobierno paga desde hace meses un bono para los haberes más bajos, para poder mostrar de manera engañosa mejores índices de aumento.
El pueblo trabajador resiste estas políticas neoliberales. Salen a las calles trabajadores y trabajadoras y los movimientos sociales, con las mujeres en la primera fila de las movilizaciones. Y el gobierno intenta impedir esta justa lucha, expresión del derecho a la protesta, con protocolos y leyes de criminalización, como ya está ocurriendo en Córdoba, Jujuy y Salta.
Este 8M marchamos también para exigir el cese de la represión y por la libertad de los presos y las presas políticas, como Milagro Sala y las hermanas mapuche, que luchan en defensa de sus territorios ancestrales.
La violencia machista no para. En el año 2022 hubo 233 femicidios y 425 intentos, lo que nos marca el fracaso del Estado y su ministerio de Mujeres, Género y Diversidades, cuyos tibios programas no han servido para prevenir la violencia contra las mujeres y las infancias, pues con cada mujer asesinada, quedan niñes sin protección.
En este contexto, indignan los discursos del presidente Alberto Fernández intentando mostrar un país “que avanza”, cuando los que se embolsan las ganancias de ese supuesto crecimiento son las empresas, muchas de ellas multinacionales y los bancos. Para las mayorías populares, y las mujeres en particular, la realidad es muy diferente: cada día más pobreza e indigencia, desempleo y precarización laboral por este modelo agroexportador minero extractivista, semicolonial.
Hoy marchamos para reivindicar las históricas banderas del movimiento feminista, nacido al calor de las huelgas de las obreras en la última mitad del siglo XIX y principios del XX: igualdad salarial, menor carga horaria, abolición del trabajo infantil y erradicación de la violencia.
La irrupción de miles de mujeres y disidencias en las calles en los últimos años, marcó un gran avance en reconocimiento de derechos, como las leyes de Identidad de Género, de Educación Sexual Integral, de Interrupción Legal del Embarazo (ILE), la legislación en materia de violencia de género y en el reconocimiento de las tareas de cuidado. Pero muchas de estas leyes no se aplican o no cuentan con políticas públicas ni presupuesto para su implementación, como la Ley Micaela, incorporada en cursos de formación tanto en el sector público como en el privado, pero los índices de violencia y femicidios muestran ese fracaso.
Este 8M marchamos para exigir:
Basta de Ajuste! No al pago de la Deuda al FMI!
Basta de violencias patriarcales!
No a la criminalización de la protesta!
Libertad a Milagro Sala, las hermanas mapuche y todxs lxs presxs políticxs!
Plena aplicación de la ley de ILE y de la ESI en las escuelas!
Ninguna familia por debajo de la línea de pobreza!
AGRUPACIÓN DE MUJERES Y DISIDENCIAS BEATRIZ PEROSIO

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