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Unidad y lucha con el peronismo

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Un viejo dicho dice “Cuentas claras conservan la amistad”. Lo usaremos para dejar en claro nuestra relación de unidad y lucha con el peronismo y su futuro gobierno que asumirá el 10 de diciembre.

Partimos de una base de relativa unidad en varios temas, que explican nuestro voto crítico a favor de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner en agosto y en octubre, así como a la gran mayoría de sus candidatos nacionales y provinciales. Hubo excepciones: no votamos a Sergio Massa, por considerarlo un traidor y amigo fiel de la embajada norteamericana. Cualquier duda leer ArgenLeaks, de Santiago O’Donnell.

Estaremos en la plaza de Mayo el 10 de diciembre, cuando asuma el presidente y vice, porque nos sentimos contentos con su victoria y la derrota de Macri. Ese balcón no será el del fantoche de los ricos y el FMI bailoteando cual imbécil como en 2015.

Y cada iniciativa progresista que vaya tomando el flamante gobierno, en especial las que beneficien a los más humildes y los trabajadores, la apoyaremos. Tiene que haber un aumento de salarios del 25 por ciento (o más, según lo que suban los precios desde hoy con proyección a fines de diciembre) y un bono de fin de año para los empleados públicos y privados, el bono que la burocracia sindical de la CGT desistió de pedir.

AF habló de desdolarizar las tarifas de los servicios públicos, con lo que estamos totalmente de acuerdo y lo avalamos. Nuestra duda es si lo hará, toda vez que recibió al gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, quien insistió en la necesidad de aumentar la producción de Vaca Muerta. Y las empresas que allí operan, en sociedad con YPF como Chevron y las que lo hacen por su cuenta como Tecpetrol-Techint, Vista y otras reclaman más subsidios y más dolarización bajo amenaza de bajar la producción.

Si desdolariza, apoyamos. Si cede a la presión de aquellos monopolios, lo cuestionaremos a fondo por dos razones: dolarizar aumentará las ganancias de esos pulpos y perjudicará a la población; dolarizar es aumentar los combustibles y eso traerá más inflación.

Si el gobierno impone controles de precios a los alimentos, con ley de góndolas y ataque a la posición monopólica de Molinos, Wal Mart, Ledesma, Carrefour, Coca, La Serenísima, etc, estaremos apoyando. Será bueno un control estatal de precios y como anexo, un control popular y comunitario.

En cambio, si esos pulpos remarcan de acá hasta el momento de firmarse el anunciado Pacto Social, denunciaremos esos aumentos indebidos y solicitaremos al gobierno que no firme e imponga fuertes multas a los remarcadores.

En cuanto al plan contra el Hambre, damos la bienvenida a todo paliativo para ese drama que afecta a millones de compatriotas y a la mitad de los chicos. Pero exigimos dos cosas: que las empresas no se hagan las caritativas donando el 1 por ciento de sus ganancias, sino que el Estado les imponga pagar más impuestos, con una reforma impositiva para que garpen más lo que más tienen y más venden. Eso va a contramano de los reclamos de la UIA y la AEA, que claman para que se les bajen los impuestos.

Y la otra cosa es que la gente que pasa hambre, además de saciarlo, necesita trabajo. De allí que sea imperioso un plan de obras públicas y viviendas para millones de personas; se solucionan dramas sociales y se generan muchos puestos de trabajo.

Para que el Estado tenga recursos a invertir en esa obra pública no tiene que pagar deuda externa, al menos no debe hacerlo con la deuda odiosa e ilegítima contraída por Macri con el FMI por 57.000 millones de dólares.

Fernández se encamina a negociar para pagar, de allí sus reuniones con las misiones del FMI, sus saludos con Kristalina Georgieva con el pedido de pagar con crecimiento. También va en esa dirección su diálogo con Donald Trump. Como el PL no es infantil ni dogmático, no cuestiona que el presidente electo haya dialogado telefónicamente con Trump; sí deplora la valoración positiva que dedujo para que EE UU nos “ayude” con el Fondo.

Ahí tenemos una diferencia política sustancial. El imperialismo no es un aliado de Argentina, como tampoco lo es el Reino Unido usurpador de las Malvinas. Ni el sionismo israelí que ataca a los palestinos, iraníes, sirios, libaneses y pueblos de Medio Oriente.

Nobleza obliga: estuvo bien Alberto al ayudar a que Evo pudiera asilarse en México y salvar su vida. Y en diferenciarse de la postura golpista de Trump.

Según Felipe Solá no se negociará con EE UU un cambio de posición sobre Venezuela. Ojalá sea así. Era cuestionable que Alberto y Cristina dijeran que en Venezuela no rige el Estado de Derecho y que Maduro es autoritario. Ahora mejoraron con el Grupo de Puebla. Y Maduro invertirá para terminar dos barcos en el Astillero Río Santiago, un dato excelente para Buenos Aires y los trabajadores.

Hablando de trabajadores, la visita de AF a la CGT también pone negro sobre blanco nuestras diferencias. Homenajeó a Rucci y habló de sumar a esos dirigentes a su gobierno. Para nosotros son burócratas traidores; lo era Rucci en 1973 y lo son hoy Daer, Acuña, Andrés Rodríguez, Caló y Cavalieri.

Una pena que los Fernández sigan apoyándose en esa pata podrida de la burocracia, que no sostiene a ningún proyecto liberador. Seguimos reconstruyendo desde abajo un sindicalismo clasista, honesto y proyección política de liberación.

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