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Editorial

Tres grandes tareas de la vanguardia, en lucha contra Macri

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Siempre los oportunistas y nacionalistas burgueses han despotricado contra la idea de que una fuerza política aspire a un rol de vanguardia. Nosotros creemos que debe existir un partido que teórica y prácticamente juegue ese papel y de a poco sea considerado como tal por el pueblo trabajador. Por adherir a esa concepción, los fundadores en 1965 eligieron el nombre de Vanguardia Comunista, actual Partido de la Liberación.

Hace falta una teoría, política, organización y militantes que planteen correctamente hacia dónde ir. Y que en la práctica esa orientación se demuestre como correcta, para que más sectores populares participen de la patriada y la lleven a la victoria en la lucha de clases.

Por supuesto, una cosa es la vanguardia y otra el vanguardismo, de ir tan adelante de las masas que -en vez de orientarlas- se extravía, confundida con palabrería “izquierdista”. Esas desviaciones no objetan el sentido general de cómo debe actuar una organización revolucionaria.

El vanguardismo es negativo, pero tanto o más lo es la desviación opuesta, de esos que se meten bajo la cama cuando las papas queman, cuando hay que atreverse a decir hacia dónde ir y dar los primeros pasos. Esos oportunistas esperan la voz autorizada de la burguesía y sus partidos mayoritarios para recién abrir la boca y decir: vamos detrás de ellos.

 

Macri es el enemigo

Producida la lamentable novedad de la presidencia de Macri, que cumplió seis meses que son como años de sufrimientos para las masas, la primera condición de vanguardia es hablar claro sobre quién es el enemigo. Es Macri, con los monopolios, CEO de bancos y “relaciones carnales” con el imperialismo yanqui y la Alianza del Pacífico.

Los que entran en tratos legislativos con el gobierno macrista, los que ponen por delante que ganó con los votos, los que plantean que hay que darle tiempo y dicen que son opositores pero aguardarán a las elecciones de 2019 para enfrentarlo, etc, no son vanguardia sino vulgar retaguardia. O peor aún, cómplices y socios neoliberales.

No basta con plantear quién es el enemigo sino también agregar con qué arco de fuerzas amigas se lo puede derrotar. Ese amplio frente debe incluir desde la clase obrera hasta las Pymes y los sectores de burguesía nacional más afectados por el ajuste, pasando por numerosos sectores populares y capas medias. Este frente amplio no es comprendido en absoluto por el trotskismo, siempre sectario y divisionista.

Como somos maoístas, sabemos que cuando un frente no está conformado, la desviación mayor es el sectarismo y lo principal es luchar por su formación. Y cuando éste se haya encaminado, la principal desviación será el seguidismo y no pelear por la dirección política del frente. La unidad es una gran cosa pero no absoluta y depende de su contenido político y programático. Si va hacia la renegociación de la dependencia y un capitalismo fifty-fifty, no sirve; si va hacia el antiimperialismo y una perspectiva de futuro socialismo, entonces sí es buena.

Este es el primer deber de una vanguardia en la Argentina de junio de 2016: plantear de cara al pueblo quiénes son los enemigos y quiénes los amigos. Y qué tipo de frentes deben hacer éstos para combatir contra aquéllos.

 

Luchar a fondo

La segunda tarea de la vanguardia es agitar consignas de lucha adecuadas a los momentos y cambiantes correlaciones de fuerzas. Macri ha perdido fuerza pero sigue con posiciones dominantes en el gobierno, el Estado, la economía y los medios, entre otros recursos. Ha bajado su caudal electoral pero aún tiene una buena base. No es momento de lanzar convocatorias a su derrocamiento, ni como consigna de agitación y menos de acción. Hay que seguir desgastándolo, pegándole en las costillas como lo hace el movimiento obrero con sus huelgas reivindicativas, mostrando sus negocios sucios y offshore en Bahamas, sus tarifazos para las petroleras, el pago a los fondos buitres, etc.

Hoy las consignas correctas son: Ni un despido más, Basta de ajuste y tarifazos, Por un salario mínimo de $16.000, Por un control popular y estatal de los precios, No al blanqueo para los evasores y fugadores de dólares, Que paguen el 82 por ciento a los jubilados, Aumento del presupuesto educativo al 10 por ciento del PBI, Libertad a Milagro Sala y derecho a la protesta social, Reforma Impositiva para que paguen más los monopolios, sojeros, mineras y bancos; Abajo el decreto 721 que otorga más poder a los militares; Por la Patria Grande Latinoamericana, Abajo el golpe en Brasil, No a la Alianza del Pacífico y la dependencia de EE UU.

 

Antiimperialismo con el pueblo

Los programas no pueden quedar en palabras o el papel. Son para llevar al pueblo, agitar y movilizarlo, para organizarlo y elevarlo en su conciencia y luchas, en un frente antiimperialista. Es la única forma de plantearse objetivos superiores, cuanto antes.

Este es el tercer desafío para los militantes del PL. No podemos quedarnos en la orilla del agua mojándose apenas los pies, sino zambullirse en el pueblo y nadar como pez en el agua. No podemos ser claveles del aire sino árboles que echan profundas raíces en las masas y florecen en ellas. La liberación del pueblo necesita de muchos factores y protagonistas pero, entre otros y fundamentalmente, de una vanguardia militante, revolucionaria y con mil vínculos con los oprimidos.

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