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En la calle, contra el FMI

            El acuerdo con el FMI que han votado oficialismo y oposición ha sido un durísimo golpe para el pueblo pues profundizará la dependencia ante el poder financiero internacional. La entidad presidida por Kristalina Georgieva logró que el Frente de Todxs le reconociera la deuda ilegítima y fraudulenta que contrajo Mauricio Macri en 2018, sin pasar por el Congreso y violando su propio estatuto.

            Para la clase trabajadora, tanto del sector formal como para el que se encuentra precarizado, significará ajuste y recorte de derechos, aunque el ministro de Economía Martín Guzmán le haya prometido a la dirigencia de la CGT que eso no ocurrirá.

            La troika de Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano, aplaudió entusiasta al presidente Alberto Fernández el 1 de marzo en el Congreso, cuando en su discurso de apertura de sesiones prometió que no habrá “reforma laboral”.

            En realidad, no hay una reforma laboral plasmada en un instrumento legal, pero los trabajadores venimos perdiendo derechos desde hace varios años, que no han sido recuperados en estos dos últimos. En parte por la pandemia, pero también por el ajuste que viene haciendo el gobierno del FdT, aún antes de llegar a un acuerdo con el FMI.

            En el tema salarial, la levísima recuperación de 2021 no ha compensado el 20% del poder adquisitivo que se perdió en cuatro años macristas, ni lo perdido en 2020 pandemia mediante. El salario mínimo está en nivel bajísimo y ese es el parámetro que se utiliza en el sector no registrado, que representa un 40% de la fuerza laboral. Los planes sociales están a la cola de todo este proceso, porque su valor es la mitad del SMVM, ¡apenas 16.500 pesos!

            La recuperación del empleo ha sido insuficiente y las metas de acotado crecimiento que prevé el acuerdo, nos anuncian que no se puede esperar un aumento en la creación de puestos de trabajo. En el discurso en el Congreso, Fernández anunció un programa de “Empleo Joven”, que será con más precarización y menos derechos para los jóvenes que se van incorporando al mercado laboral.

            Bajo este panorama, las centrales obreras y sindicatos deberían estar en la calle, acompañando al conjunto de organizaciones que desde hace meses están movilizadas para oponerse a este acuerdo lesivo de nuestra soberanía. Establece un “cogobierno con el FMI” al permitir las revisiones de todas las medidas de política económica que tome el gobierno. En realidad este control no será sólo cada tres meses, habrá también revisiones mensuales, semanales y hasta diarias, en una suerte de coloniaje que debería avergonzar a quienes han aprobado este acuerdo.

            La mayoría de la dirigencia sindical está “en un cumpleaños” como se dice ahora, festejando los discursos presidenciales en lugar de estar en la calle para resistir el ajuste, el que ya se está aplicando y el que vendrá, que debemos frenar con la movilización.

            A diferencia de 2001, cuando el estallido social del Argentinazo reveló la oposición de la gran mayoría del pueblo a las políticas del FMI, hoy las encuestas muestran que existe una porción importante de la población a favor de acordar con ese organismo para pagar la deuda. Ello es así, porque – mediante el bombardeo mediático- instalaron la idea posibilista del “mal menor”, de que no hay otro camino para no caer en el default.

            Desde las bases, cuerpos de delegados, el activismo sindical y las agrupaciones combativas hay que llevar la discusión de la deuda externa y la estafa que se apresta a pagar el gobierno. En realidad que ya está pagando, porque desde el comienzo del gobierno del Frente de Todxs se han pagado 7.000 millones de dólares al FMI, según el profesor y economista Horacio Rovelli.

            Hay que erradicar el miedo “a lo que vendrá”  si no pagamos. Ya estamos padeciendo la pobreza, el hambre, el aumento escandaloso del pan, los alimentos y los tarifazos, etc. Y vendrá lo peor si pagamos al Fondo: menos salarios, jubilaciones y planes sociales, menos empleo y más precarización laboral.

            La inflación, que para el gobierno y el FMI es un “fenómeno multicausal” tiene un responsable que son las doscientas empresas formadoras de precios, que aumentan los precios de manera escandalosa (ver nota aparte). El precio de la harina, que se incrementó un 70% en los últimos días es un ejemplo, y hace que sea imposible llevar el pan a la mesa de los hogares, en el país productor y exportador de trigo. El aumento del 11,5 en la nafta y los tarifazos que ya se están produciendo son un duro golpe para los ya menguados ingresos populares.

            Hay muchos argumentos para decir NO al FMI. La deuda fue una estafa, como bien lo dice Norita Cortiñas y la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago y la Investigación de la Deuda. Y las estafas no se pagan.

            Si la dirigencia sindical traidora sigue con el seguidismo del gobierno y a favor de este acuerdo con el FMI, será considerada por sus bases como infames traidores a la Patria. La clase trabajadora y los sectores populares tenemos que tomar en nuestras manos la tarea de salir a la calle para resistir lo que se viene.

            Desde las Agrupaciones de Base Clasistas (ABC), convocamos a marchar al Congreso en Buenos Aires y en todas las plazas del país, el 17 de marzo, cuando se trate el acuerdo en el Senado. Y aún cuando se apruebe allí, fruto del contubernio del gobierno con la oposición de derecha, habrá que seguir la lucha debatiendo acciones unitarias, para frenar el plan de ajuste y echar de una vez por todas al FMI.

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