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Si defendés los derechos humanos debés luchar contra el FMI

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Como en los últimos años, la manifestación del 24 de marzo, por “Memoria, Verdad y Justicia”, será multitudinaria en las 23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires. De esa histórica cita popular y democrática participará un arco muy plural de partidos políticos y organizaciones sociales, con la excepción del PRO y aliados de Cambiemos, eternos ausentes. Buena parte de ellos fueron socios y cómplices de la dictadura militar-cívica. Y su gobierno hoy en lo económico-social-político-cultural-relaciones internacionales, de signo neoliberal, represivo y entreguista, tiene múltiples puntos de contacto con lo que ejecutaban Videla-Massera-Agosti con Martínez de Hoz.  Menos los centros clandestinos de tortura y exterminio de entonces, el gobierno de Cambiemos se parece mucho al Proceso de Reorganización Nacional.

Este 24 de marzo el PL se movilizará con los organismos de Derechos Humanos y demás organizaciones sociales y políticas reivindicando la Generación del ‘70 y los 30.000 desaparecidos y mártires populares. Reclamará juicio y castigo a los genocidas de uniforme y sus socios y cómplices de civil; los primeros han sido en buena medida juzgados (aunque la mitad esté en arresto domiciliario y no en las cárceles) y los segundos gozan hasta ahora de casi absoluta impunidad, salvo unos pocos camaristas y un par de ex gerentes de Ford.

Queremos cárcel para los dueños del ingenio Ledesma, Acindar, Techint y de otros monopolios que dieron las listas de delegados a los militares para los secuestros y desapariciones. Incluso prestaron parte de sus instalaciones para que funcionaran centros clandestinos de torturas, como en Ford Pacheco.

Los derechos humanos son los de ayer, violados por la dictadura, pero también los de hoy, pisoteados por Mauricio Macri, con su represión para aprobar la reforma contra los jubilados, las detenciones prolongadas de Milagro Sala y otros presos políticos, la desaparición forzada de Santiago Maldonado y el asesinato de Rafael Nahuel, la instrumentación judicial para detener a ex funcionarios como De Vido y Boudou, y perseguir a CFK, la felicitación a los policías del “gatillo fácil” como Chocobar, los acuerdos policiales y de espionaje con el FBI e Israel, el proyecto de baja de edad de imputabilidad de los menores a 15 años, etc.

ESTO ES TAMBIÉN DD.HH.

Los derechos humanos son también los derechos fundamentales al trabajo, educación, servicios de salud, tierra y un techo donde vivir dignamente, entre otras cosas básicas. Muchas están en la letra fría de la Constitución, pero son violadas y desconocidas en la realidad.

Macri prometió “Pobreza cero”, pero a fines de 2018 había 2.180.000 personas pobres más que cuando asumió, llevando la cantidad de pobres a 13.600.000 personas. Y la indigencia también se empinó: 161.500 indigentes más, haciendo un total de 2.470.000 que no cubren la canasta básica de alimentos.

Resolver esos dramas y superar la desocupación, que hoy mide más del 10 por ciento de la población económicamente activa, es también una cuestión de derechos humanos. Como derivado de estas carencias, más del 50 por ciento de los niños son pobres y volvió con fuerza el hambre, en un país que produce alimentos para 400 millones de personas y no alimenta a su población de 40 millones.

En la otra punta del espectro, los banqueros ganan 154.000 millones de pesos anuales por la diferencia que embolsan entre las tasas que le cobran al Banco Central por renovar las letras Leliq (55 por ciento anual) y lo que pagan a sus depositantes de plazos fijos (34 por ciento).

Solucionar los dramas de empleo, salarios, partidas suficientes para educación y Salud, obras públicas esenciales y viviendas, etc. requiere dar un vuelco copernicano a las políticas del macrismo y los aspirantes a sucederlo dentro de la lógica del capitalismo dependiente semicolonizado, o sea Massa, Lavagna y otros.

Esa dirigencia de derecha y centro derecha tampoco va a las marchas del 24/3 por los 30.000 desaparecidos ni a las que hubo en 2017 contra la amnistía encubierta del “2×1”. Tampoco pide la libertad de Milagro, Fernando Esteche, Jones Huala y demás presos políticos. Ve con simpatía la idea que Cristina vaya presa, ya que le resulta difícil derrotarla en las urnas.  Massa, Pichetto y Urtubey declaran junto con Macri y Donald Trump que el gobierno de Venezuela es “una dictadura”.

Ninguno de esos dirigentes del peronismo de derecha menciona siquiera la posibilidad de un desencuentro con el FMI o de dejar de pagar la deuda externa. Nobleza obliga, Cristina tampoco, y su precandidato en Buenos Aires, Axel Kicillof, recibió amablemente a la misión del FMI sin plantear ningún repudio o señal de futura confrontación.

Hay quienes están lejos de los desaparecidos y cerca del FMI, como Cambiemos y Alternativa Federal. Los K comparten la lucha de Madres y Abuelas y critican el ajuste, pero se borran de la pelea necesaria para romper con el FMI y no se juegan por Venezuela contra Trump.

El PL es parte de las dos luchas, relacionadas entre sí: por los derechos humanos de ayer y hoy, y contra el FMI y la deuda externa, de ayer y de hoy.

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