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POR TRABAJO Y SALARIOS DIGNOS – Hace falta un plan de lucha y paro general

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En medio de la gran crisis social, económica y política de Argentina, crece la resistencia popular contra el ajuste del gobierno, sobre todo luego del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Ese organismo financiero ya aprobó las cuentas que muy diligentemente le mostraron los funcionarios de la cartera económica y se encamina a la segunda revisión. “Hacer bien los deberes” con el FMI es aceptar que la fraudulenta deuda externa contraída por Mauricio Macri se pague con el hambre de nuestro pueblo.

El movimiento piquetero viene haciendo punta en la lucha contra ese ajuste y la Marcha Federal que se hizo en mayo así lo demostró. La conflictividad social está en ascenso, con 908 piquetes en abril y 856 en mayo, pero el titular del ministerio de Desarrollo Social, Juan Zabaleta hace oídos sordos a esos reclamos y no recibe a las organizaciones. La orden del gobierno nacional es “ni un plan social más” para nadie, aunque la pobreza y el hambre golpeen a casi la mitad de los hogares argentinos.

La Unidad Piquetera marchó nuevamente el 9 de junio y su propuesta de acción es correcta. En LIBERACIÓN Nº 389 (abril 2022) decíamos que hace falta un plan de lucha y un paro nacional que unifique la lucha del movimiento de desocupados con los sindicatos y centrales obreras, que no están movilizando a sus bases, a pesar de que no se ha recuperado la pérdida salarial del gobierno macrista (20%) ni lo perdido durante la pandemia. Antes de esa marcha, la CGT recibió a los y las dirigentes de la Unidad Piquetera, lo cual es un avance de esa central obrera, totalmente ausente de las luchas pese a que incluso quienes tienen trabajo registrado, no llegan a la Canasta Básica Total, que asciende a 99.653 pesos.

En esa reunión, de la que no participaron ninguno de los tres triunviros, hubo un compromiso del dirigente Omar Plaini de trasladar el pedido de paro general al secretariado nacional. No abrigamos ninguna esperanza respecto a la burocracia sindical, que ni piensa en movilizar con reclamos que puedan “molestar” al gobierno de Alberto Fernández, ni cuestionar el ajuste y acuerdo con el FMI. En cambio, la CTA Autónoma, que también se reunió con el movimiento piquetero, sí coincidió con la convocatoria al paro, medida que esa central ya había convocado para mayo.

A pesar de la CGT le da la espalda a sus bases, por abajo hay resistencia y luchas obreras. El Sindicato del Neumático (SUTNA) viene haciendo paros por aumento salarial, con asambleas y alto acatamiento; y para el 16 de junio está convocada una movilización a Plaza de Mayo. En Córdoba, los municipales del SUOEM también están con un duro plan de lucha, masivas asambleas y movilizaciones, en reclamo de un aumento salarial igual a la inflación. Enfrentan al intendente Martín Llaryora, más preocupado en su campaña para ser el futuro candidato a gobernador que en atender los justos reclamos de los y las municipales cordobeses.

En Río Negro, los sindicatos nucleados en la CTA-A se movilizarán todos los miércoles de junio, frente a los supermercados La Anónima, para protestar por los aumentos de precios y las nefastas declaraciones de Federico Braun, CEO de esa empresa, quien en medio de risas confesó que “remarcaban precios todos los días”.

En CABA, los trabajadores y las trabajadoras de la salud se movilizarán contra 65 despidos de diferentes hospitales, ordenados por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta. Quienes eran los “héroes” durante la pandemia, hoy son cesanteados por el PRO, más preocupado por el lenguaje inclusivo en las escuelas que en darle a la ciudadanía porteña la educación y la salud públicas de calidad, con condiciones laborales y sueldos dignos para su personal.

No se puede esperar más, y menos a que lo decidan las dirigencias burocráticas, que temen enfrentarse a las patronales y el gobierno nacional y los provinciales. Por ello, con esas luchas y otras que se están dando en el país, por los mismos reclamos, hay que construir desde las bases ese plan de lucha y el paro general, que pueda forzar a que se tomen las medidas de fondo que hacen falta.

No habrá aumentos salariales, ni trabajo digno para los desocupados, ni se frenarán los constantes aumentos de precios en los alimentos, si no se afectan las enormes ganancias de las empresas. En ese sentido iría el proyecto de ley ingresado por el oficialismo en Diputados, que pretende afectar con un 15% las ganancias de las empresas por encima de los mil millones de pesos. Su aprobación es dudosa. Aunque buena, es una medida que llega tarde, ya que luego del acuerdo con el FMI, cuyas metas constituyen el plan del gobierno (según confesó el ministro Guzmán), el ajuste es inevitable.

Para controlar la cadena de precios en la industria de la alimentación, hace falta identificar su causa principal, que lo confesó muy campante el de La Anónima. Las formadoras de precios las responsables principales de la inflación que hoy se ensaña con la mesa de los argentinos. Para “desacoplar” los precios internos de los externos en un país exportador de granos como Argentina, es necesario como mínimo aumentar las retenciones. Y yendo más a fondo, por la estatización del comercio exterior, incluyendo puertos y vías navegables, hoy en manos de multinacionales que declaran menos de lo que exportan y evaden impuestos. Allí están los dólares que faltan en el Banco Central. El reclamo tiene que ser que sirvan para atender las urgentes necesidades populares y no para pagar la deuda externa.

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