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Piumato, burócrata sindical

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En 2013, la Unión de Empleados de Justicia de la Nación (UEJN) de Julio Piumato se despachó con 72 horas de paro contra la reforma judicial que impulsaba el gobierno en busca de una mayor democratización del poder judicial. En cambio, sólo hizo un paro de 24 horas por las reivindicaciones salariales de los trabajadores.

El argumento de la conducción contra la reforma fue el supuesto “avasallamiento” a que sometería el proyecto al Poder Judicial; los discursos que se escucharon durante la medida de fuerza hacían eje en la independencia del poder judicial.

Muchos trabajadores judiciales de la UEJN denunciaron que las decisiones fueron tomadas sin participación de las bases. Este es un rasgo común de las burocracias sindicales, que actúan de espaldas a sus representados.

En mayo de 2014, la lista de Piumato fue derrotada en la seccional porteña por la lista Azul y Blanca, que obtuvo el 87% de los sufragios postulando a Vanesa Siley. Unos meses después, el veterano dirigente intervino la seccional. Previamente, según denunció la Azul y Blanca, había dejado de pagarles el sueldo a los empleados. Ante la manifiesta imposibilidad de ejercer sus posiciones en UEJN, un numerosos judiciales de la CABA formaron un nuevo gremio (SiTraJu).

Frente al Código Procesal Penal, no sólo manifestó su oposición sino que se sumó al coro mediático contra la Procuradora Gils Carbó.

En 2015 fue el único orador de la “marcha de los fiscales”, en homenaje a Nisman. Esa concentración estuvo impulsada por un sector del poder judicial bendecido por los grandes medios y crítico de la ex presidenta.  Esa movida no incluyó demandas de los trabajadores, ni expresó el reclamo de independencia del poder judicial respecto de los poderes económicos y mediáticos.

En abril del mismo año, cuando la Procuraduría convocó a los gremios para formar una mesa de debate sobre la aplicación del Código, Piumato cuestionó que se convocara a las demás organizaciones sindicales, intentando hacer valer que sólo la UEJN tiene personería gremial. De paso, aprovechó para denunciar que Gils Carbó incurría en “Práctica Desleal”, justamente por abrir el juego a sindicatos con simple inscripción.

En octubre impulsó un paro por el 82% móvil para los jubilados, el pase a planta permanente de los tercerizados (contratados para realizar labores puntuales) y la efectivización de interinos.

En diciembre, con Macri ya electo, un nuevo paro y movilización tuvo como objetivo central la renuncia de Gils Carbó, todo en línea con la arremetida de Cambiemos.

Ahora, cuando la inflación devoró los ingresos de la mayoría y cuando las medidas del gobierno conforma un combo de transferencia de recursos hacia los más poderosos, Piumato plantea que “no es momento para que los trabajadores saquen ventaja ante la delicada situación del país”. Mientras se están produciendo miles de despidos, incluso dentro del ámbito judicial, las consignas con las que justificaba las medidas de fuerza unos meses atrás cayeron en el olvido; por el contrario, se sumó al discurso oficialista de que los despedidos “son ñoquis”.

Piumato es un exponente de la burocracia sindical, sin el menor atisbo de democracia en su sindicato y funcional a los intereses contrarios al país y a los trabajadores. Es casi un operador macrista en la justicia.

JORGE RAMÍREZ

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