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Cada vez más semicolonia y dependientes del FMI

CINCO RAZONES PARA ROMPER CON EL FONDO

            Después de revisar policialmente las cuentas públicas de Argentina, el FMI aprobó cuatro trimestres en la medida que se ajustaron a las metas impuestas en 2022. Lo de siempre, en el decálogo fondomonetarista: ajuste del gasto público, con recortes de hecho de salarios y jubilaciones; suba de tarifas derivadas de ese recorte de los subsidios estatales; disminución de las obras públicas y partidas sociales, educación, salud, vivienda, etc; tasas de interés positivas para enfriar créditos y producción, fomento a como diera lugar de las exportaciones para acumular dólares y pagar la deuda de Macri en 2018, y último, pero no menos importante, devaluaciones periódicas del peso.

            Esa receta fondomonetarista ha tenido varias consecuencias directas y no todas han sido admitidas por el mundo político, sobre todo por el oficialismo (la oposición derechista las menciona a varias, ocultando que Cambiemos/Juntos por el Cambio contrajo aquel endeudamiento y votó a favor del acuerdo con el FMI en marzo del año pasado, siendo el padre, el socio y cómplice del ajuste).

            Se achicó el gasto público con la meta de que el déficit fiscal en 2023 no exceda el 1,9 por ciento, con las consecuencias  mencionadas. O sea, hay ajuste.

            También se vio que el fondomonetarismo es inflacionario, porque las devaluaciones impuestas por Georgieva-Gopinath, si bien no colman todas las expectativas de los lobbies exportadores, incidieron en la suba del dólar, que llegó a rozar 500 pesos. Y eso aceleró las remarcaciones de precios internos, tironeados por los internacionales.

            La receta tiene un tercer costado nefasto: es recesiva. El pago de la deuda y la fuga de capitales, el festival de importaciones, etc, vacían las reservas del Central. Y entonces hay incertidumbre y demoras en ingresar importaciones de bienes y servicios que se necesitan para producir. Eso ralentiza sectores de la economía y se suma al efecto negativo de las tasas de interés positivas (superiores a la inflación), con las que convienen las inversiones especulativas antes que las productivas. Este aspecto, recesivo, no fue muy advertido hasta ahora porque, tras el parate del año de la pandemia hubo un rebote de la economía y no se notó tanto el creciente parate. Ahora sí es más visible y se pronostica que el PBI caerá 4 puntos en 2023.

            Estos tres aspectos negativos son cada vez más visibles para sectores amplios del pueblo, no tanto en sus explicaciones teóricas pero sí en la práctica, que es lo que importa más. Entre los responsables del cogobierno con el FMI, o sea el Frente de Todos, se alzan algunas voces del kirchnerismo pidiendo “renegociar” el acuerdo, sin llegar al punto de romperlo. Sólo ejercen el derecho al pataleo, cuando de lo que se trata es de pegar una patada en el tujes al Fondo y anular dicho acuerdo que legalizó el fraude macrista.

PÉRDIDA DE SOBERANÍA        

            El drama no termina allí. Hay otros dos asuntos muy importantes, políticos, derivados del asqueroso acuerdo de 2022. Y son los que el PL repudia especialmente, por ser daños estratégicos: está en juego una deuda de generaciones de argentinos y peor aún, el destino del país y su pueblo. Para resumirlo en una vieja y actual consigna: la cuestión es Liberación o Dependencia, Pueblo o Monopolios, Patria o Neocolonia.

            El cuarto capítulo nefasto es que la búsqueda de dólares para cumplir con la deuda fraudulenta no sólo perjudica a la población por alza de precios internos tironeados por los internacionales, sino que esa búsqueda acentúa el modelo semicolonial. Se privilegian las cosechas de soja y cereales para exportación, con beneficio de las cerealeras, exportadoras y monopolios como Cargill, Bunge, ADM, Cofco, Glencore, Aceitera General Deheza, Arcor, Molinos, etc. Otro tanto con los frigoríficos, mineras, gasíferas, petroleras y automotrices. Ese modelo agroexportador, minero, extractivista y gasífero es la continuidad de los proyectos semicoloniales de la Generación del ‘80 y el Pacto Roca-Runciman, con más los negociados de la “Patria Financiera” que activó la dictadura militar-cívica de Videla y Martínez de Hoz (vigente hasta hoy con la ley de entidades financieras de 1977, ¡nunca derogada!).

            Eso implica una ruptura con los tramos de desarrollo industrial, aún el capitalista propio de gobiernos peronistas. Ahora no hay Flota Mercante, Astilleros, Fábrica de Aviones, modernos Ferrocarriles, SOMISA, ni una YPF toda estatal, ni Gas del Estado, ni Segba, ni Fabricaciones Militares, etc.

            La quinta consecuencia fúnebre es que el FMI se convierte en el poder no ya detrás del trono sino sentado en él, decidiendo sobre nuestra moneda, el Banco Central, los salarios, los presupuestos de Universidades, etc. Esta injerencia va mucho más allá de lo económico porque cuando Massa pide “ayuda” al FMI, el imperialismo yanqui lo condiciona. Le dice que puede llegar esa plata pero a condición de frenar acuerdos con China por la cuarta central nuclear y las dos hidroeléctricas, aceptar las demandas de la generala Richardson sobre el litio, etc. Por eso Argentina se sumó a las condenas a Rusia y apoya de hecho a la OTAN, etc.

            El Fondo decide en asuntos políticos internos e internacionales, que corresponden al gobierno argentino, al Congreso y en definitiva al pueblo.

            Una última prueba de adónde conduce esa dependencia se vio el 9 de mayo en la cumbre de la AmCham (Cámara de Comercio Americana) en Buenos Aires, de 660 monopolios, presidida por el CEO del JP Morgan, Facundo Gómez Minujin (con máster en Universidad de Illinois). Estuvo como patrón de estancia el embajador yanqui Marc Stanley y desfilaron jubilosos los candidatos de Juntos por el Cambio, también Sergio Massa, hombre de la embajada. Como antes en el foro del “Círculo Rojo” en el hotel Llao Llao, los CEOs de las multinacionales y el embajador Stanley cogobiernan, con la ventaja de que viven acá y coordinan con Georgieva-Gopinath, que están en Washington.

            Estas son las cinco razones para romper con el FMI y luchar hasta vencer o morir en el intento, dejando  de lado las chupadas de medias al imperio para liberar el país y formar parte de un mundo multipolar, con China, Cuba, Venezuela, ALBA, los BRICS, Irán y los No Alineados.     

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