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Una derrota menor a la anterior, pero derrota al fin

            Escrutados casi el 99 por ciento de los votos a nivel nacional, las  legislativas dejaron claro quiénes ganaron y quiénes perdieron. Es así, por más que algunos perdedores – como el presidente Alberto Fernández- llamaran a festejar un inexistente triunfo.

            El ganador fue la coalición de derecha Juntos por el Cambio, que obtuvo el 42,5 por ciento de los sufragios a nivel nacional. En números absolutos, 9.865.000 votos. Ganó en 14 provincias, incluidas las más importantes, como Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe y Mendoza.

            Como un plus, al ganar en cinco de las ocho provincias donde se elegían tres senadores en cada una, logró quitar al peronismo el quórum propio de 37 senadores en la Cámara Alta. Ahora el FDT no contará allí con la facilidad de funcionar con mayoría propia ni convalidar así decretos presidenciales, como hasta ahora. Ese resultado es un golpe especial contra el capital político de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, titular del Senado.

            El derrotado fue el gobernante Frente de Todos, porque perdió a nivel nacional por 8.5 puntos, incluida la estratégica provincia de Buenos Aires, y sólo venció en 9 distritos. Pudo dar vuelta el resultado adverso de las PASO en Chaco y Tierra del Fuego, y ganó por buena diferencia en Formosa y con su aliado Gerardo Zamora en Santiago del Estero. Otras victorias, como la de Tucumán, donde el gobernador es el actual jefe de Gabinete nacional, Juan Manzur, fueron apretadas, con sólo dos puntos de ventaja.

            Algunas de esas derrotas tuvieron sabor muy amargo, como en Santa Fe y Entre Ríos, donde los gobernadores son peronistas, y perdieron por goleada. O en provincias históricamente peronistas como La Pampa y Santa Cruz. Córdoba mantuvo su deplorable giro a la derecha con un macrismo-juecismo-radicalismo que se llevó el 54 por ciento de los votos, el gobernador Juan Schiaretti sólo el 25 y el kirchnerismo local apenas el 10.

            Otras derrotas, como la bonaerense, dejó un sabor más dulzón para el peronismo, pues en las PASO del pasado 12/9 había quedado atrás por 4 puntos frente a la sumatoria de Juntos por el Cambio. Ahora remontó hasta caer por sólo 1.3 puntos, 120.000 votos.  Los guarismos fueron 42,5 por ciento para el ganador y 33,9 para el perdedor. Esa remontada evidenció que el aparato de intendentes y punteros del PJ se movió mucho más que en septiembre, cuando varios de éstos trabajaron a desgano. Tuvieron ahora más recursos del Estado para gastar y prometer, buscando atraer a sectores populares. En parte lo lograron como en La Matanza y la III Sección Electoral. Esta vez la participación del padrón nacional aumentó del 65 por ciento al 71. Muchos fueron a votar por temor a que “gane la derecha”, otros por influencia del “plan platita”, etc, pero como sea hubo más concurrencia.

             ¡Cómo estará de golpeado y confundido el gobierno que el presidente AF, en mensaje grabado y difundido a las 22 horas del domingo, y con resultados oficiales irreversibles, llamó a sus seguidores “a festejar este triunfo el miércoles en la Plaza de Mayo”. Aplazado el profesor de Derecho Penal en la materia elemental de la democracia burguesa, de ser un buen perdedor. O al menos reconocer la derrota.

            La cabeza de lista en Buenos Aires, Tolosa Paz fue algo más realista pues declaró “nosotros ganamos, perdiendo”. Le dio pie a la fascista Patricia Bullrich, para su contragolpe: “nosotros ganamos, ganando, y ellos perdieron, perdiendo”.

La izquierda y los fachos

            Al poder político no se accede por la vía electoral, si se tiene un programa obrero y popular revolucionario. Y también, luego de décadas de burlas a la voluntad popular, se sabe que en el capitalismo dependiente hay muchas promesas que nunca se cumplen, candidatos panqueques que se dan vuelta en el aire, etc.

            En Argentina hay 18.8 millones de compatriotas que viven por debajo de la línea de pobreza (42 por ciento que en la realidad son más). El gobierno presentó como dato muy positivo que en diciembre las jubilaciones tendrán un aumento del 12,1 por ciento, con lo que ascenderán a 29.062 pesos. Muy magro para más de la mitad de los 6 millones de jubilados que cobran la mínima.

            Y sobrevolando las elecciones estaba el nubarrón, confirmado por el presidente Fernández, de que se viene la firma del acuerdo con el FMI. Y no hace falta ser economista para saber que eso implicará más pobreza y drenaje de recursos. En noviembre se pagaron 389 millones de dólares de intereses, en diciembre se pagarán 1.900 millones del capital y en marzo hay que abonar 3.590 millones y así de seguido con lo firmado por Lagarde y Macri.

            Ese fantasma real de la dependencia agudizará el ajuste que el Frente de Todos viene haciendo desde mediados del 2020 y abrió los ojos de mucha gente. Esto explica la buena elección del Frente de Izquierda y los Trabajadores-Unidad (FITU). A nivel nacional se convirtió en la tercera fuerza, con 6.1 por ciento (1.408.000 votos), sumando dos diputados nacionales a los 2 que ya tenía. Ahora serán cuatro: dos por Buenos Aires, una por CABA y un trabajador recolector de residuos por Jujuy, donde el FITU tuvo el 25 por ciento de los votos, a décimas del segundo, Frente de Todos. En CABA y Buenos Aires fue cuarto, pero con 7 por ciento de los votos.

            Y más allá de esos buenos porcentajes y cosechas, lo importante es que los candidatos del FITU, en particular Myriam Bregman en Capital, pero también Del Caño en Provincia y Vilca en Jujuy, tuvieron buenos desempeños en los debates televisados, reportajes y actos.

            El PL felicita a esa fuerza política y esos candidatos, recordando que los votó críticamente y no está arrepentido de ese voto, más allá de las diferencias, algunas serias, que tiene con los cinco socios trotskistas del FITU.

            Lo que es muy preocupante es el tercer lugar en Buenos Aires del fascista José Luis Espert, que podría meter tres diputados, y del igualmente fascista Javier Milei en CABA, con dos. Entre ambos suman un millón de votos a nivel país, el 4,6 por ciento.

            Juntos, por separado de Juntos por el Cambio o bien como colectora de éstos en el Congreso o en futuros comicios, estos fascistas son un peligro para el pueblo y la democracia. Deben ser enfrentados en política y en la calle, por todos los medios posibles. Espert-Milei aumentarán la presión de los monopolios y el FMI, que ya encuentra terreno más que propicio en el gobierno peronista y el macrismo-larretismo-radicalismo, para avanzar con más ajustes contra los laburantes, la quita de conquistas laborales y la entrega del país con la deuda externa.

            Si esa derecha fascista y no fascista tienden a confluir o al menos coordinar en planes antipopulares, esa una razón de sobra para que la izquierda y sectores nacionales y populares nos unamos en un Frente Antiimperialista.

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