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Editorial

“Lo peor no pasó”, pero las luchas van en aumento

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En su discurso de inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, que son ordinarias en todo sentido, Mauricio Macri repitió su mentira recurrente de estos dos años. Dijo que “lo peor ya pasó”.

Como la inflación sigue alta y este año no será inferior al 24 por ciento, castigando duro a los ingresos fijos que apenas serían aumentados un 15 en cuotas, caso de los maestros, queda claro que lo peor no pasó. Sigue pasando. Es una pesadilla continua desde el 10 de diciembre de 2015, cuando asumió el gobierno del PRO-Cambiemos.

De los datos oficiales surge que la industria perdió 66.310 empleos de convenios laborales con sueldos relativamente más altos que los de la precarización que impulsa el oficialismo. Tampoco se puede coincidir en este punto con la mentira de que lo peor ya pasó. Sino que le pregunten a los miles de azucareros de Salta y Jujuy, con despidos masivos y cierres de empresas (ver aparte).

Hubo aumentos de combustibles, transporte, gas, luz, agua, alquileres e impuestos municipales y provinciales. La perjudicada es la mayoría, como desde los primeros tarifazos del ministro Aranguren. Los únicos favorecidos serán los empresarios con rebajas de impuestos, como pasó en el inicio de esta administración con sojeros, exportadores y mineros, con reducción o eliminación de retenciones.

Hoy el país tiene el litro de nafta más caro del continente y uno de los más caros del mundo, a valor dólar. Y eso tiene un alto impacto inflacionario, de allí que la pauta oficial del 10 por ciento anual, luego corregida al 15, también sea mero dibujo. Será mucho mayor.

Los grupos económicos concentrados, formadores de precios, hacen de las suyas, sin el menor control gubernamental. A regañadientes, en el gobierno anterior debían limitar parcialmente sus aumentos, que de todos modos siempre iban para arriba. Ahora, con el gobierno de los ricos para los ricos se sienten a sus anchas para ampliar sus márgenes de ganancias. Manejan el mercado a voluntad, incluyendo al gobierno, por eso se pasan ya se sabe por dónde alguna recriminación ministerial de que “los empresarios tienen que dejar de llorar”. La asociación de empresarios concentrados y gobierno macrista es una entidad fraterna, un “comité administrador de los negocios comunes de la gran burguesía”, según la clásica definición de los marxistas.

La Argentina está cada vez peor y eso lo prueba el elevado endeudamiento externo. El gobierno del PRO-Cambiemos se ha endeudado (en rigor nos han empernado) en 138.262 millones de dólares, lo que implicará este año más pagos de capital e intereses, a costa del ajuste popular. Y así para nuestros hijos y nietos…

 

PALOS Y TIROS PARA TODOS

El ajuste económico duele muy hondo en los trabajadores, pero también en sectores aún más humildes, desocupados, beneficiarios de planes sociales, villas, pensionados y los abuelos estafados con el afano previsional de diciembre.

Pero esas movilizaciones combativas contra la reforma anti-jubilados dieron la pauta de otros dos elementos políticos que las fuerzas antiimperialistas deben tener muy presente.

Uno, la tremenda represión de Gendarmería, la Policía Federal, la de la Ciudad, la de Seguridad Aeroportuaria y otros cuerpos represivos puestos por Macri y Patricia Bullrich a reprimir y disparar contra todos y todas, con saldo de personas golpeadas, heridas, detenidas y procesadas. Se terminaron los globos amarrillos y apareció el Neptuno, la cana motorizada y los tiros.

Eso ya venía de antes, desde el primer día de macrismo con la represión de Gendarmería contra los despedidos de Cresta Roja y los cesantes municipales en La Plata. Luego se agudizó en todo el país e incluyó la desaparición de Santiago Maldonado, la represión al pueblo mapuche y el asesinato de Rafael Nahuel.

El otro elemento a tener muy en cuenta, para no incurrir en derrotismo, es que las movilizaciones obreras, populares, sociales, feministas, por derechos humanos, etc., se masificaron y elevaron. La marcha azucarera en el noroeste fue un ejemplo y el multitudinario acto sindical del 21F, otro. El gobierno fracasó en invisibilizar, dividir y tratar de impedir esas expresiones de protesta legítima, que van camino a un paro general. Si aún no hubo ese paro nacional no fue por falta de ganas de las bases sino por las traiciones y conciliábulos de los burócratas sindicales, sobre todo del triunvirato de la CGT.

Se dirá que todavía faltan muchas cosas para derrotar a Macri, más unidad, conciencia y organización, mayor coordinación sindical, nuevos dirigentes creíbles para sus bases, un frente con contenido antiimperialista que no ponga hoy las elecciones como “la obsesión”, etc.

Es verdad. Pero se está ante un gobierno decadente y debilitado, corrupto hasta la médula, que en su afán por afanar y reprimir va perdiendo apoyo. Los cantitos contra el presidente en las canchas es todo un síntoma. Las luchas de resistencia, pese a la represión, no han cesado, sino que están juntando fuerzas para un salto en calidad. Están dadas las condiciones para avanzar en la unidad popular por abajo, en lo sindical y social. Y –aunque es más complejo- también para poner los cimientos de un frente político. Unidad gremial y social combativa, y unidad política antiimperialista, tales las grandes tareas de la izquierda, que es el PL y no el trotskismo.

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