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La CTA se definió por la unidad en la CGT

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La CTA de los Trabajadores realizó su Congreso Nacional el 3 de octubre en el microestadio de Lanús donde definió iniciar un proceso de vuelta de los gremios de dicha central a la CGT y ratificó su apoyo a Fernández–Fernández para el 27 próximo. El nutrido acto, con el estadio lleno y con centenares de personas que lo seguían por pantalla gigante, contó con el cierre de Alberto Fernández y la presencia de muchos dirigentes políticos y gremiales de todo el país.

El apoyo de la CTA al Frente de Todxs era algo público e incluso muchos de sus miembros son parte de las listas del FDT. Lo más interesante para analizar del Congreso es el proceso que se abre de unificación con la CGT, que si bien sobrevolaba como una idea vaga desde hace años ahora tomó forma concreta al calor del proceso de unidad en el peronismo.

No se puede negar que el tema generó bastante ruido entre quienes apoyan este avance en las conversaciones para reincorporar a la CTA adentro de la CGT y quienes se oponen categóricamente. El primer dato a tener en cuenta es la foto del escenario del 3 de octubre: ninguno de los dirigentes cegetistas que allí estuvieron tienen copia de la llave de la sede de Azopardo. Todos están fuera actualmente de la conducción del Triunvirato. Daer, quien pareciera ser el más ordenado con las ideas de Fernández, no se animó a ir a Lanús.

Ahí, por fuera de los gremios de la CTA, estaban los gremios de la Corriente Federal (Amichetti, Palazzo), el moyanismo representados por Pablo y Hugo Moyano, el Frente Sindical representado por Mario Manrique (SMATA), el canillita Omar Plaini y Pablo Micheli quien representa una fracción minoritaria de la CTA Autónoma. Daer y Acuña decidieron no participar y eso se entiende si se tiene en cuenta lo que esta definición genera al interior de la conducción de la CGT.

Gordos, Independientes y barrionuevistas rechazaron la incorporación de la CTA a la CGT por distintas cuestiones. Públicamente dirán que desde la CTA se los acusa de burócratas, de disputar representación en sectores como el Subte y otras cosas por el estilo. En el fondo el temor central de este sector es que en ese proceso de unidad se fortalezca un agrupamiento de dirigentes, gremios y regionales de la CGT (en parte los que fueron al acto) que no los quiere encabezando la central en el proceso que se abre.

Al triunviro Acuña le tocó encarnar junto con Lingieri, Barrionuevo y Maturano esta oposición. Hicieron una reunión el mismo día del Congreso de la CTA con 50 gremios en el predio de SUTECBA (municipales de CABA). Además de aquellos, participaron otros miembros de la conducción del Triunvirato: Andrés Rodríguez, Hugo Benítez, Juan Martini, Luis Cejas, Carlos Sueiro, Abel Frutos, Julio Piumato, Argentino Geneiro y Amadeo Genta. Daer no fue ni al asado ni al Congreso y desde los medios dio respuestas esquivas.

“El próximo conductor de la CGT debería ser alguien que haya confrontado a Macri”, expresó Palazzo en una entrevista donde celebró el proceso de unidad. “La única condición que ponemos para la unidad es que sea para fortalecer la lucha de los trabajadores y cuyos dirigentes se pongan a la cabeza de esas luchas”, dijo Roberto Baradel al cerrar el Pre Congreso de la regional La Plata en la CTA unos días antes.

El proceso de unidad es en principio bastante complejo de completarse. Pero más importante que las cuestiones administrativas son sus consecuencias políticas. En ese sentido si en términos prácticos sirve para que haya una conducción en la CGT que no sea de los Gordos, Independientes y barrionuevistas sería una señal positiva. Pero no debe quedarse ahí. Tiene que servir para unificar y consolidar gremios, tendencias y dirigentes luchadores que le den fuerza a un sindicalismo anti-burocrático y de lucha que se expresa en forma más aislada o más organizada en las distintas centrales y agrupamientos.

También está el riesgo, cierto, que varios dirigentes que hablan mucho de la unidad, se alejen de las luchas si logran entrar a Azopardo; ya han estado bastante lejanos desde 2017 a la fecha por ser tan dependientes de lo electoral.

Habría que pegarle una patada en el culo al Triunvirato entre todos los sectores que con sus diferencias lucharon contra el macrismo. También supone para los más combativos y democráticos el fortalecimiento de nuestras posiciones en los gremios para recrear un sindicalismo como el de Tosco, López, Salamanca, Weisz, Vilte y Abdala.

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