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Ganó Lula, pero corrido hacia el centro, y Bolsonaro tiene la mitad de los votos

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  Aunque con un margen más estrecho del esperado, Luis Inácio da Silva, Lula, ganó las elecciones presidenciales en Brasil el 31 de octubre. Obtuvo el 50,90 de los votos contra el 49,10 del actual presidente Jair Bolsonaro. Aproximadamente 2 millones de votantes más le permitirán asumir su tercer mandato, después de estar “casi enterrado en vida”, como expresó en su discurso luego del triunfo, refiriéndose al tiempo que estuvo en la cárcel a consecuencia del lawfare del que fue víctima.

  Con mucho optimismo muchos analistas, referentes políticos de la región y sectores afines afirman que su triunfo inaugura un nuevo escenario político en la región, tanto por el peso específico de Brasil como potencia sudamericana como por hecho de que según ellos podría repetirse la “ola progresista” de la región como la que construyeron Hugo Chávez, Néstor y Cristina Kirchner, Rafael Correa, Evo Morales y el propio Lula en la primera década de este siglo. Y citan para reforzar esa visión a los actuales mandatarios de México, Colombia, Chile, Perú y ….Argentina. La crisis económica, social y política que se vive en nuestro país, en Chile y Perú exime de mayores comentarios….

   ¿Cuáles son las condiciones económicas, sociales y políticas del Brasil que tendrá que gobernar Lula cuando asuma el 2 de enero de 2023?  En lo económico, con una deuda externa que lo ubica entre los países más endeudados del mundo (663.260 millones de dólares), y según la Red Brasileña de Pesquisa en Soberanía y Seguridad Alimentaria, 125,2 millones de ciudadanos/as padecen “inseguridad alimentaria”, casi el 60% de la población.

            Antes de la presidencia de Bolsonaro las personas que pasaban hambre eran alrededor de 10 millones, un tercio comparado con la actualidad. En junio de este año la inflación había llegado al 11,9 % y en setiembre cayó al 7,2 % debido a una serie de medidas que tomó Bolsonaro con fines electorales. Aunque logró frenar la escalada inflacionaria hubo fuertes aumentos de los alimentos que empeoraron la situación de los sectores más vulnerables.  El ingreso de 65.760 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED) en los primeros meses de este año, y el ingreso de capitales por la exportación de bienes por encima de sus importaciones, no ha sido suficiente para evitar los crónicos déficits de la cuenta corriente del balance de pagos de la última década ni la disminución de un 10 % de las reservas del Banco Central.

   En el plano político, Lula encontrará un país “rayado” como expresan sus compatriotas: 50 % por un lado y 50 por ciento por el otro, apoyando dos proyectos totalmente distintos….al menos en lo discursivo. La mayoría que obtuvo la oposición bolsonarista en el Congreso y con muchos gobernadores a su favor, será sin dudas un freno a la concreción de las promesas del presidente electo. “Crear un nuevo horizonte mejorando las condiciones de vida de las grandes mayorías” supone reformas impositivas y fiscales y un aumento del gasto público, que requieren autorización del Congreso…

   Otras promesas de su campaña electoral como deforestación cero, demarcación de las tierras indígenas y el límite a las actividades extractivistas, lo enfrentarán a los intereses de los grupos de poder económico internos y externos.

   Aunque la alianza que le dio el triunfo es amplia y va desde la izquierda hasta el centro-derecha: Partido Comunista do Brasil, Rede de Marina Silva, Partido Socialismo y Libertad, Partido de la Socialdemocracia Brasileña y obviamente el PT, no le garantiza la gobernabilidad para construir un proyecto de consolidación del marco democrático que beneficie a las mayorías populares.

   Gerardo Alckmin, su vicepresidente, es representante de la gran burguesía paulista y tiene muy buenas relaciones con la embajada de Estados Unidos, la Red O Globo, la Federación de Industriales de Brasil y otros sectores ligados a los monopolios que deciden el rumbo no sólo de la economía. Con esos aliados y controles su gobierno no podrá cumplir sus promesas de justicia social y de redistribución de la riqueza para lograr un país más equitativo y soberano.

            Para no cometer esos errores debiera tener en cuenta lo que sucedió en Argentina: en 2019 se giró desde el progresismo al centro-derecha y de ahí en 2021 más a la derecha, al  ajuste con el FMI. El giro de Lula y el PT tiene muchos puntos de parecido: desde el progresismo y la centroizquierda de antes, ahora hacia el centro y una alianza con la derecha.

ELENA RIVERO

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