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El trotskismo argentino y el golpe en Bolivia

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Los cuatro partidos trotskistas integrantes del FIT, o sea el PO, PTS, IS y el agregado MST, venían criticando a más no poder a los gobiernos de Lula y Dilma en Brasil, antes a Chávez y luego a Maduro en Venezuela; a Fidel Castro, Raúl Castro y Díaz Canel en Cuba, y a Evo Morales en Bolivia.

Con caracterizaciones de gobiernos de “la burguesía nacional”, o “degeneraciones del socialismo”, “capitalistas”, etc, el trotskismo argentino se puso en la vereda de enfrente de esos gobiernos que, con sus límites, habían mejorado la situación material y social de sus pueblos. Y que por eso mismo habían concitado el odio y las campañas agresivas del imperialismo y la reacción regional.

El 8 de noviembre el programa de Luis Novaresio en América reporteó al Pollo Sobrero, de Izquierda Socialista. Preguntado si su socialismo existía en el mundo dijo que no. De Cuba dijo que “es un modelo claramente capitalista”. Venezuela también, agregó.

Producido el golpe de Estado en Bolivia, el 10 de noviembre, Jorge Altamira, el depuesto líder del PO, tuiteó: “El MAS se cae como un castillo de naipes, frente a la presión golpista. Lo hemos advertido. Renunció Evo Morales. Derrotado sin luchar, como Lula y Dilma. Advertencia histórica a la clase obrera. Esta es la consistencia políticos de los nacionales y populares. Entregó las masas a la derecha”. En otro agregó: “Como Lula ante el golpe de los Bolsonaro, Perón en el 55 y el peronismo y radicalismo en 1976. Gloriosa trayectoria”.

En este punto su adversario interno, Néstor Pitrola, no se quedó atrás. Tuiteó: “Evo estaría renunciando sin convocar a las masas a rechazar el golpe. La cañonera de Evo repite una historia conocida en América Latina”.

Esas opiniones lapidarias contra Evo lo son también contra su movimiento y su gobierno, calificados como burgueses. El día antes del golpe, el 9/11, el órgano de prensa del PO, en nota firmada por Rafael Santos, afirmaba: “El país está dividido, electoral y políticamente entre dos fracciones burguesas: la clásica derechista oligárquica con Mesa y ahora, Camacho; y la nacionalista burguesa devenida durante más de una década en guardiana del orden, agotando la insurrección de la guerra del gas del 2003, sobre la base de la cual llegó Evo al poder. Si bien la base social que vota mayoritariamente por el MAS se asienta en los mineros, los trabajadores y campesinos, el gobierno los ha regimentado fuertemente y su movilización es todavía reglamentada”.

Ese artículo de Prensa Obrera reconocía que un sector del trotskismo boliviano tenía postura contrarrevolucionaria: “Una parte de la izquierda boliviana (el POR) hace causa común con las movilizaciones derechistas”.

La prensa de Izquierda Socialista fue aún más funesta, al reproducir un artículo de su “Alternativa Revolucionaria del Pueblo Trabajador (ARPT), sección de la UIT-CI en Bolivia”, del 11 de noviembre de 2019: “Luego de 21 días de lucha, con 3 muertos bajo la represión y violencia masista, Evo Morales perdió el respaldo de la oligarquía y el imperialismo, representado por la OEA, y terminó por renunciar. Cuando la movilización popular no retrocedió ante la represión policial y la violencia del MAS y sus matones, la oligarquía abandonó a Evo y se montó sobre la misma con el objetivo de no perder el poder. Este sector burgués reaccionario ha utilizado el justo odio y bronca contra los 14 años de gobierno de Evo Morales, que en nombre de un falso “socialismo” y “antiimperialismo” traicionó al pueblo y gobernó en beneficio de las multinacionales y de los grandes grupos empresarios de la soja, de la minería y el gas”.

Quiere decir que el gobierno de Evo habría sido reaccionario y al servicio de los monopolios. Y la campaña golpista no habría sido tal sino una “justa movilización popular”. El imperialismo no habría tenido nada que ver con el golpe.

Los partidos troscos del FIT nuevamente convergen con el imperialismo en denostar y atacar a un gobierno progresista y popular, con muchos límites como el de Evo Morales. Lo debilitan y se aprovechan de sus errores; y una vez depuesto, y en el suelo, lo patean y cuestionan su falta de resistencia.

El PL cuestiona la renuncia de Evo, pero lo hace desde la defensa de su gobierno y el sentido popular de la mayoría de sus políticas, que explican el odio y la violencia del golpe para derrocarlo (Ver nota aparte)

Que nadie se engañe al ver las banderas de los partidos del FIT en marchas contra el golpe en Bolivia. Su antigolpismo y su solidaridad con Bolivia son falsas. Su verdadera política es la que hemos cuestionado acá. Otra vez se demuestra que el trotskismo es funcional a la derecha y el imperialismo. Lo es por sus dirigentes principales, Altamira, Pitrola, Solano, Sobrero, Giordano y Ripoll. En sus bases sí hay gente trabajadora y honesta que tendrá que romper con esos referentes que dos por tres coinciden con el imperialismo y las oligarquías.

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