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Doctrina de “deuda odiosa”, para no pagar la deuda externa

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La deuda externa es el nudo gordiano que hay que cortar con el nuevo gobierno, aunque si es por necesidad se debió poner término mucho antes al macrismo y a su feroz endeudamiento.

Según la consultora Proyecto Económico, de la economista K Fernanda Vallejos, la deuda total alcanzó el 85 por ciento del PBI y en 2018 había sumado con Macri 96.000 millones de dólares más, 200 por ciento más que en diciembre de 2015.

En 2018 esa deuda equivalía al 635 por ciento de las exportaciones del país, por lo que es imposible pagar esas obligaciones con los dólares de la balanza comercial.   

Para la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), en 2018 se debían 332.192 millones de dólares de deuda pública. Y hay que afrontar vencimientos por 148.000 millones de dólares en los cuatro años del futuro gobierno, 2020-2023. Se desglosan así: en 2020 hay que garpar 20.376 millones, en 2021 otros 31.608 millones, en 2022 otros 49.923 millones y en 2023, 46.594 millones.

Son números lapidarios. Esta deuda con acreedores privados y con instituciones nefastas como el FMI es la muerte de Argentina y nuevas y graves crisis como hubo aquí en 2001 y como la de Grecia entre 2012-2015.

Esto reclama una definición política. Macri-Pichetto van a seguir pagando todo lo que le pidan, como hasta ahora, reforzando la dependencia del imperialismo yanqui. Fernández-Fernández vienen anticipando que también están dispuestos a pagar, aunque regateando el precio: manteniendo los acuerdos con el FMI, pero modificándolos un poco a la baja.

¿Con qué van a pagar si las reservas disponibles en el Banco Central son 17.000 millones de dólares, según Alfredo Zaiat en Página/12 el 5/5? El esquema de pagos se hará más duro a partir de 2020 cuando hay que empezar a oblar el crédito del Fondo, por 57.100 millones de dólares. Esta plata la viene patinando el macrismo en pagar deuda, sostener el dólar y financiar la fuga de capitales, que el año pasado fue de 27.320 millones de dólares.

El PL denuncia el carácter imperialista del Fondo, los fondos buitres, Wall Street, los bancos de inversión y el capital financiero internacional. No son amigos ni neutrales: son enemigos del pueblo argentino.

La mayor deuda tuvo el triple destino ya mencionado, amén de que una parte, casi 10.000 millones de dólares, fueron a pagar a los fondos buitres. Ese pago implicó una violación de lo resuelto por la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2015, que aprobó una moción de Argentina para que las reestructuraciones de las deudas siguieran nueve principios básicos, contra los fondos buitres. La resolución fue aprobada por 136 votos a favor y seis en contra: Estados Unidos, Israel, Canadá, Japón, Alemania e Inglaterra.

Hay posiciones a favor y en contra de pagar, a favor y en contra de reestructurar deudas, a favor y en contra de los fondos buitres. Nosotros por razones obreras, antiimperialistas y patrióticas repudiamos la deuda y queremos romper amarras con el FMI, al que Argentina ingresó recién en 1956, después de la “Fusiladora”.

Hay que estudiar y recuperar las proposiciones de Fidel Castro y demás expositores en los Foros contra la deuda externa latinoamericana realizados en Cuba en 1985, tras la crisis de México en 1982.

Y hay que hacer lo propio con los documentos de Eric Toussaint, historiador y politicólogo belga que preside el Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM). Toussaint propone la moratoria de esa deuda citando la doctrina de la “deuda odiosa”, que paradojalmente había sido planteada por un jurista opositor al gobierno soviético, Alexandre Sack, quien en 1927 planteó la teoría jurídica de la “deuda odiosa”. “Según dicha doctrina, si la deuda ha sido contratada contra el interés de la población y los acreedores eran conscientes de ello o habrían debido serlo, es odiosa y puede ser anulada”, recuerda Toussaint.

La deuda tomada por Macri iba en contra de los intereses del pueblo argentino y que el FMI y demás fondos, bancos y acreedores privados debían saberlo.

El politólogo belga enfatiza desde 2010 que lo correcto es “decretar una moratoria unilateral (sin acumulación de intereses por morosidad) sobre el pago de la deuda mientras se realiza una auditoría (con participación ciudadana) de los créditos públicos —el deudor es el Estado—. De acuerdo a los resultados de esta auditoría, se deberá anular la deuda identificada como ilegítima”.

No son meras doctrinas o palabras. CADTM participó en la auditoría de la deuda del Ecuador en 2007/2008. Esta auditoría creada por Rafael Correa permitió a su gobierno “anular deudas ilegítimas y economizar 300 millones de dólares por año durante 20 años. Este dinero está ahora dedicado al mejoramiento de la sanidad pública, de la educación y a la creación de empleo”.

La militancia antiimperialista debe afilarse para estos debates candentes de la Argentina y no ceder al posibilismo y la resignación de un futuro gobierno que se precie de ser un buen pagador.

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