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Después de octubre la lucha continúa

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Mauricio Macri lo dijo al proimperialista Mario Vargas Llosa. Preguntado sobre qué hará en un segundo mandato, su respuesta fue: “voy a ir por el mismo camino, pero más rápido”. Risas de hienas en esa cena de la Fundación “Libertad”, en marzo pasado.

Esta reafirmación del ajuste implicará más deuda externa, tarifazos, desempleo y avanzar hacia una reforma laboral más antiobrera y una reforma previsional más antijubilados. Los jueces y fiscales amigos de Comodoro Py seguirán mandando presos a los opositores, buscando su presa más codiciada, la expresidenta, y manteniendo detenidos a los que hoy ya están en cana.   Y frente a las protestas populares, habrá más palos, gases y balas.

La firma del acuerdo del Mercosur con la Unión Europea y la participación de Macri en el Cartel de Lima armado por Donald Trump para intervenir en Venezuela, tendrán nuevos avances proimperialistas. Más ejercicios militares con EDE UU, más bases norteamericanas y más bajadas de lienzos con los ingleses por Malvinas.

Ese ominoso futuro no lo queremos. Por eso votaremos en forma crítica por el Frente de Todos (ver Editorial).

Suponiendo lo mejor, que ganen Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, ¿acaso significará la solución a los dramas del capitalismo dependiente reajustado en forma fondomonetarista por el PRO-Cambiemos?

Ojalá fuera así de fácil: votamos a los Fernández y listo. No va a ser así. Por dos razones fundamentales.

Una, los dramas son gravísimos y afectan a casi todos los órdenes de la vida argentina: la economía, la política, los derechos humanos, la cultura, los medios, la justicia, la legislación, la seguridad, el deporte, las relaciones internacionales, la moral. O sea, todo. Todo está mal, por acción del macrismo, que le echa la culpa a la “herencia recibida”. No es que lo anterior era un paraíso ni estaba exento de ladrones como José López y Ricardo Jaime, por nombrar sólo un par, pero lo esencial del desastre lo generó Macri y su gobierno de CEOs.

La otra razón por la que no habrá solución en el corto plazo es que el eventual gobierno de los Fernández no tiene un programa ni política ni un equipo dispuesto a tomar el toro por las astas.

El presidenciable Fernández estuvo diez años, entre 2008 y 2018 militando junto al traidor Sergio Massa, Clarín y La Nación, en acuerdos con el sionista Alberto Nisman y la embajada de Israel, en contra de las mejores medidas del kirchnerismo, que ocurrieron entre 2009 y 2013. Ley de medios, reforma judicial democratizadora, estatización de YPF y pelea contra los fondos buitres, etc, fueron de ese lapso; otras venían de antes, como juicios por DD HH, la AUH, etc. Alberto Fernández sigue cuestionando esas políticas de la presidencia de CFK.

Y coherente con ese punto de vista, hoy no se plantean iniciativas de avanzada y antimonopólicas. Fueron una locura, dice AF. Volver a planteos contra Clarín y los monopolios sería “venganza”, “revancha” o reiniciar una guerra que ya terminó.

Y lamentablemente Cristina, que no opina exactamente como aquél, pareciera tener un balance liquidador de su gobierno, como que fueron medidas “demasiado radicalizadas”, y por eso ahora viene con el “pacto social responsable” y dando ella un paso al costado, como vice.

LA CABEZA DEBAJO DEL AGUA

Por las razones antedichas, el Frente para Todos hoy no plantea romper con el Fondo Monetario ni desconocer la deuda externa generada por Macri. Al contrario, AF y antes Kicillof se reunieron con los enviados del FMI y les dijeron que quieren pagar, pero necesitan mejores plazos y condiciones de pago.

O sea, plantean una renegociación como también lo propuso Lavagna. ¿Qué significa eso? En 2020 vencen 42.312 millones de dólares y piden que nos dejen pagar 22.000 millones y nos refinancien 20.000 millones. Pero eso igual significará un tremendo sacrificio para el pueblo, además de injusto porque esa deuda la generó Macri para la bicicleta financiera y la fuga de capitales. Además, la parte refinanciada irá a engrosar nuevos vencimientos, abultados. Y, por último, si el Fondo accediera a esa negociación, tendría más argumentos para presionar por la reforma laboral y previsional y el ajuste para el “déficit cero”.

Los Fernández a lo sumo prometen que buscarán el crecimiento y la reactivación del consumo. Pero eso, con la pesada lápida de la deuda sobre nuestras cabezas, será imposible. Y aún en caso que hubiera algunas mejoras, la Argentina que hoy está en el fondo del mar, a 8.500 metros de profundidad, en el mejor de los casos subiría a 5.000 metros. Sí, sería una mejoría respecto de la hondura actual, pero de todas maneras a 5.000 metros no se respira aire puro sino seguimos bajo el agua, ahogados. El que no pelea por todo, no consigue nada. Necesitamos salir a la superficie y que entre oxígeno a nuestros pulmones, no que sigamos bajo el agua.

Por eso el 11 de diciembre seguiremos exigiendo: No pago de la deuda externa, Fuera el FMI, aumento general de salarios y jubilaciones, anulación de los tarifazos, control estatal y popular de precios, nacionalizar la energía y liberar a todos los presos políticos. La lucha continúa, diría Agustín Tosco.

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