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Editorial

Concretar la victoria electoral, ganando las calles para echar a Macri

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El Frente de Todos concitó el voto mayoritario de los argentinos, derrotando electoralmente al gobierno de Macri (ver Notas Políticas). El pueblo tiene derecho a saborear esa victoria, lo mismo que Alberto Fernández, Cristina y demás candidatos de ese frente.

El problema se vio a la mañana siguiente a la votación, cuando los especuladores financieros y bancos hicieron subir el dólar 23 por ciento, a 60 pesos. Los tenedores de divisas incrementaron una cuarta parte sus capitales, incluyendo Macri y sus funcionarios, que tienen dólares en el extranjero.

Los perjudicados de siempre son los trabajadores, amplios sectores populares y clase media, cuyos ingresos a la baja son en pesos. Esa devaluación, continuada en los días siguientes, eleva los precios internos de los productos transables y de bienes con componentes importados, que tomaron el nuevo precio del dólar. Hasta el pan faltará o será más caro, porque los molinos no entregan la harina de antes…

Si Macri hizo un brutal ajuste desde diciembre de 2015 hasta agosto de 2019, ¿por qué habría de aplicar una política favorable al pueblo en lo que falta de su mandato? El seguirá con su proyecto neoliberal y fondomonetarista hasta el final, tratando de hacer la mayor cantidad de negocios y dólares para los monopolios. De ese modo seguirán cerrando 50 Pymes por día, serán despedidos 660 trabajadores por día, se irán 2.000 millones de pesos por día a los bancos por las Leliq y tantos otros desastres.

Somos respetuosos de la ley, según la cual Macri debería gobernar hasta el 10 de diciembre. Pero no somos tontos. Si él sigue haciendo desastres después de su derrota, como ya los hizo, hay que tratar de echarlo cuanto antes. Que firme su renuncia, que se elija un presidente provisional en Asamblea Legislativa y que se adelanten las elecciones para fines de septiembre y que el martes 1 de octubre tengamos nuevo presidente y vice, Alberto Fernández y Cristina, con un gobierno que no deje su honra en la puerta de la Casa Rosada.

¿MÁS GIRO A LA DERECHA O MÁS MOVILIZACIÓN?

El voto popular mayoritario ya fue expresado, pero el gobierno de CEOs y millonarios sigue haciendo muchísimo daño. ¿Nos quedamos en casa haciendo buena letra y tachando los días que faltan para que se vaya, como hacen los presos?

Sería suicida, porque el discípulo de Trump y el FMI hará desastres hasta el último día. Es incorregible. Los que confíen en él sufrirán como cuenta la fábula de la rana y el escorpión, que la picó y mató a mitad del río luego de prometerle que no lo iba a hacer.

Por supuesto que, en una situación complicada y delicada, el PL no hace la apología de salir a romper todo, ni a ganar la calle sin ton ni son. Hay que movilizarse amplia, combativa y organizadamente. Con paros activos convocados por los gremios luchadores, las CTA, la Corriente Federal de Trabajadores y la Fuerza Sindical del Modelo Nacional (de los traidores de la CGT nacional no esperamos nada bueno). Con ollas populares de las organizaciones sociales. Con escraches a los bancos privados y al Banco Central. Con marchas a la puerta de la Suciedad Rural y Clarín. Con silbatinas a los periodistas como Majul, Lanata, Santoro, Morales Solá y otros por ser cómplices de nuestros verdugos.

Al interior del Frente de Todos hoy prevalece la idea de hacer la plancha hasta diciembre. Le exigen a Macri que se haga cargo de frenar el dólar y la inflación, y está muy bien ese reclamo, pero si el psicópata no lo hace entonces hay que dejar el silencio y pasividad y convocar al pueblo a ganar la calle con protestas, incluso a la Plaza de Mayo para exigir la renuncia de Macri.

Hemos visto con sorpresa cadenas de WhatsApp de kirchneristas pidiendo no participar de cacerolazos ni de movilizaciones. Según ellos esa es una trampa del gobierno. Repetimos: no hay que movilizar a lo loco, pero sí hay que ganar las calles y luchar para que el voto del 11 de agosto se convierta en realidad, con un nuevo gobierno cuanto antes.

La táctica opuesta a la nuestra, como no podía ser de otro modo, es la de Sergio Massa y Felipe Solá, que se muestran -sobre todo el primero – como si fueran copropietarios del Frente de Todos. Ellos proponen “ampliar” la alianza hacia la derecha, convocando a Roberto Lavagna (en esto coincide Alberto Fernández), a Emilio Monzó y aunque no lo digan aún, también a Schiaretti, Urtubey y otros derechosos del PJ.

Unos quieren sumar a más dirigentes de derecha. Otros queremos que el voto popular se exprese masivamente en las calles, para asegurar la victoria sobre Macri.

Las ideas contrapuestas están claramente expresadas. Massa quiere un acuerdo con el FMI, nosotros la ruptura. Massa desea un pacto con la UIA, nosotros con los trabajadores. Massa busca reconciliación con Trump, nosotros con Venezuela. Massa propone que Milagro Sala siga presa igual que Julio de Vido, al que él ayudó a detenerlo votando su desafuero; nosotros luchamos por la libertad de los presos políticos.

Estamos todos unidos contra Macri, pero hay dos caminos a seguir. Nuestro consejo a Alberto Fernández: “usted tiene el 47 por ciento de los votos. Haga como Néstor Kirchner, que con el 22 por ciento en 2003 tomó la iniciativa y la ofensiva política”. 

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