Liberación - Órgano de Prensa
Burguesía arribista cuenta plata en cámaras y la monopólica opera off-shore
El gobierno de Macri y la prensa monopólica presenta hasta el hartazgo a Lázaro Báez como sinónimo de corrupción y pretende ligarlo o soldarlo a Cristina Fernández de Kirchner con obvias intenciones políticas y electorales.
¿Quién es Báez? Para millones de argentinos, que ven TV, sería el dueño de la plata que las cámaras mostraron cómo se contaba en su financiera SGI, alias La Rosadita. Según Clarín allí se contaron entre 3 y 5 millones de dólares.
Con esa filmación, seguramente pirateada o comprada por TN a empresas de seguridad y puesta en el juzgado de Sebastián Casanello, más las declaraciones del “arrepentido” Leonardo Fariña, se detuvo a Báez y su contador. Y se allanaron sus numerosas propiedades, sobre todo en Santa Cruz.
Báez fue presentado como emblema del corrupto. Y es posible que lo sea, lo que tendrá que resolver Casanello, pero no es el mayor corrupto de la historia argentina. Ese sitial de deshonor lo tienen los empresarios monopólicos que fugaron capitales y no pagaron impuestos, como los tenedores de 4040 cuentas secretas en el HSBC de Ginebra, con 3.500 millones de dólares. Entre ellos Amalia de Fortabat con su apoderado Prat-Gay, directivos de Clarín, etc.
Por esos posibles delitos de lavado de dinero y evasión impositiva no hay ningún detenido, pese a que esa fuga alcanza a los 382.000 millones, según los estudiosos. Nadie preso. En cambio Báez ya cumplió un mes de detención en Ezeiza.
Para acusarlo de ser el peor de todos, Clarín lo presentó como el empresario K que ganaba la mayor parte de la obra pública desde 2003 en adelante, lo que no se compadece con la estadística del ministerio de Planificación Federal. La lista presentada por esa cartera pone a Austral Construcciones, de Báez, en un cómodo lugar número 40. En cambio las tres primeras son el grupo Techint, Electroingeniería e Iecsa, de Angelo Calcaterra, el primo hermano de Mauricio Macri.
Cuando lo llevaron nuevamente a declarar a Báez y creían que iba a denunciar a los Kirchner, dio una primicia que hizo tambalear a la escudería Macri de adentro y afuera de Tribunales. Dijo que la imputación en su contra por 208 millones de pesos aportados por la suiza Helvetic no era lavado de dinero sino un aporte de esa firma para la formación de una UTE con Iecsa y una firma china para participar de la licitación por las dos represas patagónicas. El concurso fue ganado por Electroingeniería y otra firma china.
O sea que si doña Rosa mantiene su idea de que Báez es un corrupto, y posiblemente lo sea, tendrá que admitir también que era socio de la familia de Macri en ese negocio frustrado y en muchos otros concretados de obra pública, detallados por Horacio Verbitsky en su nota de Página/12 del 8 de mayo (“Ir por lana”).
NO ES LO PEOR
Los allanamientos del fiscal Guillermo Marijuan en el Sur habrían detectado entre 150 y 200 propiedades de Báez: la constructora, campos, estancias, departamentos, oficinas, empresas, etc. Ante las dificultades económicas que encontró no tuvo mejor idea que despedir a 1.800 empleados de la constructora, lo que para el PL es un serio motivo de crítica, el más importante de todos.
Semejante nivel capitalista indica que el ex cajero de Banco se había convertido en estos años en un representante de la gran burguesía nacional, no patriótica, asociado a los monopolios como recién se documentaba con Iecsa.
Báez no es el único que vio engrosar sus capitales en los años de bonanza kirchnerista; Cristóbal López fue otro, Electroingeniería también. En realidad, para ser justos, hay que decir que “bancos y empresas nunca ganaron tanta plata como con este gobierno”, como en agosto de 2012 Cristina Fernández de Kirchner les espetó a sus críticos en el 158° aniversario de la Bolsa Comercio. O sea, que soparon todos, los arribistas y los tradicionales.
Que quede claro. Báez es parte de la gran burguesía nacional, explotadora, antiobrera y muy posiblemente corrupta, algo que la justicia deberá develar.
Pero no es el peor. La peor es la burguesía monopólica, ligada al imperialismo y las finanzas, parasitaria, de origen terrateniente y con dominio del comercio exterior, dueña de bancos y pulpos industriales. Ejemplos: Paolo Rocca, de Techint; Carlos Blaquier, del Ledesma; familia Escasany del Banco Galicia, Mauricio y Franco Macri, de Socma; Pérez Companc, de Molinos; Pagani, de Arcor; Gustavo Grobocopatel, de Los Grobo, etc. Parte de este “círculo rojo” son los 1.200 directivos y accionistas argentinos con 270 empresas en paraísos fiscales según el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).
Para graficarlo con un ejemplo. La gente de Báez contaba 3 millones de dólares en La Rosadita. La gran burguesía tradicional aprieta la tecla “send” y manda o recibe sumas millonarias mucho más significativas en sus paraísos fiscales y sus cuentas bancarias secretas. Una es la burguesía arribista, angurrienta y que sabe que tiene un tiempo corto de relación con el poder; la otra es la gran burguesía con dos siglos de robo y acumulación, dentro y fuera del país, con refinados métodos de choreo que no se ven en Canal 13 ni TN.
SERGIO ORTIZ