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Derechos Humanos

EDITORIAL

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Es un gobierno fascista y se necesita un frente antifascista

            El de Javier Milei es un gobierno fascista, que usa la fuerza del Estado para atropellar con brutalidad al pueblo, arrancarle sus conquistas sociales y democráticas mediante un ajuste al servicio de los monopolios y el imperialismo yanqui. Se dirá que lo votaron en el 2023, pero ese origen “democrático” fue conseguido con mentiras y propaganda falsa. Por ejemplo, dijo que venía a combatir “la casta” y resulta que su gobierno es totalmente de la casta y su plan consiste en atacar a trabajadores, jubilados, pueblos originarios, los derechos humanos, la educación pública, la salud, la cultura, la ciencia y la soberanía argentina.

            Una de sus primeras medidas fue devaluar en diciembre nuestra moneda 114 por ciento, con lo cual se dispararon los precios y el costo de la vida, beneficiando a los tenedores de divisas, los bancos y exportadores. La inflación que castiga a los argentinos, sobre todo a los de menores recursos, lleva acumulado un 94,8 por ciento en lo que va del año, sumando el 4,2 de agosto.

            Y si bien la inflación está bajando un poco, lo hace a costa de una recesión tremenda donde casi no hay segmento económico en actividad. A junio la industria manufacturera había caído 20,4 por ciento interanual y la construcción 23,6 interanual,  según cifras oficiales. Y lo más doloroso de este parate es la pérdida de empleos privados y públicos: más de 171.000, entre los registrados. Si se cuenta el empleo en negro y monotributistas la cifra total debe ser el doble:  350.000 argentinos y argentinas no tienen empleo luego de sufrir la “motosierra” de Milei.

            Y entre los más afectados por ese ajuste criminal están los jubilados, que en 7 meses han perdido el 25,7 por ciento de capacidad adquisitiva. Justamente el “gasto” previsional que se cortó explica casi el 30 por ciento del famoso “superávit fiscal” que tanto propagandiza. ¡Resultó que la casta eran los jubilados!

            El gobierno vetó una modesta ley que había sido aprobada en Diputados y el Senado con dos tercios de los votos, que aumentaba 8,1 por ciento la jubilación y las actualizaba por inflación (ver nota aparte). En plata eran apenas 15.000 pesos más para haberes que siguen estando por debajo de la línea de pobreza. Igual el fascista la vetó.

            Y no sólo eso. Los últimos tres miércoles que los jubilados protestaban ante el Congreso, presionando por la mencionada ley que mejoraba levemente sus haberes, el gobierno los reprimió con la Policía Federal, la Gendarmería y otras fuerzas que usaron balas de goma, palos, gases y vehículos para atropellar a quienes ejercían su legal derecho a la protesta. La última vez hubo una treintena de heridos, incluyendo una niña de 10 años gaseada junto a su madre por la Policía, algo que esa podrida institución y la ministra Patricia Bullrich quisieron negar e imputar a los manifestantes.

            Esa violencia generalizada y esas burdas mentiras son un rasgo neto de fascismo. Y todavía está fresca la represión en ese lugar el 12 de junio pasado, cuando se trató la ley Bases, con muchos heridos y  35 detenidos, acusados de “terrorismo” por el gobierno y el fiscal Carlos Stornelli. Eso también es fascismo, así como la creación de un comando conjunto con las fuerzas de (In) Seguridad y el acople de policías provinciales para reprimir medidas de fuerza de gremios que las grandes patronales consideren “bloqueos” a sus empresas. Así piensan reprimir las protestas e impedir el ejercicio del derecho de huelga a la clase trabajadora. Eso también es fascismo.

            También la Bullrich, junto con su ahijado Luis Petri (Defensa), elaboraron el proyecto de ley para que las Fuerzas Armadas y los militares puedan intervenir en asuntos de seguridad interior, argumentando casos de terrorismo que en general son inventos del gobierno. La última mentira fue a raíz de un paquete con un leve estruendo que estalló dañando a una computadora en la oficina del titular de la Suciedad Rural: Bullrich detuvo a alguien acusado de antisemita, pero el juez Rafecas lo liberó por ser inocente. Meter a los militares como policías a reprimir en temas de seguridad interna también es fascismo.

            El presidente no sólo vetó la ley de mejora jubilatoria sino que anticipó que hará lo propio con otra norma que votó el Congreso, de  aumento presupuestario para las 57 universidades nacionales y los salarios de 120.000 docentes y no docentes, y buscará que siga vigente de un modo u otro el DNU que concedió 100.000 millones de pesos al espionaje de la SIDE. Lo de jubilados y lo de la SIDE fue votado por dos tercios en ambas cámaras, y pese a eso el facho lo vetó. Eso no es democracia, es fascismo.

            Mientras pasa “la motosierra” contra módicos aumentos a jubilados y al presupuesto de las Universidades, Milei concurre a las oficinas de Mercado Libre y elogia como “héroe” a Marcos Galperín, a quien el Estado subsidia con 100 millones de dólares anuales. El tipo vive en Uruguay para no pagar impuestos en el país. Y también encabezó en el Centro Cultural Kirchner un encuentro internacional con fascistas como Santiago Abascal, de Vox de España, los bolsonaristas de Brasil y fachos de Chile y otros países. Eso es el más rancio fascismo.

            Las ganancias de los monopolios de la alimentación como Molinos, La Serenísima, Cargill, Arcor, Ledesma, etc, eran elevadas, pero con Milei crecieron más. Entre tanto un millón de niños se van a dormir sin cenar, mientras la ministra Pettovello no entrega los alimentos a los comedores populares. Eso también es fascismo.

            Milei ha avalado el genocidio llevado adelante por Israel contra los palestinos, con más de 41.182 asesinados y 95.280 heridos. Eso es fascismo.

            Aclarado el tipo de gobierno que enfrentamos, cuyo fracaso deseamos con toda el alma y luchamos por ello (a diferencia de Cristina de Kirchner que tiempo atrás dijo que no quería el fracaso de Milei y no alienta ninguna lucha), el tema fundamental es qué hacer y cómo hacer para derrotarlo.

            Lo primero es aprender del ejemplo que están dando los jubilados: ganar las calles siempre, no muy de vez en cuando como lo hacen los traidores burócratas de la CGT.

            Y como lo reivindicativo no alcanza, para avanzar hacia un Argentinazo liberador se precisa un frente político antifascista y antiimperialista, con todos los sectores de izquierda, nacionales y populares y otras organizaciones sociales capaces de entender que es la hora de la unidad popular para sostener un plan de lucha desde abajo hacia arriba para aplastar al facho y avanzar hacia la Segunda Independencia. ¿Y las elecciones? Cuando sea la hora, se verá. Ahora falta mucho para las urnas. Lo urgente y necesario es formar el frente antifascista y derrotar el ajuste, la represión y el modelo colonial, extractivista y fondomonetarista de Milei, un sirviente de las multinacionales, Estados Unidos, la OTAN e Israel.

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