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La “oposición amigable” también es responsable del ajuste

            El PL siempre dijo que el enemigo principal del pueblo trabajador, la democracia y la soberanía es el gobierno facho seudo libertario de Javier Milei, apoyado en conglomerados empresarios, multinacionales, fondos buitres y el FMI. Ante la votación en el Senado de la “ley Bases”, ratificamos esa caracterización del blanco al que hay que dirigir los golpes principales de las luchas.

            También el PL vino diciendo que ese gobierno tiene socios y aliados en otros partidos políticos, gobernadores, legisladores, sindicalistas, jueces, periodistas, etc. Y en el trámite de la mencionada ley, esas complicidades quedaron de manifiesto.

            Por ejemplo, Milei tiene 38 diputados de LLA, pero resulta que en la votación de la Cámara Baja el 30 de abril colectó 142 votos. Se le sumaron los representantes del PRO, UCR, Hacemos Coalición Federal y otros grupos provinciales, además de diputados peronistas de Tucumán.

            Y eso mismo se vio el 12 de junio en  el Senado. LLA tiene sólo 7 senadores, pero en la votación en general tuvo 36 afirmativos, empatando con la oposición, lo que permitió desempatar a la fascista Villarruel. Eso fue posible porque 12 senadores radicales votaron el engendro, los senadores del macrismo, Alejandra Vigo del peronismo cordobés, dos senadores originarios del FDT y otros que responden a gobernadores oportunistas como el de Río Negro, Alberto Weretilneck. En el capítulo del RIGI, el más entreguista, tres integrantes de Unión por la Patria, se cambiaron de bando (ver editorial). Sólo así se explica que además de los 36 votos en la discusión en general, el oficialismo llegara a los 38 y hasta 41 en otras votaciones en particular.

            Esas actitudes colaboracionistas y traicioneras en algunos casos puede tener que ver con posiciones políticas (“hay que darle tiempo”, “el gobierno demanda herramientas”, “mi provincia necesita obras”, etc). La mayoría “amigable” fue seducida con promesas, cambios menores, cargos y hasta hay una denuncia por soborno contra la neuquina Lucila Crexell por votar a cambio de la embajada ante la Unesco.

            La periodista K Cynthia García pidió en su programa de radio la expulsión del PJ de los tres senadores de UxP que votaron a favor del RIGI, por traidores a la Patria. Buena iniciativa, pero de muy improbable concreción. Es que esos senadores obedecieron a sus respectivos gobernadores (peronistas los de Catamarca y Tucumán, y radical el de Jujuy), implicados en el proyecto extractivista y entreguista de nuestro litio. Forman parte de la Mesa del Cobre junto con sus colegas de San Juan, Mendoza y Salta.

            Por suerte Daniel Scioli, un derechoso muy traicionero, secretario de Turismo y Deportes, no estaba como senador sino también votaba la ley Bases. ¡Es el que pidió un premio Nobel de Economía para Milei!

BURÓCRATAS SINDICALES

            Esas actitudes colaboracionistas también se notan a nivel de la burocracia sindical. Cuando el gobierno puso en el DNU 70 y el original de la “ley Ómnibus” algunos capítulos que afectaban duramente a las cajas sindicales, como eliminar el aporte obligatorio de los afiliados, cortar fondos para las obras sociales en Salud y artículos contra las huelgas en su proyecto de reforma antiobrera, ahí la CGT se decidió a un primer paro en enero y luego otro en mayo. Cuando Guillermo Francos, por entonces ministro del Interior, negoció con Hugo Moyano y otros dirigentes, y aquellos proyectos tuvieron alguna “moderación”, ahí los de Azopardo 802 archivaron el tercer paro general. Al punto que para el 12 de junio sólo movilizaron algunos de sus gremios, como Camioneros, no así otros, pero sin convocar a la huelga. Se estima que había frente al Congreso unas 140.000 personas; si – paro mediante- se hubieran juntado 350.000 o más, como en el primer paro, la aprobación de la “ley Bases” se les habría complicado bastante más. Por suerte otros gremios vienen movilizando a fondo, por sus reivindicaciones y en oposición a ese engendro, casos de ATE, SUTNA, Aceiteros, etc.

            Hay que sacarles las caretas a los colaboracionistas, aunque se vistan de “críticos” del gobierno en ciertos momentos, como el senador Martín Lousteau, presidente de la UCR, que decía iba a presentar un proyecto distinto. El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, meses atrás amagó con cortar el suministro de petróleo y gas ante la falta de giros nacionales, pero sus senadores terminaron votando a favor. El títere Martín Llaryora se ofreció de anfitrión para el supuesto “Pacto de Mayo” y estuvo en primera fila el 25 de mayo cuando Milei llegó a Córdoba con una fuerte represión, realizada por la policía local. Ahora el gobernador de Tucumán, el también forro peronista Osvaldo Jaldo, se ofrece de local para el posible “Pacto de Julio” si el facho libertario considera celebrar. El viajero está en la reunión del G-7 y va a reunirse con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, pidiendo dólares, después verá qué le contesta a su cómplice tucumano.

            Era obvio que Clarín, La Nación e Infobae iban a mentir mucho para justificar la represión en el Congreso, pero también da grima que otros medios no reaccionarios titularan en tapa “Disturbios y represión en el Congreso” (Hoy Día Córdoba, 13/6). La verdad es otra: primero hubo represión y después hubo disturbios (léase resistencia popular). El orden de los factores altera el producto. Lo primero fue la brutal represión de la policía y fuerzas de Inseguridad mandadas por Patricia Bullrich, que atacaron a trabajadores, jubilados, estudiantes, vecinos, con todo tipo de armas, incluso portando armas letales, según denunció el CELS, en el marco de la acusación presidencial de que estaban frente a “grupos terroristas”.

            La situación política y la crisis económica con grave recesión y  pérdida de más de 100.000 empleos registrados, se pone al rojo vivo. El enemigo principal, el gobierno, está claramente a la vista. Lo que no está tan claro es el rol de esa “oposición amigable”, que sirve para votar leyes nefastas y también para confundir a una parte del pueblo. Parafraseando a José Stalin: el golpe principal debe ir contra el enemigo central, y de refilón, también a sus aliados para cortar sus vínculos e influencias en sectores del movimiento de masas.

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