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El eterno sueño del Canal Magdalena

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            El calificativo de Nacional y Popular para un gobierno entraña como mínimo la salvaguarda de territorialidad y tránsito tanto aéreo como terrestre y  fluvial, amén de los recursos naturales y energéticos y las comunicaciones.

            La soberanía sobre los recursos es la condición esencial para tildarse de Nac y Pop y es justamente lo que los gobiernos K y el albertismo no han considerado hasta el momento sobre el control de los puertos y las vías navegables del Paraná y su salida al Atlántico por el Río de la Plata a través del canal Magdalena.

            A lo único que amagó el gobierno nacional es a tener retenida la concesión del dragado del Paraná y nada más. El peaje de la hidrovía y el control de los puertos, bien gracias, pasarán cuatro años de este gobierno y todo queda en amagues y la terminación de algunos lanchones en Astilleros Río Santiago de Ensenada.

En este momento Argentina no asume el control de las exportaciones de granos en lo más mínimo, al menos en lo que se refiere al almacenaje y el despacho por las vías fluviales, ya que los puertos del Paraná están en manos privadas, entre ellos Vicentín en San Lorenzo. La aduana está concesionada y la salida del Río de la Plata recala por puertos de Uruguay.

El canal Magdalena es sumamente estratégico, no solo para la flota mercante, sino principalmente en lo que se refiere a la navegación de los navíos que patrullan en salvaguarda de las costas Argentinas.  Si bien es cierto que el desguace de toda esta cadena viene desde el golpe de 1976 y principalmente del menemato, los doce años de los K, bien podrían haber revertido en parte este descalabro. Y no lo hicieron, ni entonces ni durante el gobierno del Frente de Todos, desde 2019 hasta hoy.

  A cada renuncia sobre los recursos estratégicos corresponde un avance de intereses foráneos, debemos considerar en estos temas el sincericidio de la generala Laura Richardson, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, nada menos, donde transparentó los objetivos del imperio angloyanqui en materia de litio, otros minerales y por supuesto el agua dulce.

El endeudamiento con el FMI que suscribiera Macri en 2018 fue un nuevo comienzo de esta escalada extorsiva para usar los recursos estratégicos como garantía, quiere decir que sería un milagro comenzar a retomar derechos sobre los mismos, que otrora gozábamos sin más.

Hay que sumar la presión de las corporaciones enquistadas en la cadena de comercialización dentro del país y que responden a los mismos intereses de las transnacionales. Tienen el control absoluto de las exportaciones, así contrabandean y triangulan miles de toneladas de granos por países vecinos para acumular suculentas ganancias sin tener que declararlas al fisco nacional ni pagar impuestos.

            Viendo este panorama sobre lo que significa un tema importantísimo como el canal Magdalena y demás vías navegables, hacer la vista gorda significa lisa y llanamente la complicidad con los intereses foráneos. En este tema la mayor responsabilidad es de Alberto Fernández y Sergio Massa, que siempre tuvo bajo su dominio el ministerio de Transporte y hoy también el de Economía. Pero el sector cristinista tampoco se salva de la crítica, incluyendo en lugar destacado al gobernador Kicillof, pues el canal Magdalena atañe básicamente a la provincia de Buenos Aires. El gobernador se ha prestado a simulaciones de que “ya empezaremos con el Magdalena”, por ejemplo con el acto electoralista en Astilleros Río Santiago, siendo criticado por Mempo Giardinelli y otros dirigentes del Foro por la Soberanía Nacional. Solo un gobierno que atienda la causa popular podrá revertir esta situación de fondo. 

JORGE ARTACHO

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