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LA HISTORIA DEL “GLOBO ESPÍA” DE CHINA

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Siguen las agresiones de EE UU contra Beijing

            El primer fin semana de febrero pasado el secretario de Estado Antony Blinken debía aterrizar en Beijing para una importante visita de Estado que había estado preparándose, como sucede en estos casos, con bastante antelación.

            Pero el  funcionario yanqui nunca viajó a China, pues el sábado 4 un avión militar de USA derribó con un misil y sin previo aviso un globo aerostático del país socialista que había pasado por su territorio. El derribo ocurrió sobre el mar, a la altura de Carolina del Sur.

            De inmediato casi todas las cadenas mediáticas mundiales empezaron a machacar con la noticia del “globo espía de China”, obviamente sin la menor prueba de lo que decían ya que la propia fuente de la noticia, la administración Biden y las FFAA de Estados Unidos, no pudieron suministrar ningún elemento que acreditara esa historia.

            No se crea que sólo las agencias más proyanquis como AP o cadenas como la de Clarín le dieron manija a esa cobertura. Incluso las “progresistas” como C5N, de orientación kirchnerista, también navegaron en esas aguas turbias.

            China dijo que no se trataba de ningún operativo espía. “La aeronave civil china que entró en el espacio aéreo de Estados Unidos lo hizo por error, pero Washington reaccionó de forma exagerada, usando este asunto como excusa para sancionar ilegalmente a empresas e instituciones chinas”, afirmó la cancillería china.

            “China se opone firmemente y tomará represalias contra aquellas entidades estadounidenses que dañen nuestra soberanía y seguridad”, dijo ese ministerio, refiriéndose a las sanciones que anunció el departamento de Comercio estadounidense contra seis empresas aeroespaciales chinas.

            Agregaron los chinos: “desde mayo del año pasado, al menos diez globos estadounidenses sobrevolaron el espacio aéreo chino, y esto incluye a las regiones de Xinjiang, del Tíbet y otros lugares. China ha explicado que su aparato civil entró por error en su espacio aéreo, pero ellos no han explicado por qué sus globos entraron en el nuestro sin tener aprobación”.

            Acá intervienen o deben intervenir las pruebas concretas, y también la política nos debe orientar en el sentido de a cuál de las dos partes se le puede creer y a cuál no, por sus antecedentes internacionales.

            China dice que el globo estudiaba el clima. Y los yanquis que lo derribaron lo acusan de espionaje; pues en este caso deben presentar las pruebas. No lo hicieron ni antes del derribo ni después, pese a que su marina de guerra recogió parte de los restos y ahora alegan que están buscando el resto bajo el mar. Hasta ahora no han podido presentar ningún elemento que compruebe su grave acusación de espionaje.

            Y si ahora tienen alguna dificultad para encontrar los restos en el mar, esa es su culpa, pues Joe Biden sólo autorizó el derribo cuando el globo había pasado. Si lo hubieran bajado antes habría caído en territorio firme y podrían haber juntado la información que ahora no pueden brindar o no quieren.

            Por otro lado, sin dar detalles, EE UU se queja de que el globo pasó por lugares donde tienen armas nucleares, depósitos y arsenales. O sea que están con la cola sucia. Le echan la culpa al cartero, en este caso al globo, de que tienen misiles por todo el país y también en el extranjero.

            A las autoridades estadounidenses no les molesta tanto que se sepa que en el mundo tienen alrededor de 800 bases militares y 200 mil soldados, hoy una buena parte girando alrededor de apoyar a la OTAN en su guerra de Ucrania contra Rusia. Ellos pueden hacer esa guerra y todas las que se le ocurra, pero nadie tiene derecho a relevar los dispositivos militares norteamericanos en su propia casa, que es el “delito” que ellos imputan al globo civil chino.

            Otro aspecto que surgió del incidente: después de derribar el “globo espía”, el gobierno norteamericano pidió una conversación telefónica de su secretario de Defensa, Lloyd Austin, con su par chino, y éste no aceptó la comunicación. La runfla mediática presentó el gesto como agresividad china. Fue cinismo yanqui, que primero te agrede militarmente y después quiere hacerte un llamadito “para la tribuna”. Muy bien los chinos en esto.

            La maniobra de Biden apunta a hacer la guerra a China y poner de su parte a gobiernos latinoamericanos, para saquearlos mejor. Por eso denunció que además del “globo espía” que había derribado habían habido otros artefactos chinos girando sobre los cielos latinoamericanos, aunque no pudo afirmar que hayan sido espías, pero dejando caer la sospecha sobre uno que sobrevoló Colombia.

            EE UU quiere meter una cuña y dividir a los países de nuestra América, nucleados en la CELAC, y el país socialista asiático. Ese no es ningún secreto. Ya lo había dicho la generala Laura Richardson en sus lamentables declaraciones durante su gira por Argentina en abril del año pasado: “Entrevista a la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos: “Me preocupa la estación espacial de China en la provincia de Neuquén”. Al cierre de su primera visita a la Argentina, la general Laura Richardson advirtió sobre las acciones de China y Rusia a lo largo de la región. Además, luego de su reunión con Cristina Kirchner, destacó: “La vicepresidenta muestra una gran pasión por su país” (Infobae, Reportaje de Juan Ignacio Cánepa).

            La generala Richardson hizo nuevas declaraciones el 24 de enero pasado, destacando su interés por el triángulo del litio, de Argentina, Bolivia y Chile. “El 60 por ciento del litio del mundo se encuentra en ese triángulo y ese elemento es necesario hoy en día para la tecnología”.

            Los que quieran seguir besando las botas yanquis de Biden y la citada generala, más las del Comando Sur y el Comando Norte, que lo hagan. Nosotros somos antiimperialistas, estamos del lado de China, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán, Bolivia, etc, apoyamos a Rusia contra la OTAN y los ucronazis de Zelensky, y defendemos nuestra soberanía y recursos como el litio.

SERGIO ORTIZ

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