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Severa derrota política del gobierno en el Presupuesto 2022

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            En la mañana del viernes 17, luego de sesionar más de veinte horas, la Cámara de Diputados votó en forma adversa al proyecto de ley de Presupuesto Nacional 2022 presentado por el gobierno nacional.

            La iniciativa había llegado al Congreso en septiembre pasado, cumpliendo la formalidad de la llamada “ley de leyes”, pero durmió el sueño de los justos durante tres meses hasta que las necesidades políticas del oficialismo lo llevaron a tratarlo a los apurones.

            El lunes 13 el ministro de Economía fue a la Cámara a hacer una presentación de la iniciativa, que el martes pasó a la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Allí se aprobó por leve mayoría del oficialismo al día siguiente. Y el jueves, siempre con apuro, se mandó al pleno de Diputados, para un tratamiento veloz y eventual aprobación.

            Sin embargo, a lo largo de la semana y en esas instancias, llovieron sobre el proyecto las críticas de un variado arco opositor. La derecha más retrógrada, de José Luis Espert y Javier Milei, dijeron que era horrible porque no ajustaba el gasto público y seguía emitiendo moneda, agrandando el déficit fiscal. La derecha del interbloque de Juntos, o sea el PRO, la UCR en sus dos bancadas y la Coalición Cívica, también se oponían. Aunque tienen un acuerdo de fondo con ejes de ese presupuesto, preparatorio del acuerdo vergonzoso con el FMI, tratan de debilitar al gobierno y que éste asuma el costo político por el ajuste que contiene el proyecto.

            Juntos trata de demorar y debilitar políticamente al gobierno de los Fernández. Para eso se toman de los dibujos del presupuesto, como que prevé una inflación para el año 2022 del 33 por ciento. Los economistas estiman que puede ser del 50 por ciento, como en el año actual, donde también, un año atrás, Martín Guzmán estampó en ese presupuesto el dibujo de una inflación del 29 por ciento.

            El bloque de la izquierda, FITU, también votó en contra del Presupuesto, con buenas razones políticas y técnicas. En el debate del lunes Del Caño acusó al ministro de ser un mentiroso, por los números de la inflación. Ya en el recinto el FITU cuestionó los ajustes de varias partidas de educación y las Universidades. La razón principal de ese voto en contra es que considera que es un presupuesto de mentira: el verdadero presupuesto será el que surja del posterior acuerdo de la deuda externa con el FMI.

            El objetivo de crecimiento para 2022 es del 4 por ciento del PBI, pero si el Fondo dice que sea menor, así será. Una menor actividad económica requerirá menos importaciones de insumos y bienes intermedios que costarán muchos dólares. Los “verdes” deberán estar orientados a pagar la deuda externa contraída por Macri y legalizada por el peronismo gobernante.

            Así las cosas, temeroso de una derrota, el bloque oficialista pidió, Alberto Fernández mediante, un cuarto intermedio a la oposición para que el proyecto volviera a Comisión de Presupuesto y Hacienda, para hacer algunos de los cambios requeridos por Juntos por el Cambio, que dio quórum para el inicio de la plenaria del jueves 16.

            Todas las bancadas habían preacordado la vuelta a Comisión, cuando un discurso muy crítico de Máximo Kirchner, titular del bloque oficialista, enfureció a Cristian Ritondo, Mario Negri y los diputados opositores, que dejaron de lado aquella postergación y obligaron a votar. Y ahí el FDT fue derrotado por 132 votos a 121.

            El proyecto de ley de presupuesto murió. No puede volver a ser tratado en el Congreso y obligará al presidente Fernández a dictar un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) para prorrogar el presupuesto 2021. Es un proyecto pulverizado por la realidad, no sólo en la mencionada inflación del 29 por ciento sino por la realidad del ajuste. Del déficit fiscal primario del 5.8 por ciento se ajustó hasta el 3.5, para hacer buena letra con el FMI, con el perjuicio para asalariados y jubilaciones, que podrían haber recibido buena parte de ese 2.3 por ciento “ahorrado” del déficit. Fue un presupuesto que no contempló nuevos IFE ni ATP que existieron en 2020 para paliar los mayores efectos de la pandemia y la crisis económica de los más desposeídos.

            Una parte de la militancia del FDT se la agarró con Del Caño y Bregman, del FITU, acusándolos de ser iguales que la derecha y los fachos de Espert-Milei. Falso. Los que son parecidos, no iguales, son los del FDT y Juntos, que van a coincidir con el Presupuesto real que salga luego de la venia de Kristalina Georgieva. También en los trazos gruesos del Presupuesto 2021 que prorrogará Alverso por DNU. Esos son los parecidos, que el viernes 17 se disimularon por razones políticas y electorales: el macrismo no quiere quedar pegado con el gobierno, pensando en 2023. Pero en muchas cosas son parecidos. Ese día Chubut continuaba incendiado por una justa rebelión popular de un día antes, en protesta contra la megaminería que privará de agua al pueblo en beneficio de las mineras.

            La postura del PL es de rechazo al Presupuesto 2022, por las razones ya apuntadas y porque da por sentado el acuerdo entreguista con el Fondo: no contempla pagos de capital de la deuda externa. Da por sentado que la entidad concederá una postergación de tres o cuatro años, eso sí, pagando en ese lapso los millonarios intereses y sobretasas.

            La otra inconsistencia grave del proyecto fue que prevé el aporte de 12.500 millones de dólares de entidades internacionales, lo que no ocurrirá. Ninguna de esas entidades (FMI, BM, BID, etc) le prestan ni un dólar a un país en crisis con dos destinos inmediatos posibles: o se funde por pagar la deuda fraudulenta o se incendia socialmente por el ajuste y asoma un nuevo país independiente.

PABLO LOZA

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