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8M: El paro contra Macri se lo hicimos las mujeres

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Superando las expectativas más optimistas, la conmemoración del 8 de Marzo -Día de la Mujer Trabajadora-, fue una demostración del alto grado de movilización que tiene hoy el movimiento de mujeres. No es un fenómeno nuevo, los Encuentros de Mujeres y las multitudinarias manifestaciones de #Niunamenos y #Vivasnosqueremos, son parte de un proceso que hoy se visibiliza en una inmensa marea de mujeres que interpela a la sociedad y reclama al Estado y los gobiernos, contra la discriminación y la violencia machistas.

La movilización en Buenos Aires alcanzó las 350.000 personas, dando un fuerte apoyo al proyecto de ley de despenalización del aborto.

En Córdoba se dio otra de las marchas imponentes: 80.000 mujeres –con acompañamiento de varones-, lo mismo que en decenas de ciudades y pueblos del interior. Los reclamos por la igualdad de derechos, el reconocimiento del trabajo no remunerado (tareas domésticas y de cuidado, invisibilizadas y a cargo de las mujeres), contra la violencia de género, los femicidios y la feminización de la pobreza, por la igualdad salarial y la legalización del aborto, fueron los más visibles.

Es que la desigualdad golpea doblemente a las mujeres en medio del ajuste macrista. La feminización de la pobreza significa que el 70% de la población por debajo de ese límite son mujeres; mientras que la brecha salarial entre varones y mujeres alcanza el 27% en el trabajo formal y llega al 35% en el informal. Las mujeres dedican, como mínimo, 4 horas diarias a tareas de cuidado y domésticas, que alargan la jornada laboral y no son reconocidas ni pagadas; los trabajos peor remunerados, y la precarización e informalidad laboral, afectan mayoritariamente a la población femenina.

La reforma previsional aprobada con represión el 18 de diciembre atacó con mayor dureza a las mujeres porque son el 62% de los que perciben el haber mínimo; porque administran el 98% de las asignaciones universales por hijo; y son las que cobran la mayoría de las pensiones por discapacidad, todo ello como demostración de su rol casi exclusivo en las tareas de cuidado de niños, niñas, ancianos y personas discapacitadas.

 

LA DISCRIMINACIÓN

La discriminación hacia las mujeres persiste en la política, los sindicatos, la ciencia, la cultura y en una infinidad de actividades económicas y sociales, a las que las mujeres hemos ido accediendo con mucho esfuerzo. Cuando se trata de ocupar lugares de poder o con capacidad de decisión, el predominio masculino se impone, confirmando que las mujeres han sido “la mitad invisible de la historia”.

El Paro de Mujeres, convocado por segunda vez para el 8M, no fue tomado por las centrales obreras y sólo algunos sindicatos adhirieron, la mayoría con paro de 2 horas, que en muchos casos eran “jornadas de reflexión”. No extrañó que la burocracia de la CGT dirigida por el triunvirato hiciera oídos sordos al pedido de las mujeres, ¡si tampoco convocan al paro contra Macri, a pesar de los despidos, los tarifazos y la pobreza! Ni siquiera las corrientes sindicales que llamaron a movilizar el 21F fueron consecuentes con los reclamos del 8M; aunque ese acto fue muy importante en la lucha contra el ajuste del gobierno, los seis oradores fueron varones y la agenda de las mujeres quedó a cargo de las presentadoras, pero no fue parte de los discursos de esa jornada.

El documento que se leyó, debatido en las asambleas, condenó al gobierno de Macri y los gobernadores e intendentes que aplican las políticas de ajuste y represión. Abordó los temas nacionales y los reclamos específicos del movimiento de mujeres, y pidió la libertad de Milagro Sala y demás presos políticos. Como agrupación Beatriz Perossio, Mujeres del PL, lo firmamos y fuimos parte de su lectura en Córdoba.

Pero vemos dos límites en ese documento, que deberá ser enriquecido con nuevos aportes: no hace mención a la dependencia de nuestros países latinoamericanos, y la necesidad de la unidad y la lucha antiimperialista, como parte también de la pelea para eliminar el patriarcado. La deuda externa, los bancos, los monopolios, etc., son hoy el principal enemigo y las mujeres tenemos mucho para aportar en esa lucha, a la que tenemos que sumar los reclamos de nuestro programa feminista, pero no para una pelea aislada, sino para que sea tomada por el conjunto de los sectores populares.

Y ése es el segundo límite: el pleno reconocimiento de los derechos laborales, la igualdad en todos los ámbitos, incluido el doméstico, contra la violencia machista, etc., en definitiva, la lucha contra el patriarcado y el machismo, no puede darse aisladamente de la pelea general por una sociedad justa e igualitaria, sin explotación ni discriminación de ningún tipo, con plena igualdad entre mujeres y varones.

IRINA SANTESTEBAN

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