Sindical
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Burócratas de CGT y CTA no luchan, sólo hacen campaña por Wado y Massa
Aunque las noticias solo parecen reflejar las elecciones que se suceden domingo tras domingo en las provincias, los reclamos obreros y populares no cesan. Mientras la dirigencia política corre a festejar y contar los porotos ante cada comicio, en cada una de las provincias, a contramano de la parafernalia electoral, se desarrollan luchas que no tienen cobertura en la prensa corporativa.
Así pasó con las masivas movilizaciones de docentes y personal de salud en Córdoba y Salta, y ahora en estos días, con la inmensa rebelión del pueblo de Jujuy, que reclama mejoras salariales para los y las docentes y le dice NO a la reforma constitucional antidemocrática y autoritaria que pretende imponer el gobernador Gerardo Morales.
La burocracia sindical de la CGT se mantiene totalmente ausente de estas luchas, sin esbozar siquiera un tibio apoyo a quienes reclaman salarios justos y dignas condiciones laborales. No han movido un dedo en los más de tres años del gobierno del Frente de Todxs, para siquiera convocar a una medida de acción directa, a pesar que el ajuste del co-gobierno con el Fondo Monetario Internacional se descarga implacable sobre las espaldas de trabajadores, jubilados y las infancias.
Los burócratas están muy lejos de los reclamos obreros y más preocupados con el cronograma electoral, apoyando a uno u otro candidato o candidata, y también, haciendo lobby para ocupar algún lugar expectable en las listas.
Wado de Pedro, candidato de La Cámpora y también de la vicepresidenta, a tenor de su propia definición – “que los hijos de la generación diezmada sean los que tomen la posta”-, fue apoyado por Luis Barrionuevo, un viejo burócrata autor de aquella frase: “hay que dejar de robar por dos años”, pronunciada en el programa de Neustadt y Grondona en pleno gobierno menemista. “Luisito” fue siempre un enemigo acérrimo del kirchnerismo, desde las épocas de la quema de urnas en Catamarca, cuando le arrojaron huevos a Cristina Kirchner. Durante el gobierno de Mauricio Macri, lo visitaba en la Casa Rosada y pregonaba que “había que darle tiempo” al presidente de la reposera. Hoy, sin ponerse colorado, apoya al ministro del Interior, el mismo que entrega a la empresa israelí Mekorot el manejo del agua en siete provincias argentinas.
Dos triunviros de la CGT – Héctor Daer y Carlos Acuña – juegan sus fichas a Sergio Massa, el responsable del desastre económico que padece el pueblo trabajador, quien había prometido reducir la inflación al 3 por ciento en abril, y hoy ha casi triplicado esa cifra. Massa no ha podido siquiera garantizar un acuerdo de precios que frene la escalada ascendente del costo de vida que ha llevado el valor de la Canasta Básica Total a 203.361 pesos.
Mientras en las provincias los trabajadores están saliendo a luchar superando a las dirigencias locales, como lo hicieron los y las docentes en Córdoba, en Salta y ahora en Jujuy, la conducción cegetista no mueve un dedo para apoyar esas luchas. Tampoco lo hacen con la pelea que está dando el personal de salud en diferentes provincias y también en CABA, en los hospitales públicos que no dan respuesta a las demandas de la población.
La situación social se agrava cada día, al ritmo de la inflación y la creciente pobreza. Mientras no haya solución al problema de los salarios a la baja, jubilaciones de miseria y planes sociales insuficientes, cualquier conflicto será la chispa que encenderá la pradera y así se entiende el el masivo apoyo que concitan en el resto de la población. La rebelión del pueblo de Jujuy así lo demuestra (ver nota aparte).
Y es también señal de ruptura con una dirigencia sindical que no defiende ni respeta los derechos de las bases obreras, ni a niveles locales ni a nivel nacional. Por el contrario, negocian con las patronales favoreciendo las ganancias extraordinarias de las empresas mientras el salario pierde poder adquisitivo y el empleo se precariza más.
Hay que tomar el ejemplo de los sectores que luchan, pasando por encima de esas dirigencias burocráticas, y ganan las calles aún a riesgo de descuentos y hasta de represión, como lo está demostrando el pueblo jujeño. Morales pretende cercenar el derecho a la protesta a través de una inconsulta e ilegítima reforma constitucional, y en el mientras tanto se mandó un decretazo prohibiendo las manifestaciones.
Ante ello, la CGT y parte de la dirigencia sindical “se despertó” y repudió esos manotazos represivos, pero ni siquiera amagan con convocar a una acción en apoyo a la justa lucha de los y las docentes que reclaman un salario digno.
La rebelión jujeña marca el camino para la solución de los problemas del pueblo trabajador: no serán las elecciones donde la alternativa es Guatemala o Guatepeor. La solución vendrá de la lucha en las calles, con el activismo obrero y movimientos sociales, con la juventud, los pueblos originarios, los jubilados y demás sectores populares, en rechazo a la burocracia sindical y la dirigencia política variopinta corrupta. Hay que unirse alrededor de gremios que luchan, como SUTNA y Adiunsa, los movimientos piqueteros, los sindicatos de base, delegados y comisiones internas. A partir de ese núcleo y al calor de las movilizaciones se podrán sumar más sectores y superar el freno de la burocracia.