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Tanto ajuste y la burocracia sindical no llama a un paro general

El ajuste se descarga sin piedad sobre el pueblo trabajador, y eso se refleja en los índices de pobreza que alcanzan al 40 por ciento de la población, mientras que en las infancias es más del 50 por ciento. La pérdida del poder adquisitivo de los salarios afecta directamente aún a aquellos sectores con ingresos formales, ya que una parte importante no alcanza a cubrir el valor de la Canasta Básica Total, que en marzo se ubicó en 177.000 pesos. Ni qué hablar de los seis millones de jubilados y jubiladas que perciben el haber mínimo, de 58.000 pesos, al que se le agrega el bono (por 3 meses), de 15.000 pesos, pero ni así se llega a la mitad de la CBT.

            Mucho peor la pasan quienes trabajan en el sector informal y la economía popular. Tienen salarios no registrados (sin aportes) o perciben planes sociales, entre ellos el Potenciar Trabajo, cuyo monto es 34.000 pesos, la mitad del Salario Mínimo, Vital y Móvil.

            El Fondo Monetario Internacional no se conforma con este ajuste, sino que exige en cada revisión trimestral más achicamiento de lo que considera “gasto”. Así ha planteado que la moratoria previsional recientemente aprobada en el Congreso, que beneficia a 740.000 personas que de otra manera no podrían acceder a una jubilación (la mínima, ninguna locura), se reduzca vía “reglamentación”.

            Nada de esto nos sorprende, ya que tanto desde las Agrupaciones de Base Clasistas (ABC) como desde otras organizaciones populares, lo venimos planteando desde el inicio de las negociaciones con el FMI. Fue la primera y más grave traición del presidente Alberto Fernández, cuando renunció a su promesa de investigar la deuda fraudulenta heredada del gobierno de Mauricio Macri, y se embarcó en un acuerdo al que quisieron mostrar como “muy beneficioso” para la Argentina. ¡Una mentira total!

            En Argentina tenemos memoria de lo que ha significado el FMI, y hoy lo vemos con un co-gobierno de ese organismo y el Frente de Todxs. Lo más terrible es la parálisis de las centrales obreras y gran parte de las conducciones sindicales, que frente a la desesperante situación de las masas trabajadoras y populares no se plantean siquiera una tibia acción para exigirle al gobierno un cambio de rumbo.

            Y no es que no haya luchas, pues otros sindicatos con dirigentes combativos pelean en defensa del salario, como lo hizo y lo está haciendo el SUTNA, ahora contra la multinacional Bridgestone. Están con medidas de fuerza el personal de Salud de Córdoba, y también los y las docentes en esa y otras provincias, en varios casos, superando a las conducciones burocráticas, votando paros y medidas de acción directa en asambleas de delegadxs. Están peleando también los compañeros del Subte en CABA, por menos horas para reducir las consecuencias del asbesto en su salud. En Córdoba marcharon los trabajadores de la Coca Cola, exigiendo a su dirigencia medidas para la reapertura de las paritarias. En Buenos Aires, 16 líneas de colectivos pararon luego del asesinato del chofer Daniel Barrientos.

            La Unidad Piquetera y los movimientos sociales están en las calles desafiando los intentos de criminalizar la protesta, en reclamo de trabajo genuino y contra las bajas en los Potenciar Trabajo, ordenados por la ministra Tolosa Paz.

            Pero a pesar de estas luchas, valiosas aunque todavía aisladas, y salvo acciones llevadas adelante por la CTA Autónoma, no hay reacción de las centrales obreras.

            El Consejo Directivo de la CGT hizo público un comunicado saludando la medida del ministro Sergio Massa, reduciendo el impacto del impuesto a las ganancias sobre remuneraciones adicionales, que beneficiará a 600.000 trabajadores. Es una gotita en un mar de desgracias que sufre la inmensa mayoría del pueblo trabajador, pues beneficia al sector con mejores sueldos. Para quienes cobran salarios de hambre no hay medidas, al contrario, la inflación se ensaña con esos sectores, por el impacto que tiene en quienes perciben menores ingresos. La inflación anual prevista es superior al 100 por ciento y ya vienen más tarifazos…

            Por eso, a la par del repudio a esta burocracia sindical enquistada desde hace años en las centrales obreras y los sindicatos, hay que tomar el ejemplo que nos están dando quienes hoy salen a las calles con legítimos reclamos. “Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”, dijo Eva Perón hace más de 70 años. Esa frase sigue vigente y la están poniendo en práctica quienes pasan por encima de los traidores y toman en sus manos las acciones de unidad y lucha para frenar el ajuste.

            Hoy es más necesario que nunca arrancar la convocatoria a un Paro General para derrotar los planes de hambre y ajuste, y decir FUERA el FMI. Y como no esperamos nada de la burocracia, eso hay que construirlo desde abajo, desde las bases unidas, con asambleas y reuniones de delegados y activistas combativos.

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