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Se necesita una nueva conducción sindical con proyecto de liberación
La cúpula de la CGT regaló el 25% de los salarios de lxs trabajadores. Pero fuera de ese grupo, la mayoría de la dirigencia carece de ideas claras
Nuevamente la cúpula de la CGT vuelve a optar por sostener la paz con los monopolios, proponiendo que sean los trabajadores los que hagan un aporte de un 25% o más de sus salarios para sortear las bajas en los ingresos de las empresas, provocadas por la cuarentena y el cierre de ciertas actividades. La salida fácil de los monopolios, bajando el “costo” laboral, parece que también es la solución que apoyan un puñado de dirigentes de un Triunvirato desvencijado y en crisis.
Hizo punta el siempre dispuesto Armando Cavalieri, de Comercio, acordando con la cámara empresaria un recorte del 25%. Pero no lo hizo en soledad: fue pactado en Olivos con la aprobación de Alberto Fernández y el goce de la UIA y demás cámaras monopólicas. Esa cúpula de la CGT no deja de ser más que un grupo de burócratas que obran en contra de la voluntad mayoritaria de sus afiliados. Si no se responde con contundencia desde las bases contra este tipo de prácticas, seguirán siendo los que en gran medida fijen las pautas de cómo se organiza el mundo del trabajo en nuestro país.
Por fuera de la conducción de la CGT, la mayoría de la dirigencia sindical argentina no tiene ideas claras ni conducciones firmes, sobre cómo y hacia dónde avanzar para saldar la crisis de representación de la histórica central. La idea de una “Unidad” sin contenidos, sin programas propios del movimiento sindical, hace que se pretenda avanzar en un camino que será estéril porque no traerá solución alguna a ese desfasaje enorme entre la cúpula sindical y la base trabajadora.
Se necesita una central fuerte y representativa de las necesidades de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país. Pero eso no puede ser un rejunte de todas las partes, porque no hay acuerdo posible entre quienes aceptan despidos o rebajas salariales (en muchos casos innecesarias), con los que proponen un impuesto a las grandes riquezas, como forma de paliar la crisis económica que produce la pandemia. Esa unidad podrá ser útil al proyecto del gobierno de Alberto Fernández, cuyo lema sigue siendo “es con todos, con todas, con todes”, pero no sirve a los intereses de lxs trabajadores.
Más allá del futuro de la dirigencia de la CGT, la política y mucho más en nuestro país, no es formalidad sino que debe ser acción transformadora. Por eso es necesario que no se espere a tener una conducción formal que represente fielmente a los trabajadores, sino que hay que avanzar en la práctica en la unidad de los sectores que no están de acuerdo con la lógica entreguista de ese puñado de dirigentes que se siente mas cómodo acordando con la UIA que con su propia base.
En esa unidad necesaria para construir una nueva conducción del movimiento obrero, hay que trabajar en varias esferas. La primera es aglutinar a los sectores clasistas y combativos en un frente y con un programa propio. En una segunda, habrá que unir a ese sector del clasismo con otros sectores honestos y luchadores, con quienes compartimos la calle y muchas luchas durante todos estos años contra el macrismo y el Fondo Monetario, como las CTAs, la Corriente Federal, los Aceiteros, los azucareros del NOA, gremios como Luz y Fuerza y Municipales de Córdoba, muchas regionales de la CGT, el espectro de influencia de Camioneros, etc. Esta segunda esfera también deberá tener un programa propio que levante los históricos programas de movimiento obrero y las demandas urgentes como el no pago de la deuda y el impuesto a las grandes riquezas.
Esa unidad, que tenga como norte principal la defensa de los intereses de la clase obrera, será capaz de saldar la crisis de representación que existe hoy en el movimiento obrero organizado; y también servirá para ayudar a nuestro país a salir de la mejor manera de la crisis económica y social que vivimos. En cambio, la unidad que sirva a una “gobernabilidad” sobre la base de mantener los acuerdos con los monopolios, solo profundizará esa misma falta de representación y por ende, los sufrimientos de los sectores populares.
Sin sectarismo, hay que tener una definición clara de que es necesaria una nueva conducción del movimiento sindical argentino. Más en estos días en que se cumplen 51 años del histórico Cordobazo. Y la lucha continúa, como dijo el gran Agustín Tosco. La divisoria es clara: o los monopolios, oligarcas, FMI y demás lacras de la derecha, o los trabajadores, campesinos, estudiantes, pueblos originarios, cooperativistas, intelectuales, cooperativistas, Pymes y demás sectores populares.