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Ninguna ilusión en la burocracia sindical

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Transitando ya el último año del nefasto gobierno de Mauricio Macri, la situación de la clase trabajadora.

Más de 100.000 despidos entre los sectores público y privado; empleo precarizado; pérdida del poder adquisitivo de los salarios, jubilaciones, asignaciones y planes sociales, por efecto de la altísima inflación; aumento exponencial de la pobreza (el 48% de la niñez es pobre), son algunos de los males.

Cabe preguntarse qué pasa con el movimiento obrero, que a pesar de los golpes que propina Cambiemos, no está en pie de lucha para enfrentar semejante plan de ajuste, que impacta incluso en las propias organizaciones sindicales (menos trabajadores, menos afiliados).

El acuerdo con el FMI, tal como lo expresó con impúdico cinismo el ministro Nicolás Dujovne, hubiera provocado la caída de cualquier gobierno. ¡Sin embargo, Macri sigue y encima pretende la reelección!

El papel de la dirigencia sindical de las centrales obreras y la mayoría de los sindicatos es vergonzoso. Al peor gobierno constitucional post 1983, sólo le hicieron 4 paros, el último fue el 25 de setiembre, convocado “en defensa del empleo y el salario, en rechazo al ajuste y el endeudamiento, la rectificación del plan económico y poner como eje central la seguridad social”. Ninguna de esas demandas se ha cumplido, muy por el contrario, se dio la profundización del rumbo neoliberal y ajustador.

El miedo del gobierno a que la conflictividad social se agravará en diciembre, por la proximidad de las fiestas navideñas y el recuerdo nada grato (para las clases dominantes) del 19 y 20 de diciembre de 2001, parece que se les está pasando. Y eso no hubiera sido posible sin la traición de estos dirigentes, que no convocan a luchar a pesar de los despidos, cierres de fábricas y comercios, los aumentos en los precios de los alimentos, los tarifazos, etc., ¡tan cómodos están en sus sillones!

Pero como “donde hay opresión, hay resistencia”, con o sin convocatoria de la burocracia sindical y mal que les pese al gobierno y a las patronales, los trabajadores no bajan los brazos. Aún en inferioridad de condiciones, sufriendo la represión de la policía y gendarmería, con el cerco mediático que encubre las luchas que se dan en todo el territorio nacional, éstas existen y son una realidad que va creciendo. Incluso algunas de ellas terminan con triunfos parciales, como Aerolíneas Argentinas, que lograron revertir las suspensiones y un aumento salarial.

Cresta Roja, Siam, judiciales nacionales y de varias provincias, docentes, metalúrgicos, etc.; son algunos de los sectores que han protagonizado luchas en estos últimos días. Otros sectores, como los aceiteros, lograron una paritaria de un 75% hasta marzo de 2019, ¡llevando el salario inicial del sector a 43.000 pesos!

Armando Cavalieri, jefe eterno del sindicato de Comercio, cuestionó la vigencia del paro como herramienta de presión y por eso es uno de los sindicalistas que más diálogo tiene con la Casa Rosada. Forma parte de la “mesa chica” de la CGT, con los triunviros Héctor Daer y Carlos Acuña, a los que se suman Andrés Rodríguez (UOCN), Juan Lingieri (Obras Sanitarias) y Gerardo Martínez (UOCRA). Para ellos, el paro tiene que ser manejado de “manera responsable” para no dejarse llevar “de las narices” por los Moyano, la CTA o la izquierda (La Nación, 17/11/2018).

Tampoco Moyano o las CTAs están hoy convocando a movilizar contra el gobierno y el brutal ajuste. Están viendo cómo arman el rejunte del PJ para las elecciones…

Mal que les pese, la resistencia crece desde el pie. Hay ocupaciones, cortes, movilizaciones, etc., que demuestran que la llama de la resistencia al plan neoliberal no está apagada a pesar de los “bomberos” en los sillones de la CGT Azopardo.

Además de apoyar y sumarnos a las luchas, desde las Agrupaciones de Base Clasistas (ABC) planteamos que la tarea hoy es construir una dirección combativa para el movimiento obrero, con amplitud, pero con un programa que ponga eje en la lucha contra el ajuste y la entrega del gobierno, y la complicidad de la burocracia sindical.

No se puede confiar en esta dirigencia. Podemos tener acuerdos para luchas puntuales y confluir en Multisectoriales amplias, pero si las corrientes clasistas no construimos fuerza propia, la dirección de esas luchas estará en manos de dirigentes no confiables, muy proclives a la claudicación frente a las presiones del gobierno y las patronales.

Desde las bases, con el método democrático de las asambleas, organizándonos en agrupaciones o listas, coordinando con cuerpos de delegadxs, comisiones internas y también sindicatos combativos, se puede construir esa dirección que necesita el movimiento obrero.

Esta tarea no es sencilla, por algo la burocracia se mantiene por años al frente de los sindicatos, utilizando las herramientas legales y estatutarias. Cuentan con la “ayudita” de las patronales y de las autoridades del ministerio de Trabajo, para impedir la presentación de listas antiburocráticas y persiguen a los referentes más combativos.

No será fácil, pero si le dejamos la dirección de las luchas a los burócratas, es la condena a una muerte lenta, en el altar de los monopolios.

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